viernes, 25 de febrero de 2011

REGULARIDADES EN EL COMPORTAMIENTO DE LAS SUSTANCIAS: LA TABLA PERIÓDICA


La clasificación periódica de Mendeleiev



Los elementos descubiertos mediante el uso de la pila de Volta hacen que el número de éstos crezca espectacularmente pasando de los 33 que Lavoisier incluía en 1789 a los 70 que clasificará Mendeleiev en 1869. Esta proliferación, provoca cierto desasosiego porque choca con uno de los principios subyacentes en cualquier ciencia que se precie : la simplicidad.



Esta necesidad compulsiva de unificación puede explicar la "descabellada" idea de W. Prout (1785 - 1850) que imagina la diversidad de cuerpos simples derivada supuestamente de un único elemento originario, el hidrógeno.


En el químico ruso Mendeleiev hay, en cambio, una aceptación de la existencia de la diversidad de elementos y por ello no busca, como Prout, una materia primera con la que explicar esa diversidad; está convencido, y lo estará siempre, de la pluralidad irreductible de los elementos y de la imposibilidad de trasmutarlos. Mendeleiev tratará, por ello, de encontrar una cierta unidad en el campo de los elementos químicos en la existencia de regularidades de comportamiento dentro de lo que conceptuará como familias. La intuición de la existencia de cierta periodicidad había surgido en él después del Congreso de Karlsruhe en 1860, donde se trató de resolver las discrepancias existentes tanto sobre la idea de átomo, molécula y equivalente como sobre nomenclatura.


Una de las comunicaciones del Congreso fue la de Stanislao Cannizaro, quien utilizó la hipótesis de Avogadro como recurso para determinar los pesos atómicos y moleculares. De acuerdo con esta hipótesis, la comparación de las densidades (d) de dos gases nos permitiría – al admitir que en el mismo volumen (V) hay el mismo número de partículas (n) – obtener la razón entre sus pesos atómicos (m):

doxíg : dhidróg = M/V : M’/V = nmoxíg : nmhidróg = moxíg/mhidróg

 
Sustancia
densidad
 % en peso

Hidrógeno
0.0659
100
6.59
2
Cloruro
de Hidrógeno
1.19
2.76
3.29
1
Agua
0.589
11.2
6.59
2
Amoníaco
0.557
17.7
9.86
3
Metano
0.524
25.1
13.3
4


La densidad nos da la masa del compuesto en 1 litro (medido en idénticas condiciones de P y T - 1 atmósfera y 100ºC -)

d = m / V = m/ 1 (para el HCl, d = MH + MCl / 1 = 1.19 )

La segunda columna representa el porcentaje en peso del elemento que nos interesa en cada compuesto (por ejemplo el Hidrógeno en el HCl)

(MH / MH + MCl ) x 100 = 2.76

El producto de ambas columnas nos da la masa del elemento en el compuesto:

[(MH + MCl ) MH / 1 (MH + MCl)] x 100 = MH x 100 = 0.0329 x 100

Si ahora se dividen todos los números que aparecen en la tercera columna –es decir los pesos, en cada compuesto, del elemento que nos interesa– por el menor de ellos, aparecen los números enteros de la cuarta columna. Al ser el volumen del gas el mismo en todos los casos, hemos usado el mismo número de moléculas en cada compuesto, en este caso compuestos de hidrógeno; supondremos, pues, que el compuesto que contiene la mínima cantidad de hidrógeno, el Cloruro de hidrógeno, es aquél en el que el hidrógeno aparece como monoatómico en la molécula. Apoyados en ello asignaremos al hidrógeno elemental la fórmula H2, en tanto que en el amoníaco aparecerán 3 átomos de hidrógeno, en el metano 4, etc.

Mendeleiev, en su tratado titulado Principios de Química, asumiendo muchas de las ideas expuestas en las discusiones del mencionado Congreso y, más en particular, las sugerencias de Cannizaro, escribirá: Con la aplicación de la ley de Avogadro, la concepción de molécula queda perfectamente definida y, por ende, la noción de peso atómico. Más adelante proseguirá: (...) Las propiedades de los cuerpos simples y compuestos dependen de una función periódica de los pesos atómicos de los elementos, por la única razón de que estas propiedades son en sí mismas las propiedades de los elementos de los que derivan dichos cuerpos.

En su estudio de las propiedades de los elementos conocidos, Mendeleiev utilizó un conjunto de tarjetas en cada una de las cuales anotaba las propiedades de un elemento.

La ordenación y reordenación, a modo de un solitario químico, de estas tarjetas le permitiría observar que las propiedades parecían repetirse de modo periódico si los elementos se ordenaban de acuerdo con sus pesos atómicos crecientes.


Con este criterio confeccionaría diversas tablas mediante las cuales, incluso, readjudicaría valores distintos a algunos de los pesos atómicos –por ejemplo el Berilio– y predeciría la existencia y propiedades de elementos aún no conocidos pero que tenían "hueco" en su tabla –el ekasilicio o actual Germanio.

Los "toscos" átomos de Dalton parcían esconder complejidades internas que eran sugeridas, también, por los análisis de la luz emitida y absorbida por las diferentes sustancias y cuya razón de ser sólo iba a ser desvelada en las primeras décadas del siglo XX. ¡Los átomos tenían estructura!


lunes, 21 de febrero de 2011

EL REGRESO DE LA TEORÍA ATÓMICA



Teoría atómica de Dalton


John Dalton (1766-1844) se interesó primero por la meteorología y por las propiedades físicas de los gases. Una vez enunciada la ley de Proust – la ley de las proporciones definidas – convertirá a ésta en el eje de su trabajo teórico y práctico; apoyándose en ella sugiere por un lado que las combinaciones químicas se efectúan mediante unidades discretas, átomo por átomo, y, por otro, que los átomos de cada elemento son idénticos.

La aceptación de estas hipótesis le conduce a la formulación de la Ley de las proporciones múltiples: Cuando dos elementos forman de manera conjunta más de un compuesto, al unirse distintas masas de uno de ellos con una misma masa del otro, establecen entre sí relaciones múltiples y sencillas.

Sin la hipótesis atómica, añade Dalton, estas leyes – las de Lavoisier, Proust y la de él mismo – seguirían siendo misteriosas, al igual que lo eran las leyes de Kepler antes del trabajo de Newton.

En su obra Un nuevo sistema de filosofía química (A new system of Chemical Philosophy) (1808) hará explícitas sus hipótesis, que resumimos a continuación.

a) La materia consta en última instancia de átomos indivisibles.

b) Los átomos son invariables y no pueden transmutarse unos en otros.

c) Los compuestos están formados por moléculas (átomos compuestos)

d) Todas las moléculas de una sustancia pura son idénticas.

e) En las reacciones químicas, los átomos no se crean ni se destruyen, solamente cambian de distribución.



Finalmente trazará un programa de investigación que él mismo resume así: Es objetivo principal de este trabajo mostrar las ventajas que reporta la determinación precisa de los pesos relativos de las partículas últimas, tanto de los cuerpos simples como de los compuestos, determinar el número de partículas simples elementales que constituyen una partícula compuesta y el número mínimo de partículas compuestas que entran en la formación de una nueva partícula compuesta.


