miércoles, 25 de marzo de 2009

AÑO MUNDIAL DE LA ASTRONOMÍA I

Coincidiendo con el 400 aniversario de las primeras observaciones astronómicas realizadas con telescopio por Galileo Galilei y la publicación por Johannes Kepler de la Astronomía nova, el año 2009 ha sido declarado Año Internacional de la Astronomía.

La propuesta fue realizada por la Unión Astronómica Internacional (UAI) y apoyada por la Unesco –el organismo de la ONU responsable de la política educativa, cultural y científica– tras una propuesta oficial por parte del Gobierno Italiano. Finalmente la Asamblea General de Naciones Unidas ratificó esta decisión el 19 de diciembre de 2007.
Puede ser esta una buena ocasión para acercar esta ciencia al público en general. Dedicaré, pues, a ello algunos artículos.

La sustancia de la Astronomía es la observación del cielo. Las luminarias que deambulan contra el fondo oscuro del firmamento han ejercido, desde siempre, una fascinación que ahora, en una época dominada por la luz artificial, sólo es perceptible cuando elevamos nuestros ojos hacia ese vasto espacio en la soledad de un paraje deshabitado.

La cadencia de movimientos repetitivos de esas luminarias condicionó durante siglos la actividad de la sociedad: día y noche marcaban los ritmos vitales de nuestros antepasados en un grado mucho más acentuado que ahora, las estaciones regulaban el trabajo de siembra y recogida de sociedades agrícolas o el momento de las migraciones de los pueblos nómadas.

También, esta regularidad sugirió la posibilidad de enmarcar los fenómenos dentro de un sistema y pronto surgieron esquemas explicativos que, desde un fondo mítico marcado por el antropomorfismo, fueron paulatinamente despersonalizándose hasta adquirir rango científico.

Durante este proceso fue produciéndose una separación difícil, e incluso a veces dolorosa, entre la astronomía, que Ptolomeo definió como aquella parte de la Doctrina de las estrellas por la que comprendemos las figuras que en cada momento adoptan los movimientos del Sol, la Luna y los astros, entre sí y con respecto a la Tierra, y la astrología: aquella otra por la que observamos, gracias a los rasgos naturales de esas mismas figuras los cambios que se van a operar en los seres.

Probablemente sea esta última, la astrología la que, aunque carente de toda base científica, mayor atención ha recibido por el profano –no hay sino que ver la credibilidad y el prestigio del que han gozado (¡y gozan!) los horóscopos, cartas astrales y demás zarandajas por el estilo.

Observar el cielo con mirada científica –hacer Astronomía, en suma– se remonta a la época griega, en los tiempos en que el mito devino logos.

Es en esa época seminal cuando el hombre comenzó a tomar conciencia del mundo en el que vivía: una Tierra esférica de la que fue capaz de determinar su radio (Eratóstenes) y unos objetos fascinantes –el Sol y la Luna– cuyas distancias relativas a la Tierra acotó y cuyos tamaños relativos cuantificó (Aristarco de Samos).

jueves, 19 de marzo de 2009

REFLEXIONES SOBRE POLÍTICA MUNICIPAL

Hace ya mucho tiempo que no me dedico a la política en sentido estricto y quizás por ello las reflexiones que vienen a continuación pequen de ingenuas. Asumo, no obstante, ese riesgo.

La distribución de poder municipal en la comarca del Valle de la Orotava ha seguido pautas diferentes en cada uno de los municipios: monopolio de poder nacionalista en La Orotava y alternancia entre estos y los socialistas en el Puerto de la Cruz y Los Realejos.

No conozco con demasiado detalle los entresijos de la pugna política en este último municipio y por ello mi comentario va a centrarse fundamentalmente en los dos restantes: el Puerto y La Orotava.

En el Puerto de la Cruz se han venido alternando al frente de la Corporación socialistas y nacionalistas, con mayorías ajustadas o insuficientes, y el balance de gestión -desde la época en que se perdió el monopolio como enclave turístico- no parece muy brillante. La continua alternancia es, por otra parte, todo un síntoma de la insatisfacción ciudadana con sus regidores a los que atribuyen la responsabilidad por el creciente deterioro sufrido por una ciudad que fue en su momento referencia turística del Archipiélago y a los que consideran incapaces de detenerlo.

