jueves, 9 de septiembre de 2010

TIEMPOS ENCANALLADOS, TIEMPO DE CANALLAS


Desde hace ya algunos años se ha convertido en "lugar común" abominar de la política y los políticos y, probablemente, hay motivos suficientes para hacerlo -nadie duda que nuestros dirigentes actuales, en el gobierno y en la oposición, no han estado ni están a la "altura de las circunstancias"- pero no resulta razonable descargar en ellos una frustración que ha tenido y tiene, también, otros actores -un empresariado que tiene a su cabeza a un, como mínimo, pésimo gestor que no asume sus responsabilidades y que se atreve a aconsejarnos sobre como salir de la crisis económica, una cúpula eclesiástica anclada en los tiempos de Mari Castaña que pretende dictarnos como vivir, unos medios de comunicación alineados con una u otra opción política y desde los que se insulta y descalifica sin pudor alguno, etc., etc., y, lo que resulta más descorazonador, una sociedad que no sólo no penaliza a los "chorizos" - esos mismos políticos de los que abomina - sino que los vitorea y respalda si pertenecen a su partido o son de su "cuerda".   

Esta atmósfera viscosa, este rechazo a las formas actuales de hacer política y la nostalgia, en épocas de crisis, por unos tiempos de "blanco o negro", está haciendo aflorar, no sólo en sectores a los que la existencia o falta de libertad no les produce un cambio sustancial en su forma de vivir, un cierto embellecimiento del Franquismo. La democracia -que tanto costó traer- necesita prestigiarse y ello exige una vuelta al activismo cívico.

En tiempos encanallados, y estos lo están siendo, proliferan los canallas.

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