La determinación de los pesos atómicos

Este programa de determinación de los pesos relativos de los átomos en relación con el hidrógeno, que se tomaba como unidad, presentaba, sin embargo, un grave inconveniente: el desconocimiento de la fórmula de los compuestos.

En efecto, imaginémos el caso del agua. El análisis de su composición arroja como resultado que en 18 g. de esa sustancia, 2 g. son hidrógeno y 16 oxígeno.

Si, como Dalton imaginaba la fórmula del agua era HO, los pesos relativos de los átomos estarían en la proporción de 16/2 = 8/1.

Si, como sabemos ahora, la fórmula del agua es H2O, los pesos relativos de los átomos estarán en la proporción 16/1. 

A fin de dar una salida al problema Dalton optó por la denominada regla de la máxima simplicidad de acuerdo con la cual la combinación que se produce es siempre la que implique el menor número de átomos. Pese a la utilidad de la regla de la máxima simplicidad, para dirigir la atención de la comunidad científica al tema de los pesos atómicos, pronto quedó claro que sus fundamentos eran endebles, o con mayor precisión, inexistentes.

La necesidad de encontrar un criterio más sólido para fundamentar la formulación molecular y así determinar los pesos atómicos relativos pasó a ser un objetivo fundamental.

La historia de este empeño tiene su primer momento en el anuncio del descubrimiento de la existencia de regularidades en el modo en que se combinan los gases (Gay-Lussac 1808); sería este descubrimiento el que permitiría establecer al final, en la aproximación de Cannizaro a este tema, un criterio más adecuado para la determinación de las fórmulas moleculares.

Las sospechas de Gay-Lussac sobre la existencia de esas relaciones simples se basaban en la experiencia acumulada sobre el comportamiento de los gases.


 En efecto, estos, a diferencia de los sólidos y líquidos, en los que resultan determinantes las diferencias en las fuerzas de atracción y repulsión entre átomos, parecen comportarse físicamente del mismo modo porque en ellos estas fuerzas de interacción no resultan relevantes a causa de la enorme separación entre sus partículas constituyentes. Así, sus propiedades de compresibilidad y expansividad son idénticas para todos ellos y vienen regidas por leyes generales –la de Boyle y la de Charles– en tanto que las de los sólidos y líquidos varían de un cuerpo a otro. Y, así, aunque los volúmenes de combinación entre sólidos y líquidos no muestren relación sencilla alguna, sí aparece esa simplicidad al combinarse los gases.

Por ejemplo:

1 vol. de oxígeno + 1 vol. de nitrógeno → 2 vols. de óxido nítrico

Los resultados obtenidos por Gay-Lussac sugerían que volúmenes iguales de diferentes gases deberían contener el mismo número (o bien un múltiplo sencillo) de átomos. Este resultado no fue nunca admitido por Dalton, por razones que son fáciles de entender: supongamos –decía él– que 1 volumen de nitrógeno contiene n átomos de nitrógeno; de acuerdo con la idea de Gay-Lussac, también en 1 volumen de oxígeno habrá n átomos de este gas. Al combinar los gases no podrán existir más de 2n átomos –según establece la ley de conservación de la masa– que, agrupados formando óxido nítrico, ocuparán, de acuerdo con los resultados recogidos previamente, un volumen doble del que ocupaba cada uno de los gases iniciales. Admitiendo como fórmula del óxido nítrico la que me da la ley de máxima simplicidad, NO, parece claro que los 2n átomos originarán sólo n moléculas y por tanto, como el gas obtenido contiene sólo n partículas (moléculas), no hay en este caso el mismo número de partículas en 1 volumen. No parece pues que la ecuación igual volumen –igual número de partículas– sea, como Gay-Lussac pretende, válida.


El segundo momento de esta historia correspondería al instante en que el físico italiano Amadeo Avogadro (1776 - 1856) presenta un nuevo modelo para los gases con el que acabarían reconciliando las ideas de Gay-Lussac y la teoría atómica de Dalton.


El único modo de mantener la idea de Gay-Lussac, al menos en primera instancia, sería admitir que, por ejemplo, en una reacción como la usada por Dalton:

1 vol. de oxígeno + 1 vol. de nitrógeno →  2 vols. de óxido nítrico

los átomos de oxígeno, al igual que los de nitrógeno, se dividieran en dos fragmentos iguales (dos átomos).


Podrían formarse así dos moléculas de óxido nítrico; tendríamos entonces el doble de moléculas de este compuesto que de oxígeno (y nitrógeno) en un volumen doble, manteniéndose de este modo el principio aceptado por Gay-Lussac .

El esquema de Avogadro necesitó, sin embargo, de un largo período de afianzamiento porque la admisión de moléculas poliatómicas generó múltiples interrogantes: ¿por qué, átomos mecánicamente idénticos, podían unirse sólo en grupos de dos?, ¿no contradice esta suposición la idea de que los átomos de un gas ejercen fuerzas repulsivas entre sí mediante las que se explica la presión sobre las paredes del recipiente?. Por otra parte, si los átomos semejantes se atraen, ¿por qué no se forma todo un conglomerado de ellos?, ¿no contradecía ello, además, los, por aquél entonces, recientes descubrimientos del posible carácter eléctrico de las fuerzas de afinidad?, ¿cómo, en efecto, podían atraerse átomos de igual tipo si su naturaleza eléctrica era similar?

El problema de la afinidad adquiriría, con el desarrollo de la electricidad, una nueva perspectiva; el uso de la pila como instrumento para descomponer sustancias revolucionaría la química –inaugurando la práctica electroquímica– y también el electromagnetismo.


La electroquímica comenzó a estudiarse en numerosos laboratorios y más en particular en el de Berzelius en Suecia. Allí, analizando la electrólisis de las disoluciones conductoras, se observó que el oxígeno y los ácidos se formaban en el polo positivo en tanto que los cuerpos combustibles y las bases lo hacían en el negativo. Esbozó así la que se denominaría teoría dualística que expondría en su Ensayo sobre la teoría de las proporciones químicas y sobre la influencia química de la electricidad (1819):

Creemos saber ahora con certeza que los cuerpos que tienen tendencia a combinarse muestran electricidades opuestas que aumentan en intensidad a medida que se aproximan a la temperatura a la que tiene lugar la combinación, hasta que, en el instante de la unión, la electricidad desaparece produciéndose una elevación de temperatura que a menudo es tan grande como para producir una llama (...). En nuestro actual estado de conocimientos, la explicación más probable de las reacciones de ignición y combustión es la siguiente: en todas las combinaciones químicas hay una neutralización de electricidades opuestas y, esta neutralización, produce fuego del mismo modo que se produce en la descarga de un condensador, una pila, o un rayo.