La ciudad lleva, así, años sumida en una parálisis y en un estancamiento profundos que certifican, de hecho, la ineficacia de esa alternancia. No parece, pues, de recibo plantear, en la actual situación de crisis, una vuelta a la práctica de mociones de censura para repetir una historia ya conocida y una acentuación de la fractura ciudadana. Por el contrario, a mi juicio, lo que la ciudad necesita es un gobierno de concentración para solucionar problemas concretos y para fortalecer la voz de una zona, el Norte, debilitada y abandonada por un Cabildo y un Gobierno Autónomo que han apostado por el área metropolitana y el Sur. Estoy, además, convencido de que las legítimas y razonables diferencias ideológicas -esenciales y significativas a nivel de Comunidad o de Estado- son de menor relevancia en la gestión municipal y, en los actuales momentos de emergencia, aparcables.

Resultan pues, desde mi punto de vista, no sólo irresponsables, sino también de escasa visión política -a menos que obedezcan a intereses difícilmente confesables- los recientes llamamientos de D. Francisco Linares -Secretario de política municipal de Coalición Canaria- auspiciando la presentación de esa moción (sobre este asunto hablaremos más adelante) o las dificultades que en las instituciones insulares y autonómicas encuentra la corporación realejera para sacar adelante proyectos (según ha confesado su alcalde), en las altas instancias de su partido -Coalición Canaria- a las que no les gusta el gobierno de coalición de nacionalistas y socialistas.

Cualquier observador que aplicara ciertas dosis de sentido común vería con nitidez que un Norte cohesionado dificultaría la política centralista y sesgada al Sur que han venido practicando desde hace años el Cabildo y el Gobierno Autónomo. ¿Por qué razón no ha sido factible esa cohesión? ¿No resulta sospechoso que, ni siquiera en momentos en que todos los ayuntamientos del Valle tenían el mismo color politico -que coincidía con el del Cabildo y el del Gobierno Autónomo: nacionalista-, haya existido una acción concertada y mancomunada?

Las razones que explican este desencuentro quizás haya que buscarlas en la pugna que se desató por la hegemonía política y económica en el Valle, pugna que sin duda ha arrojado beneficios para La Orotava y Los Realejos, municipios hasta entonces colocados en un discreto segundo plano y con un desarrollo supeditado al empuje de la ciudad turística, pero que ahora es preciso aparcar.
La política no suele ser inocente -los intereses económicos menos aún- de forma que el sesgo hacia el Sur, auspiciado por el Cabildo y el Gobierno Autónomo, favoreció y alentó una batalla que le permitía no sólo debilitar, aún más, al Puerto de la Cruz sino, también, impedir que el Norte hiciera sentir su peso, demográfico, económico y político, para reequilibrar inversiones. Enzarzados en sus guerras intestinas el dinero voló a otros destinos.
Las consecuencias de esos desencuentros siguen padeciéndose y no parece, a la vista de las mencionadas declaraciones de Francisco Linares o a las quejas expresadas por el alcalde realejero, que vaya a acabar imperando la cordura y que los políticos norteños dejen de comportarse como "magos", los "magos del Norte" al decir de los capitalinos.
Otra política habría sido, y sería, posible si los tres municipios hubieran hecho valer su peso real en el concierto isleño obligando a ese reequilibrio; el concierto de soluciones y una política de acciones diversificadas y complementarias habría impedido el declive de un destino turístico que podría ofrecer algo más que sol y playa.
Creemos que aun se está a tiempo, pese a o, quizás, gracias a la crisis, de salvar los muebles y mirar de otro modo para actuar de otra forma: aunando esfuerzos.
¿Hay capacidad para liderar esta tarea?

lunes, 16 de marzo de 2009

LOS MECANISMOS DEL SENTIMIENTO RELIGIOSO



Este artículo, hijo de su tiempo, vio la luz en el número 5 de la revista "El Aguijón", antes —durante el franquismo— cuando no podía hablarse en voz alta de ello había circulado como panfleto.

Si tuviera que escribir sobre este asunto —algo que probablemente haré— cambiaría gran parte de lo que en él hace referencia a esa cándida esperanza de construcción de sociedades sin clases como espacios en los que los conflictos humanos se desvanecerían: el paso del tiempo y la realidad nos hacen ser más objetivos.


LOS MECANISMOS DEL SENTIMIENTO RELIGIOSO


El objeto de las presentes reflexiones no es ofrecer un análisis completo de algo tan importante, por lo que entraña para el hombre, como el sentimiento religioso; se trata simplemente de un intento de poner en claro algunos de los mecanismos a que responde ese sentimiento religioso, y contribuir así, en alguna medida, a hacer la crítica de la religión como alienación del hombre.