La carga eléctrica se convirtió así en la primera causa de toda actividad química. Al unirse un cuerpo positivo con uno negativo, la carga eléctrica determina el grado de afinidad de los cuerpos simples. Sobre la base de dos fuerzas opuestas se podría construir un método simple de previsión de las reacciones químicas. Bastaría para ello con clasificar los cuerpos simples en una escala que fuera del más electropositivo al más electronegativo, del potasio al oxígeno. La electricidad desvelaría así el misterio de la afinidad.

Sin embargo, el descubrimiento creciente de compuestos orgánicos y su especial comportamiento mostrará las limitaciones de esta simple explicación dualista del fenómeno de la combinación química, revelando, una y otra vez, que la realidad no es captable en términos tan sencillos.


miércoles, 16 de febrero de 2011

LAS AFINIDADES O DE CÓMO LA QUÍMICA LLEGÓ A LA LITERATURA


Nuestra aproximación a la Química se había detenido en los logros de Lavoisier, a comienzos del siglo XIX. Es ahora el momento de retomar la historia posterior de esta disciplina prestando especial atención a dos asuntos que aparecen conectados con la articulación de la idea atómica y que se inscriben en la corriente general de reducción de los fenómenos a materia y fuerza. Nos referimos a la afinidad química y a la teoría atómica de Dalton.

La afinidad química

La noción de afinidad se encuentra implícita en las obras de los químicos que abordaron cuestiones relativas a la unión y la descomposición de las sustancias, a los intercambios, sustituciones, precipitaciones, volatilizaciones, etc. Estos procesos, en efecto, parecían reflejar la existencia de ciertas tendencias (predisposiciones afectivas se les llamó), más o menos ostensibles y violentas, ejercidas entre los diferentes componentes de la materia, cuya manifestación más clara tenía lugar cuando en un proceso químico, una sustancia desplazaba o sustituía a otra. De acuerdo con la teoría desarrollada al efecto, la eliminación de uno de los constituyentes del compuesto en beneficio de un tercer cuerpo se producía cuando éste último presenta una amistad, simpatía o predisposición afectiva, una afinidad en suma, por el segundo de aquellos, más fuerte que la que había provocado la primera agregación - será esta idea la que Goethe utilizará en su novela, Las afinidades electivas, para ilustrar las peripecias amorosas en las que se ven inmersos cuatro personas que pasan una temporada aisladas en una mansión rural. La fuerza de atracción que sobre ellos actúa es imperativa y misteriosa al igual que los poderes naturales que empujan a ciertos sustancias a unirse y a otras a separarse. 


Para la tradición cartesiana las predisposiciones afectivas tenían una connotación mágica; de ahí que los intentos de los newtonianos por aplicar, al ámbito de la Química, lo que tan buenos resultados les había procurado en el campo de la astronomía, les parecieran una reintroducción de las simpatías de la vieja tradición alquímica.

Esta visión newtoniana, que pretendía en última instancia reducir la química a la física, suscitará reticencias y un cierto pesimismo entre los químicos que, quizás compartiendo la idea general, eran conscientes de las dificultades explicativas que comportaba.


Laplace lo expresará de un modo claro y contundente: Las afinidades dependerán, por tanto, de la forma de las moléculas integrantes y de sus posiciones respectivas. Pero la imposibilidad de conocer las formas de las moléculas y sus distancias mutuas hacen estas explicaciones vagas e inútiles para el progreso de las ciencias.

Pese al sentimiento de escepticismo que transmiten las reflexiones de muchos de los químicos de la época, estaba claro que se había abierto una línea de investigación, quizás prematura, en torno a las fuerzas responsables, en última instancia, del comportamiento físico y químico de las sustancias. Esta línea de investigación –en la que se inscribe como ejemplo paradigmático el intento de Boscovich por reducir las propiedades del átomo a un patrón de fuerzas– sólo acabará sustanciándose cuando se articule una teoría nueva – la Mecánica Cuántica – ya bien entrado el siglo XX.

De cualquier modo, y al margen de cual fuera el modelo teórico con el que se tratara de explicar la afinidad, la medida de ésta pasó a ser objeto de estudio de los químicos quienes, a este fin, diseñaron diversas técnicas y construyeron tablas, de amplitud creciente, en las que las sustancias podían ser ordenadas en función de la afinidad por una de ellas que se usaba como patrón.


Esta visión excesivamente simplista de los procesos químicos sería puesta en cuestión por Berthollet quien, en 1799, en un artículo titulado Investigaciones sobre la ley de la afinidad, escribió:

Cuando dos sustancias compiten por una tercera, la razón del reparto depende no sólo de la razón de sus afinidades sino también de las cantidades de las sustancias presentes en la reacción.


Concluía pues, a partir de diversas experiencias, que la afinidad sola no podía determinar la dirección de una reacción química; también eran de importancia fundamental las “masas activas” de las sustancias que reaccionaban. Los efectos de las masas impedían, a su juicio, medir las afinidades relativas de dos sustancias por una tercera. Al exponer estas conclusiones, Berthollet estaba dando pasos hacia la comprensión de lo que acabaría siendo la ley de acción de masas, formulada en 1864. Se mostraba así, en la práctica, que la dirección en la que se desarrolla un proceso químico implica, como se comprenderá bastante más tarde, una competencia entre las tendencias de los sistemas hacia configuraciones de menor energía (afinidades-fuerzas) y de mayor desorden (concentraciones-cantidad de sustancias).

En otro orden de cosas, Berthollet cuestionó también una convicción tácitamente aceptada por los químicos de la época: que tanto los compuestos obtenidos de modo natural en las minas, como los producido en el laboratorio tenían la misma composición ponderal. Este cuestionamiento sirvió para que Proust centrara su atención en este tema y, así, en 1799 acabaría mostrando que el óxido de mercurio preparado en el laboratorio y el procedente de las minas de Almadén o del Japón tienen la misma composición. Enunciará poco después su Ley de las proporciones definidas:

Cuando varios elementos se combinan lo hacen siempre en proporciones de peso definidas, de tal modo que la composición de un determinado compuesto químico puro es independiente del modo en que es preparado.


El centro de la investigación química volvió al estudio de las sustancias, olvidándose, durante un largo período, del mecanismo de la reacción, cuyo estudio resultaba complejo en exceso.

Las reacciones pasaron, pues, a convertirse en instrumento para producir compuestos y no en procesos susceptibles de análisis en sí. Su estudio se reemprendería, no obstante, más tarde.

martes, 15 de febrero de 2011

EL DÍA DE LAS LETRAS CANARIAS: ¡O CIENCIAS O LETRAS!



La polémica que se ha suscitado como consecuencia de la propuesta de dedicar el Día de las Letras Canarias al reputado científico Blas Cabrera, vuelve a poner en primer plano la viejísima controversia de las "dos culturas" y a mostrar, una vez más, lo extendida que está la idea de que la esfera de la ciencia nada tiene que ver con las humanidades.

Creo que a los detractores de la iniciativa, por considerar que la escritura científica no pertenece al universo de las letras, les convendría leer, además de los estupendos textos de divulgación científica escritos por don Blas, alguna de las joyas literarias de otros científicos que quizás les suenen: De la naturaleza de las cosas de Lucrecio podría ser un buen comienzo, al que podría seguir los Diálogos de Galileo, El origen de las especies de Darwin y los Escritos sobre Relatividad de Einstein. ¡Quizás así se liberarían de algunos prejuicios!

Incluyo aquí unos enlaces a lo que escribí hace cierto tiempo sobre este asunto:


http://impresiones-miguel.blogspot.com/2010/10/literatura-y-ciencia-reflexiones-sobre.html


http://impresiones-miguel.blogspot.com/2010/10/literatura-y-ciencia-reflexiones-sobre_07.html


http://impresiones-miguel.blogspot.com/2010/10/literatura-y-ciencia-reflexiones-sobre_11.html


http://impresiones-miguel.blogspot.com/2009/01/historia-de-la-ciencia-volmenes-i-y-ii.html

domingo, 13 de febrero de 2011

RÁFAGAS X



  • La alegría que transmiten los miles de egipcios que han conseguido librarse de la tiranía que les sofocaba resulta contagiosa. ¡Qué maravilloso resultaría que este episodio fuera el comienzo de una marea de laicidad que relegara, también en el Islam, lo religioso al ámbito de lo privado!
  • Los que jaleaban o, al menos, sostenían a los sátrapas caídos en desgracia no tienen pudor alguno en afirmar que apoyan, ahora, al pueblo que los barrió. El cinismo en política alcanza niveles de difícil deglución.  
  • Llevamos una larga temporada comprobando la nula capacidad de los analistas políticos y financieros para prever cambios y acontecimientos importantes. Sin embargo, pasado un tiempo prudencial -¡cada vez menos!- vuelven a la carga.
  • Entre los extremismos de los puritanos de la corrección política y de los matones del exabrupto tabernario va quedando poco espacio para los que contemplamos la vida en algo más que blanco o negro.

viernes, 11 de febrero de 2011

ADIÓS A LOS 4 ELEMENTOS: Aires, agua, la combustión y Lavoisier



Lavoisier es deudor de varios ilustres predecesores entre los que se encuentra Stephen Hales (1677-1761) quien, como consecuencia de sus investigaciones sobre la nutrición de las plantas, desarrolló una técnica de recogida de gases incontaminados sobre agua –técnica que luego sería perfeccionada sustituyendo el agua por mercurio, posibilitando así la obtención de gases solubles en aquélla–.



En una primera aproximación, los trabajos de Hales sirvieron para reforzar la vieja teoría de los cuatro elementos; pronto, sin embargo, se convirtieron en la inspiración de una rama de la investigación química que recibió el nombre de Química pneumática.

Joseph Black (1728 – 1799) comenzó a estudiar las propiedades de los diferentes aires, obtenidos con el dispositivo de Hales, aislando uno de ellos –al que etiquetó con el nombre de aire fijo (nuestro CO2) por formar parte de sustancias sólidas como el carbón o la magnesia alba (un carbonato de magnesio)– con propiedades diferentes de las del aire ordinario. La elementalidad del aire se puso en cuestión y finalmente acabó determinándose su composición.

Sobre la “pureza” del aire

Joseph Priestley (1733 – 1804) había preparado, en 1772, un óxido de nitrógeno NO, llamado entonces aire nitroso. Este gas incoloro, insoluble en agua, al mezclarse con el aire producía un gas rojo ("humos rojos") que sí es soluble en agua. Priestley encontró que si en lugar del aire corriente se utilizaba, en la mezcla anterior, aire en el que se había hecho arder una vela hasta extinguirse no se producían estos humos rojos solubles.

La razón de ello es, según sabemos ahora, que la reacción generadora de esos humos rojizos exige la presencia de oxígeno, inexistente en el aire viciado, de acuerdo con el siguiente proceso:

2NO + O2 → 2NO2

aire nitroso + oxígeno → humos rojizos solubles en agua

Como el producto de esta rápida reacción es soluble en agua, es evidente que si estos dos gases se mezclan sobre agua, habrá una reducción de volumen. Priestley concibió la idea de usar esta reacción como test de la bondad del aire. Encontró, tras repetidos intentos que, con aire ordinario (el mejor que conocía), la contracción máxima tenía lugar cuando un volumen de aire nitroso se mezclaba con dos volúmenes de aire común sobre agua. Bajo estas condiciones el residuo, medido unos minutos después, era sólo de 1. 8 volúmenes. Esto es, la disminución de volumen era tan grande como todo el volumen de aire nitroso añadido ¡y casi un 20% más! Con aire realmente malo, totalmente viciado, el volumen final, en cambio, sería igual al volumen del aire nitroso más el de aire común (3 volúmenes). Los valores intermedios representaban, para Priestley, grados intermedios de bondad. Era natural que tanto Priestley como Lavoisier utilizaran el test del aire nitroso a cada nuevo aire que fuera capaz de mantener la combustión.


CRONOLOGÍA DEL DESCUBRIMIENTO EFECTIVO DEL OXÍGENO Y DE LA TEORÍA DE LA COMBUSTIÓN

Febrero de 1774: el químico francés Bayeu llama la atención sobre la obtención de mercurio al ser calentado óxido de mercurio rojo en ausencia de carbón. Identifica (erróneamente) el gas emitido como aire fijo.

Agosto de 1774: Priestley prepara oxígeno calentando óxido de mercurio rojo, pero considera que el nuevo gas es gas hilarante.

Octubre de 1774: Priestley comunica a Lavoisier sus experimentos.

Marzo de 1775: Priestley descubre el oxígeno.

Pascua de 1775: Lavoisier comunica a la Academia Francesa su memoria titulada Sobre la naturaleza del principio que se combina con los metales durante la calcinación y hace aumentar su peso.

Noviembre de 1775: Priestley corrige, en imprenta, algunas interpretaciones falsas de Lavoisier sobre los experimentos.

Mayo de 1777: Lavoisier comunica a la Academia Francesa su memoria sobre la respiración de los animales; sus ideas sobre el oxígeno son, entonces, claras.

Agosto de 1778: Lavoisier publica , ya revisada, su Memoria de Pascua.



Lavoisier inicia la Memoria de Pascua en estos términos: ¿Hay distintas clases de aire? (...) ¿son los diferentes aires que la naturaleza nos ofrece, o que nosotros acertamos a producir, sustancias excepcionales o modificaciones del aire atmosférico?

Para responder a estos interrogante y caracterizar con nitidez un aire, Lavoisier decide trasladar el énfasis desde sus propiedades físicas –la elasticidad (que según se sabía por la Ley de Boyle es similar para todos ellos)– a sus propiedades químicas –el modo en que reaccionan con otras sustancias (test de la llama, test de pureza, etc.)–. Al ser este comportamiento químico distinto para cada gas, la diferenciación resultaría posible.