Desde nuestro punto de vista, es el hombre el que crea a sus dioses impulsado por una serie de carencias que se le imponen como duras realidades:

1- Carencia de inmortalidad
2- Carencia de conocimientos
3- Irrealización de toda una serie de potencialidades y posibilidades como consecuencia de las limitaciones que la sociedad en la que vive y se desarrolla, le impone, condicionándolo y anulándolo.

La primera de ellas se siente como tal carencia, por el deseo, connatural a lo vivo, de seguir viviendo. Sólo el hombre, de forma clara, con su conciencia de vivir, (conciencia que el animal o el vegetal no poseen), se enfrenta a la muerte como algo trágico, como una renuncia total que le resulta inadmisible. Se ve así en la necesidad de crear, de inventar otra vida, ¡simplemente para seguir viviendo de una ú otra manera!

La segunda de esas carencias es claramente perceptible si se observa, por ejemplo, que la concepción de los dioses ha ido evolucionando con el hombre. Dios tiene historia y ello prueba que no es algo exterior al hombre, sino que, por el contrario, como idea que responde a una serie de necesidades humanas, ha ido modificándose a medida que el hombre se alzaba desde el reino animal, donde todo era miedo e indefensión frente al poder de la Naturaleza —Dios como poder desconocido, el Sol, un volcán, etc.—, hasta nuestros días, en los que la idea de Dios responde a mecanismos más sutiles —el hombre ha separado de sí y de las relaciones entre seres humanos todo lo mejor y lo más deseable creando, por un lado, un ser exterior extraño a él y abstracto al que llama Dios, y por otro una vida ultraterrena de felicidad y reparaciones—. La lucha del hombre con la Naturaleza y la evolución de la sociedad y las estructuran sociales han ido eliminando el misterio, desvelándolo. Se le ganan posiciones al Dios—misterio y éste se humaniza paulatinamente. La ciencia, que ha jugado en este proceso un papel básico, expresa en cada época su concepción del mundo mediante teorías que pretenden dar una explicación coherente de los fenómenos conocidos, por medio de leyes que rigen los procesos. Una teoría científica no aspira a dar una explicación acabada sino que procede por aproximaciones sucesivas cada vez más amplias y abarcadoras. Tratar de “explicar” la creación del mundo mediante la introducción de un “ser inexplicable” no es un proceso muy diferente al que nuestros antepasados empleaban cuando atribuían la erupción de un volcán a la ira divina. Ambos responden a idéntica causa, la carencia de conocimientos.

La ciencia no ofrece aún explicación a Todo, de hecho se encuentra en proceso de avance, pero de ello no se deduce que no sea capaz de explicar, en un futuro más o menos remoto, lo que ahora nos resulta inentendible. Basta reflexionar, para hacer creíble esta hipótesis, en el proceso de desarrollo del conocimiento científico en nuestro siglo.

La tercera de las carencias antes reseñadas está en relación, de alguna manera, con el desconocimiento y alienación con que se vive la vida en una sociedad cuya estructuración en clases condiciona y anula múltiples posibilidades del hombre. Esta alienación y condicionamientos provocan una insatisfacción y frustración que se haría muy difícil de tolerar, si no existiesen toda una serie de mecanismos coactivos, (poder represivo de la clase dominante policía, información controlada, educación dirigida etc.), o sublimadores, (la religión, como opio del pueblo, para hacer soportable la miseria física y moral), que tratan de mantener inmutable una estructura social que favorece a una minoría.

Centrándonos en el problema de la religión, que ahora nos ocupa, es claro que la estructura de la que se dota a “la otra vida” responde a los mas íntimos deseos del oprimido —¡es tan satisfactorio el que la injusticia sea reparada siempre!—, aunque no olvide al opresor para el que resulta cómodo el que las reparaciones tengan lugar en la “otra vida” a la que se tiene un simple acceso mediante un sincero arrepentimiento in artículo mortis.

La insistencia en las reparaciones y satisfacciones que la otra vida proporcionará al individuo juega así un papel reaccionario, claramente beneficio so para la clase dominante, al adormecer y anular los deseos de hacer justicia en éste mundo. Se sanciona así, haciendo uso del sentimiento religioso, una estructura social injusta.

Las dificultades que existen para acabar con esa estructura social opresiva y el poder corruptor y anulador que ésta posee, provoca dos tipos de personas que, de una u otra forma, desarrollan mecanismos de defensa catalogables en alguna medida como religiosos: el nihilista—escéptico y el hombre gris.