Decidido a apoyarse en hechos, sin tener que invocar extrañas sustancias de comportamientos contradictorios, Lavoisier se enfrenta al problema del aumento de peso en la calcinación de un metal después de haber constatado que (…) Hace una semana descubrí que el azufre gana peso al ser calentado. Y de igual modo el fósforo. Este aumento de peso es debido a una inmensa cantidad de aire. Estoy persuadido que el incremento de peso de los metales se debe a la misma causa. Su tarea será pues: (…) mostrar que el principio que se une a los metales durante la calcinación, aumentando así su peso, y formando parte de la cal, no es otro que la parte más salutífera y pura del aire; de tal modo que si este aire, después de haberse combinado con un metal, es nuevamente liberado, emerge en una condición de máxima respirabilidad resultando mucho más apropiado que el aire atmosférico como soporte de la ignición y la combustión.


A fin de eliminar todo tipo de interferencias, Lavoisier se centra en cales que puedan reducirse sin hacer uso de carbón o sustancias carbonadas, es decir, aquellas en las que son posibles las reacciones siguientes:

2Hg + O2 → 2HgO

Metal + Oxígeno → Cal

2HgO → 2Hg + O2

Cal → Metal + Oxígeno

en lugar de la más habitual reducción de las cales por carbón:

2HgO + C → 2Hg + CO2

Lavoisier proseguirá su memoria en estos términos (...) Restaba sólo examinar esta cal, reducirla sin adición alguna para ver si queda libre algún fluido elástico y determinar la naturaleza de éste.

Es decir, llevar a cabo la reacción antes indicada:

2HgO → 2Hg + O2


Realizado el experimento, el análisis del aire emitido arroja, entre otros, el siguiente resultado: (...) no tiene ninguna de las propiedades del aire fijo; lejos de causar la muerte de los animales parece, por el contrario, más capacitado para soportar la respiración , no sólo no se extinguieron las velas y otros objetos que ardían sino que las llamas se avivaron de modo notorio emitiendo más luz que en aire corriente (...). Todas estas circunstancias me convencieron de que este aire, lejos de ser aire fijo, estaba en un estado mas respirable y combustible, y que en consecuencia era más puro aún que el aire en el que vivimos (...).

Parece probado, pues, que el principio que se combina con los metales en la calcinación, y les hace aumentar de peso, no es otra cosa que la parte más pura del aire que nos rodea y que respiramos. En este proceso pasa de una condición elástica (gaseosa) a otra de solidez; si luego es obtenido como aire fijo en todas las reducciones metálicas en las que se utiliza carbón ello se debe a la combinación de éste último con la parte más pura del aire. Es muy probable que todas las cales metálicas, al igual que la del mercurio, darían sólo aire respirable si pudieran ser reducidas sin adición alguna. Este componente del aire atmosférico –ya descubierto por Priestley– recibió entonces el nombre de oxígeno en sustitución del viejo apelativo de aire deflogisticado.

Tanto en esta investigación como en otras muchas, a las que el químico francés prestó atención, el uso de la balanza resultó fundamental pues, no en vano, todo su trabajo estuvo presidido por la idea de que: (…) uno puede afirmar que en toda reacción hay siempre idénticas cantidades de materia antes y después de la reacción. Se aceptaría desde entonces la Ley de conservación de la masa en las reacciones químicas.

La quiebra paulatina de la teoría de los cuatro elementos tendría su máxima escenificación cuando diversos científicos como Watt, Cavendish, Monge o el mismo Lavoisier, determinen la composición del agua, concluyendo que ésta no es otra cosa que aire deflogisticado unido a aire flogisticado.

No es extraño que el anuncio de este hecho fuera inicialmente acogido con escepticismos -¡el agua un compuesto de dos vapores!- y que se produjeran reacciones de rechazo como la que ejemplifica la siguiente declaración: (...) Este supermago trata de presionar nuestra credibilidad a fin de persuadirnos de que el agua, el más poderoso de los antiflogísticos naturales que poseemos, es un compuesto de dos gases, uno de los cuales supera a todas las demás sustancias en inflamabilidad. ¡Pruebas, pruebas!, pedía la comunidad científica.

Y eso es lo que Cavendish aportó: (...) Había introducido en un cilindro de vidrio, dispuesto de tal modo que su contenido pudiera ser puesto en ignición sin necesidad de abrir el recipiente, 423 medidas de gas hidrógeno y 1000 partes de aire corriente. Cuando se produjo la ignición, todo el hidrógeno y aproximadamente 1/5 del aire común perdieron su elasticidad y se condensaron en forma de rocío que cubría la parte interior del vidrio. Este residuo sometido a análisis resultó ser agua y el gas remanente nitrógeno - incoloro y mefítico -.


La noción de elemento había sufrido una mutación esencial y en la nueva concepción no era otra cosa que una sustancia que no admitía más análisis y que, a diferencia de los elementos aristotélicos, se conocía no por sus propiedades físicas sino por su comportamiento químico. De los cuatro elementos griegos sólo el fuego seguía siendo un enigma; Lavoisier lo rebautizó con el nombre de calórico y lo incluyó en su listado de sustancias simples, consciente, sin embargo, de su naturaleza anómala por su falta de materialidad (peso) y por su capacidad para traspasar las paredes de los recipientes.

El programa de racionalización de la Química se completaría con el desarrollo de un nuevo sistema de nomenclatura cuya importancia era reconocida así: (…) un lenguaje bien compuesto, adaptado al orden natural y sucesivo de las ideas traerá consigo una revolución necesaria e inmediata en el método de enseñanza y no permitirá que los profesores de química se desvíen del curso de la naturaleza; tendrán que rechazar la nomenclatura o seguir irresistiblemente el curso marcado por la misma.



Este nuevo lenguaje, junto a su teoría sobre el oxígeno constituye, el contenido esencial de su obra máxima, el Tratado elemental de Química publicado en 1789. La química quedaba purgada de sus últimas asociaciones con la alquimia y de ella fueron desapareciendo las esencias y los influjos para quedar reemplazados por una estricta contabilidad cuantitativa de las sustancias químicas y sus diversas combinaciones.

La Química se incorporaba así a esa corriente de matematización y lógica deductiva en la que ya se encontraba instalada la Física.


martes, 8 de febrero de 2011

PROYECTO PARA UN MUSEO TEMÁTICO: MOLINOS DE LA OROTAVA



JUSTIFICACIÓN HISTÓRICA

El papel que ha jugado el agua en la configuración de la trama urbana y agrícola de la Villa y el Valle de la Orotava no es necesario argumentarlo, por suficientemente conocido; sí resulta reseñable, sin embargo, constatar que este hecho no ha sido estudiado con la amplitud y el detenimiento que merece. Las aproximaciones históricas a la fundación y desarrollo del núcleo poblacional y a la dinámica del territorio que lo circunda son aún incompletas y, lo que resulta más llamativo, las existentes permanecen desconocidas para la gran mayoría de la población que aquí tiene su asiento. Creemos, incluso, que aún en el caso de que tales estudios pudieran realizarse no resultarían suficientes porque la publicación puntual de un libro o cualquier otro soporte informativo tiene, por sus características, una actualidad y una presencia efímeras. Estimamos por ello que, a fin de garantizar la necesaria continuidad de ese pasado remoto o inmediato en nuestra memoria individual y colectiva, resulta imprescindible un centro dinámico que mantenga activa la conciencia de nuestra historia. Esa es una de las funciones que cumpliría el Museo Temático cuyo proyecto tratamos de articular.