Es claro el que por un lado las dificultades para eliminar las barreras que se oponen a la plena satisfacción de las aspiraciones humanas, y por otro la inexistencia de alternativas concretas, sugestivas, que permitan la incorporación de amplios sectores de población a esa lucha liberadora, provocan salidas de tipo individualista de las que son ejemplos claros las adscripciones personales, por la vía de la fascinación, a ciertas prácticas derivadas en alguna medida de religiones de tipo oriental, (las drogas, el yoga,...), así como una revitalización del misticismo y el irracionalismo, (las connotaciones de carácter liberador y salvador que tienen en el fondo los extraterrestres, tan de moda actualmente, son evidentes).

Por otra parte, la propia insignificancia, la insignificancia del hombre gris que vive una vida desprovista de estímulos, es extraordinariamente difícil de asumirse. El hombre gris se ve necesitado de nuevas oportunidades, que desaprovecha en su frustrada vida terrena, y crea “otra vida” en la que esa oportunidad se le brindará de nuevo. La comprensión de la amarga realidad que supone sufrirse como mediocre no es nada cómodo. Por ello, cuando no se ofrece una salida satisfactoria, revolucionaria en sentido amplio, la exaltación demagógica del “valor” del hombre gris y la utilización de sus represiones y frustraciones en provecho de poderes e intereses reaccionarios, conduce a fascismos de todo tipo.

El carácter político que posee la comprensión de estos hechos, de esas carencias a las que hemos hecho alusión, es evidente al ponerse de manifiesto, por un lado la utilización de la religión para mantener el orden establecido por una minoría privilegiada, y por otro el que esa estructura social clasista es la productora de la frustración y anulación del potencial y aspiraciones que como seres humanos poseemos y que podríamos desarrollar en otro tipo de sociedad sin clases.

De la exposición anterior se infiere que el segundo de los mecanismos del sentimiento religioso, —la carencia de conocimientos— , es posible eliminarlo a medida que la ciencia avanza, ya que responde a motivos de tipo racional.

Los restantes, sin embargo, obedecen a procesos de carácter más instintivo, irracionales; la pérdida de la vida y la asunción de la propia mediocridad son realidades excesivamente duras para el hombre.

Obviando el problema de la finitud de la vida humana y de la angustia que conlleva esa evidencia, una reflexión inmediata a propósito del tercero de los mecanismos de soporte del sentimiento religioso muestra el que si un sistema político-social no potencia al máximo las capacidades individuales del hombre que vive en colectividad, provoca la aparición y el reforzamiento de los sentimientos religiosos al no extinguir y acabar con lo que constituye su base material: las carencias no satisfechas.

Es evidente que la imposibilidad de realizar lo mejor de cada individuo en un entorno social hostil, conduce a una transferencia de deseos puramente humanos al terreno de lo divino.

Las sociedades clasistas, por su propia estructura, (apropiación por una mi noria que posee en exclusiva los medios de producción, del producto y los bienes creados por un sector mayoritario de la sociedad que sólo posee su fuerza de trabajo; coacción y leyes opresivas...), impiden que los instintos o tendencias progresivas de hombre se desarrollen, obligándole, por el contrario, a mantener en tensión, ágiles y listas para su uso, las tendencias antisociales como el egoísmo o el individualismo a ultranza.

El socialismo, con su lucha por la eliminación de las clases —base imprescindible para una igualdad de hecho, no formal— del enfrentamiento de unos contra otros, etc., constituye la única esperanza para la liberación total real.

Dentro de un régimen socialista, las contradicciones individuo—sociedad son también fuente de conflictos, de tal manera que la respuesta al desafío que plantea la auténtica liberación humana, provocará el salto hacia nuevas perspectivas apenas entrevistas, ó el retorno a la alienación anterior. La conciencia se deriva de la existencia; la conciencia religiosa procede de una existencia limitada, reprimida en cualquiera de sus múltiples facetas
§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§

1-El sentimiento religioso es producto de una serie de carencias humanas.
  • El hombre es mortal
  • El hombre no acierta a explicar todo lo que le rodea
  • El hombre está inmerso en una sociedad hostil que lo condiciona
2-La explotación del sentimiento religioso, predicando la resignación y la esperanza en una liberación en “la otra vida”, es reaccionaria y ayuda a los opresores que desean que nada cambie porque ya disfrutan de ese hipotético paraíso aquí en la tierra.

3-La mediocridad del hombre gris le obliga a concederse nuevas oportunidades, normalmente “creando” otra vida en el Más Allá.