Cubo del molino de las cuatro esquinas

Por otra parte, de los vestigios de ese entramado construido alrededor del curso del agua que descendía de los nacientes y manantiales de la zona alta del Valle el más llamativo y el mejor conservado es el molino de agua, de ahí que sean esos edificios, los espacios desde los que aún resulta posible relatar parte de nuestra historia y de ahí esta propuesta para rescatarlos y devolverlos a nuestra memoria y por ello a nuestro presente, convirtiéndolos en sede de ese futuro Museo.

EL MUSEO TEMÁTICO COMO ELEMENTO DE DINAMIZACIÓN CULTURAL


Molino de las cuatro esquinas

Cualquier política cultural que se precie no puede centrarse sólo en una zona, en este caso, del municipio y dejar abandonada otras. Si se repasa la historia de nuestra Villa se observará que tradicionalmente ésta parece sólo haberse desarrollado y desplegado en el núcleo al que con toda propiedad se denomina casco histórico y que coincide con lo que en el lenguaje coloquial se conoce como Villa Abajo.

Los barrios periféricos han sufrido un secular abandono que sólo en nuestra historia más reciente ha comenzado a paliarse, resultando así innegable el desarrollo que han experimentado zonas como la Perdoma, la Florida, Pino Lere, Camino Chasna, etc., tradicionales lugares de asentamiento de peones agrícolas y medianeros hasta un pasado muy próximo. Resulta por ello llamativo que una parte del núcleo poblacional de la Orotava, la Villa Arriba, haya quedado marginada y olvidada sin que, hasta el presente, se haya diseñado una política suficientemente activa para esta zona. ¿Cuáles son las razones? ¿por qué no se percibe como problema lo que objetivamente es un desarrollo poco armónico y descompensado del espacio urbano de la Villa?

Las razones históricas son múltiples y tienen que ver, sin duda alguna, con la composición de clase de las gentes que habitan la Orotava y con el poblamiento original. El barrio del Farrobo, como se conocía históricamente a la Villa de Arriba, fue asiento de una población mayormente artesana que con su laboriosidad ha contribuido a configurar parte de la historia de nuestro pueblo; su aportación sin embargo permanece soterrada porque no ha sabido o podido proyectarse, salir a la luz, relumbrar del mismo modo que lo ha hecho la actividad de las gentes que se asentaron en la Villa de Abajo. El establecimiento de las clases pudientes en esta zona baja y la ubicación en ella del más relevante lugar de culto así como de los espacios de despliegue de la vida social han posibilitado que las manifestaciones culturales y lúdicas del pueblo hayan estado siempre radicadas en esta zona –nada resulta más evidente que constatar por un lado, la inexistencia de espacios públicos de intercambio, reunión y representación como plazas, teatros, cines, etc., en el barrio del Farrobo desde los que vertebrar las creaciones de sus gentes, y por otro, y como contrapartida, el notable número de bodegas que han jalonado este espacio urbano–. El mantenimiento de una situació que, sin duda, es un vestigio histórico, carece de sentido en el presente y a ello hay que poner remedio.

El espacio que pretendemos recuperar incluye el Molino de las cuatro esquinas, el Molino de Josefina, la canalización de tea que los unía y el espacio público que existe entre ambos - el Proyecto incluye la puesta en funcionamiento de los molinos mediante la circulación de agua en circuito cerrado-; esta recuperación permitiría no solo disponer de los recintos de los citados molinos como lugar de ubicación de los elementos del museo temático sino que posibilitaría la puesta en funcionamiento y la exhibición permanente de los mecanismos que operaban en su etapa activa (¡el impacto estético y la atracción turística que esta puesta en funcionamiento supondría, resulta más que evidente!).

Molino de Josefina

Canalización de tea entre molinos

Entendemos, finalmente, que esta recuperación constituye, en cierto sentido, la cancelación de una deuda histórica de la Orotava con uno de sus barrios más emblemáticos y al mismo tiempo es una plataforma desde la que proyectar una creatividad que sin duda ha existido y existe en el Farrobo y que por las circunstancias históricas antes mencionadas se ha mantenido ocluida.


CONCEPCIÓN DEL MUSEO TEMÁTICO

La vertiente aplicada que la ciencia ha tenido a lo largo de su historia –bien fundamentando el funcionamiento de máquinas e ingenios descubiertos a veces por pura intuición, o bien sirviendo como inspiración de otros construidos a partir de sus principios– ha ido dejando su huella no sólo en toda clase de instrumentos, máquinas, etc., sino también en los edificios que los albergaron. Es posible por ello hablar con toda propiedad de la existencia de una arqueología industrial o científica cuyo objetivo no es otro que hallar y recuperar restos de esa actividad pretérita sin la que la historia de las comunidades resulta incompleta.

Chorro
Teniendo en cuenta que gran parte de la actividad industrial de la zona aparece ligada a la capacidad motriz del agua, el espacio cultural y museístico cuyo proyecto queremos desarrollar tendría entre sus funciones no sólo la recuperación, puesta en funcionamiento y contextualización de todos aquellos elementos técnicos en los que se ponga de manifiesto la aplicación consciente de principios científicos a actividades de la vida cotidiana y productiva de nuestro valle, sino también la creación de una sensibilidad específica hacia los vestigios de nuestro pasado artesano e industrial, auspiciando e incentivando la donación, cesión, préstamo, etc., de todo tipo de útiles, máquinas, diseños, etc., con él relacionados.

Este proyecto se halla en perfecta sintonía con la política de investigación, proyección y divulgación científica que desarrolla la FUNDACIÓN CANARIA OROTAVA DE HISTORIA DE LA CIENCIA y desde ella se impulsaría; al mismo tiempo resulta complementario con otras iniciativas que pretenden recuperar y potenciar investigaciones de historia local.


En el panorama actual de museos en la isla de Tenerife abundan, ciertamente, las propuestas de apertura de nuevas instalaciones que, por lo general, no están fundamentadas con los mínimos requisitos de relevancia científico-patrimonial ni de viabilidad respecto a la adecuación de infraestructuras, disponibilidades de montaje y garantías de mantenimiento a largo plazo. Estimamos, por el contrario, que la propuesta de creación de un museo en La Orotava dedicado monográficamente a los molinos está plenamente justificada en función de los siguientes aspectos:

1. Los cereales y la molinería han desempeñado un papel de primer orden en la historia de la agricultura, la tecnología popular y el consumo alimentario de la isla de Tenerife.

2. No existe en Tenerife ningún museo o centro que presente de forma sistemática la evolución histórica de la molinería en la isla y que esté orientado a la conservación y difusión del patrimonio mueble e inmueble y los saberes técnicos asociados a la transformación de los cereales.

3. Entre la rica variedad tipológica de molinos de Tenerife, tanto histórica como geográfica, los molinos de agua de La Orotava pueden ser considerados de primer orden, no sólo por la importancia y continuidad de su producción a lo largo de siglos, sino muy en particular, por sus singularidades técnicas.

Molino de la Magnolia
4. Desde el punto de vista de la idoneidad del inmueble, el estado actual de los molinos de agua permiten prever unos gastos de rehabilitación arquitectónica relativamente bajos, incluso considerando que ésta deberá contemplar su adecuación a las necesidades como instalación museística.

5. Si bien no se disponen de fondos y colecciones públicas para aportar inicialmente al montaje de este museo, tenemos constancia de que en La Orotava hay muchos particulares que conservan objetos, iconografía y documentación relevante para la historia y la cultura material de los molinos. Por lo demás, las gestiones orientadas a la cesión o depósito de esas piezas y materiales documentales contribuiría eficazmente a la conservación y disfrute público de este apartado del patrimonio cultural del municipio.

6. Finalmente, en lo que se refiere al equipo de profesionales que necesariamente tendrían que intervenir en la elaboración de un proyecto museístico de estas características, desde la FUNDACIÓN OROTAVA DE HISTORIA DE LA CIENCIA se puede garantizar el concurso y coordinación de arquitectos, historiadores sociales, historiadores de la ciencia y la tecnología, antropólogos, técnicos de museos y especialistas en instalaciones museísticas.

ALCANCE TEMÁTICO DEL MUSEO

Sin predeterminar el montaje museístico que finalmente se decida, el museo presentaría contenidos expositivos en los siguientes ámbitos:

1. El agua como elemento vertebrador de la historia de la Orotava.

2. Importancia de los cereales en la historia socioeconómica y cultural.

3. Evolución y descripción tipológica de las tecnologías de transformación de cereales, con especial referencia a la molinería hidráulica.

4. Principios físicos e implementación técnica de la molinería tradicional.

5. Los molinos de agua de La Orotava como manifestación singular de tecnología molinera.

6. Los molinos de agua de La Orotava en el contexto de la evolución de la vida cotidiana en el municipio.


Lavaderos y lavanderas


Por último, es importante destacar que la instalación de este museo supondría asimismo una importante contribución en los siguientes aspectos:

1. Salvaguarda de varios de los inmuebles más relevantes desde el punto de vista histórico del patrimonio arquitectónico de La Orotava y de sus contextos urbanos.

2. Integración de estos inmuebles y sus contenidos expositivos, a través de circuitos culturales, en el conjunto del patrimonio histórico y la actividad ciudadana del municipio.

3. Creación de una base de datos documental del patrimonio histórico, mueble, inmueble e intangible, vinculado al cultivo de cereales y molinería en La Orotava.

4. Valorización de esta iniciativa cultural como un referente de centro especializado en la oferta museística insular.

5.- Elemento dinamizador de la vida ciudadana

HISTORIA DE LA QUÍMICA (III): LA COMBUSTIÓN ANTES DE LAVOISIER



En nuestra entrega anterior tuvimos ocasión de señalar que las cuestiones centrales de la investigación química tenían que ver, por un lado, con el intento de entender la composición de las sustancias, penetrando, así, en la naturaleza de los “llamados” elementos –fuego, aire, agua y tierra– , y, por otro, con el desentrañamiento del cambio químico. De estos cambios químicos uno de los más espectaculares era, sin duda alguna, la combustión.


La combustión


¿Por qué era la cuestión de la combustión tan importante? ... En primer lugar porque se trata del más espectacular y fundamental de todos los procesos químicos familiares. En segundo término porque es un proceso en el que aparecen implicados los cuatro elementos aristotélicos y en tercer lugar porque la combustión es, literalmente, de importancia vital: ya que es una lenta y regulada combustión la que mantiene el calor animal en los procesos metabólicos de los que depende la vida animal.

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A fin de orientarse en el proceso de desentrañamiento de la naturaleza de la combustión conviene tener claras ciertas ideas sobre el modo en que ésta se concibe desde nuestra perspectiva actual (que no es otra que la de Lavoisier):

a) El aire es esencialmente una mezcla de dos gases, oxígeno y nitrógeno.

b) La combustión y la respiración implican reacciones químicas entre compuestos de carbono y oxígeno con producción de agua y dióxido de carbono, excepto cuando el reactivo sea sólo carbono en cuyo caso únicamente se genera dióxido de carbono.

c) Cuando un metal se calienta en presencia de aire, se forma un óxido (cal) al combinarse aquél con el oxígeno - el proceso recibía el nombre de calcinación en la literatura alquímica-.

d) Muchos óxidos, al ser calentados con carbón, generan el metal y dióxido de carbono, resultado de la combinación del oxígeno del óxido con el carbono.

e) El óxido de mercurio, tiene, sin embargo, la inusual propiedad de convertirse en mercurio metálico sin el concurso del carbón al calentarse a temperaturas elevadas.

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El esquema anterior no nació ex nihilo y no fue, ni mucho menos, el primero de los utilizados para explicar el fascinante –y trascendental– proceso de la producción de fuego; de hecho sustituyó a la denominada Teoría del flogisto que, a pesar de sus principios esencialmente erróneos (según sabemos ahora), constituyó uno de los primeros esquemas conceptuales en el que encajaban la mayor parte de los fenómenos químicos analizados a mediados del siglo XVIII.

Observado en perspectiva podemos afirmar que, al margen de esa comprensividad, el éxito de la teoría del flogisto como fundamento de la combustión se debió, a un deficiente dominio de las técnicas de aislamiento, identificación y manejo de los gases; a un insuficiente control y valoración de las medidas cuantitativas; y a la aparente facilidad con la que explicaba la más espectacular de las combustiones: la de las sustancias orgánicas.


De los dos tipos de combustión más conocidos –la de las sustancias orgánicas y la de los metales– los creadores de la teoría del flogisto escogieron como modelo, la primera; en efecto, los fieros chorros de gas ardiente emitidos de la madera o el carbón pueden haber sugerido la idea de un escape de flogisto desde los cuerpos que arden (de hecho para Becher la combustión era la rotura de un cuerpo con la expulsión de sus componentes más volátiles) hasta quedar reducidos a ligeras cenizas. Los metales, en cambio, muestran un aumento de peso cuando se calientan al aire porque el producto resultante es sólido y no escapa y se pierde en la atmósfera circundante.

El esquema articulado en la teoría del flogisto era especialmente válido para explicar no sólo la combustión de las sustancias orgánicas que ardían en el aire, sustancias ricas en flogisto que se liberaba de ellas combinándose con el aire y, en su caso, en recipientes cerrados, pudiendo llegar a saturarlo con la subsiguiente finalización de la combustión, sino que, también, permitía explicar uno de los procesos químicos de mayor utilidad práctica: la obtención de metales a partir de sus vetas por calentamiento con carbón, según el siguiente esquema:

Veta metálica (óxido) + Flogisto (del carbón)  --- Metal


Este flogisto suministraba a la sustancia terrosa un principio metalizante que lo transformaba en metal; éste, al igual que pensaban los alquimistas, era más complejo que la “cal” (óxido).

Pese a su aparente comprensividad, esta teoría ignoró dos hechos, firmemente establecidos, que contradecían los supuestos de cualquier teoría material sobre el flogisto:

a) que los metales al calcinarse experimentan un aumento (en lugar de una pérdida) de peso

b) que un volumen confinado de aire se contrae (en lugar de expandirse) al quemar un cuerpo en él.

Ya hemos mencionado que una de las razones para la pervivencia de la teoría del flogisto, aparte de por su capacidad para introducir cierto orden en un campo dominado hasta entonces por el caos, fue el escaso conocimiento de la naturaleza de los gases, de modo que puede afirmarse, sin duda, que el descubrimiento más importante del período que se extiende desde 1650 a 1750, aproximadamente, es el de la existencia de cuerpos gaseosos distintos del aire atmosférico. En paralelo con este hecho también tuvo una significación relevante el progreso en el conocimiento de los demás cuerpos.

Todo este trabajo no era, en el fondo, otra cosa que el establecimiento de la naturaleza de las sustancias y su identificación como elementales o compuestas. Un problema de gran envergadura cuya resolución no se alcanzaría hasta una época posterior con el afianzamiento de la teoría atómica de Dalton.

domingo, 6 de febrero de 2011

DE INFORMES Y DOCUMENTOS:PLAN ESTRATÉGICO DE REVITALIZACIÓN COMERCIAL EN EL CENTRO URBANO DE LA OROTAVA


En algunos artículos anteriores he expresado mis opiniones sobre el presente y futuro del comercio en La Orotava; estas opiniones eran producto de una reflexión personal basada en lo que me dictaba el sentido común; hace unos días he tenido la oportunidad de conocer una versión de la "Memoria Técnica del Proyecto denominado Plan para facilitar el posicionamiento del Centro Urbano de La Orotava como lugar de especial Interés Patrimonial y Comercial" elaborada por la empresa Díaz & Santurtún y Asociados S.L. a instancias del Ayuntamiento y que sirvió de base para la presentación, sin éxito, de una solicitud de fondos FEDER al Ministerio de Administraciones Territoriales. Las coincidencias entre lo que he escrito y lo que aparece en este estudio profesional son múltiples - imagino que muchos orotavenses, desde el sentido común, habrán llegado a conclusiones similares.

Los documentos base para la elaboración de esta Memoria fueron dos trabajos previos, elaborados por la misma empresa  Díaz & Santurtún y Asociados S.L. a instancias de APYMEVO: Plan Estratégico de revitalización comercial del Centro Urbano y Plan de Marketing municipal en La Orotava.

Los objetivos declarados del Plan Estratégico eran:
  1. Elaborar una propuesta de Proyecto o Plan Estratégico de Revitalización Comencial, a nivel integral, para el centro urbano de La Orotava, que pueda culminar en un plazo razonable en la creación de un Centro Comercial a Cielo Abierto (CCCA) [el subrayado es mío] y que sirva para mejorar la situación comercial traducible en términos de incremento de flujos, empleo y del volumen de negocio actual.
  2. Posicionar la oferta de La Orotava de forma específica y diferenciada respecto a otros lugares y centros comerciales, prestando atención al turismo.
  3. Relacionar la oferta comercial con otros atractivos de La Orotava, sobre todo los aspectos patrimoniales / históricos y de ocio.
  4. Reducir la evasión de gasto comercializable y atraer otro, sobre todo turístico.  
Como se ve, un ambicioso proyecto que sería interesante conocer íntegro para que pudiera medirse la distancia entre lo proyectado y lo realizado.

En todo caso, sí me ha resultado curioso analizar un cuadro que aparece en el Informe al que nos estamos refiriendo, donde, en cuatro columnas, se listan las DEBILIDADES, AMENAZAS, FORTALEZAS y OPORTUNIDADES.

Entre las primeras: una oferta dispersa, poco atractiva y especializada; bajo índice de modernidad del punto de venta individual; gestión comercial poco evolucionada; insuficientes servicios a los clientes; débil oferta de ocio - faltan asociados en hostelería -; elevadísimo flujo de vehículos de paso por el centro urbano; severo problema de accesibilidad al centro urbano - tráfico, parking gratuito, señalización-; de las segundas se mencionan, entre otras, las siguientes: Centro Urbano no definido a nivel espacial como lugar de compras diferenciado; previsible consolidación del Centro Comercial La Villa a medio plazo; población más joven, profesionales y asalariados compran más en C. C. por horarios, comodidad e imagen de marca; escasa oferta específica para el turista; planes alternativos de otras localidades próximas; al hablar de las fortalezas se enfatiza, quizás por exigencias o como concesión, el valor de la empresa que encargó el Informe y así se dice: Asociación APYMEVO, su implantación e iniciativa que suple carencias - sin ella sería difícil el relanzamiento -; equipo humano de APYMEVO con capacidad para desarrollar el proyecto; suficiente grado de asociacionismo en el municipio; colaboración municipal muy positiva; buena presencia de supermercados grandes en La Orotava; comercios con elevada cuota local en equipamiento personal y hogar y, en general, buena valoración de la oferta por el consumidor y de la atención recibida; centro histórico posicionado como tal, con gran relevancia, oferta patrimonial amplia y variada; buenas dotaciones de aparcamientos (sic); finaliza el recuento el listado de oportunidades: elevada demanda de actividades relacionadas con el ocio urbano; importante número de turistas que visita la isla y el norte, posibilidad de incrementar las ventas; el Centro de Ocio de San Agustín como locomotora y fórmula para traer visitantes de otros lugares; La Orotava tiene personalidad propia para generar suficiente atractivo específico e imagen de marca; la oferta en su conjunto (patrimonio, comercio, servicios) tiene masa crítica suficiente; la población de La Orotava y los municipios próximos forman una masa demográfica adecuada; el ciudadano prefiere la naturalidad de una ciudad que lo artificial de un Centro Comercial periférico.

Podríamos preguntarnos por qué y cuando se "torció" el Proyecto y también delimitar las razones y responsabilidades, ¡si las hubiera!, de ese fiasco. Aquí van algunos interrogantes: ¿Qué papel jugó APYMEVO en todo este asunto? ¿Qué apuesta hizo el Ayuntamiento? ¿Qué estrategia utilizó el lobby que apoyó la instalación del Centro Comercial? ...

A la primera pregunta hemos tratado de responder en un artículo publicado en este blog con el título "De cómo el significado de una "V" cambió las prioridades de una Asociación: APYMEVO y el comercio en La Orotava"; de los otros interrogantes nos ocuparemos más adelante.

De cualquier modo, pasados los años, lo que se incluía en la Memoria anteriormente citada como una amenaza -la consolidación del Centro Comercial La Villa- se concretó y captó para sí la mayor parte de ese comercio que el Plan nonato reivindicaba para la ciudad.

Nada de lo que se ensaya ahora, desde el Ayuntamiento o las Asociaciones empresariales -como la iniciativa "La Orotava me enamora"-, dejan de ser meras acciones puntuales que no van al fondo del asunto y la cuestión central sigue siendo la misma: ¿cómo recuperar la dinámica comercial en La Orotava?