4- Ofrecer, como recambio a la mediocridad humana, falsos objetivos que manipulan sus frustraciones, conduce al fascismo.

5- Sólo en una sociedad no represiva del socialismo en su última etapa o comunismo, propiciadora de lo progresivo, pueden eliminarse los sentimientos de alienación religiosa, porque en ella verá superadas la mayoría de las carencias que ahora transforma en ilusiones transterrenales.

6- La potenciación de una sociedad socialista auténticamente libre y no castrante de las potencialidades humanas, es la única garantía para la liberación religiosa.

7- La eliminación del miedo a la muerte será la última etapa de la liberación religiosa.

jueves, 12 de marzo de 2009

RÁFAGAS

  • Amaba tanto la vida que por temor a perderla se olvidó de vivir.
  • Vió su imagen reflejada en el espejo y comprendió que su vida había sido un fracaso.
  • ¡Cuánta verdad encierran los versos del poeta!: Quien posee Ciencia y Arte/también tiene Religión/quien no posee una ni otra/¡tenga Religión!

viernes, 6 de marzo de 2009

EL AGUIJÓN ON-LINE



Queremos ofrecer a los que en su día nos siguieron en esta aventura, la oportunidad de disponer de todos y cada uno de los once números del periódico "EL AGUIJÓN" con el que un grupo de entusiastas antifranquistas intentamos intervenir en la vida pública de nuestro municipio.



AGUIJÓN 1

En la época de la Transición, tiempo pródigo en ilusiones –aunque también de reconversiones aceleradas a la democracia– toman cuerpo iniciativas hasta entonces ahogadas por el autoritarismo de la dictadura franquista.

Este periódico, “El Aguijón”, fruto del entusiasmo y el activismo político de un grupo de personas escoradas a la izquierda es un ejemplo de ello.

El número 1 ve la luz en Diciembre de 1978.

La tirada es de 1000 ejemplares y por defectos de información entre la imprenta y los maquetadores el producto final ve la luz con una tipografía diminuta que hace difícil la lectura.

El periódico, por su tono satírico, es acogido con cierta expectación y su venta permite cierto optimismo.

El relato de la primera manifestación vecinal reclamando derechos elementales es una de las secciones.

Sócrates se hacía cargo de la Sección "Aguijonazos"

 http://www.scribd.com/doc/36450642


AGUIJÓN 2

Las elecciones a la Presidencia de la Unión Deportiva Orotava obligan a una intervención puntual – el fútbol, entonces (y quizás también ahora), era una plataforma desde la que ganar influencia para, desde ella, proyectarse hacia la política – que el “Aguijón” lleva a cabo utilizando las viejas armas del panfleto: una hoja volandera sitúa a los candidatos y trata de hacer una lectura de mayor calado.

En el horizonte próximo se adivinaban las elecciones municipales y ciertas "familias" se colocaban en la línea de salida.

http://www.scribd.com/doc/36450646

AGUIJÓN 3

En el ambiente comienzan a percibirse cambios y las viejas Corporaciones se baten en retirada. La Constitución de 1978 establece un nuevo escenario y las distintas sensibilidades políticas inician reagrupamientos y movimientos para enfrentarse a las próximas citas electorales; más en concreto a las municipales.

El movimiento obrero del sector de hostelería había decretado y llevado a cabo con éxito una huelga general. El "Aguijón" se hacía eco de ella.

http://www.scribd.com/doc/36450695

AGUIJÓN 4


Celebradas en marzo las elecciones generales, la inminente convocatoria de las municipales mantenía en vilo a los recien estrenados demócratas. Se iba a elegir a candidatos reconocibles – acreditados antifranquistas, franquistas reconvertidos, indiferentes, chaqueteros, etc. – y el morbo y la expectación eran grandes.

"El Aguijón" entrevistaba a las cabezas de cada candidatura y Sócrates en La Orotava y un reciente incorporado Tabengor en el Puerto desplegaban su mordacidad en la Sección de Aguijonazos.

Chano Hernández dibuja la portada.

http://www.scribd.com/doc/36450717


AGUIJÓN 5


¡Crisis en "El Aguijón"!: Los comentarios del número anterior –los Aguijonazos– no son asimilados por una parte de la Redacción y el sector ligado a la UPC abandona el periódico.

El candidato de UCD considera lesionado su honor y emprende acciones legales contra el períodico; sus redactores son procesados y se enfrentan a una condena por "injurias graves".

Hablan para el periódico los alcaldes del Valle.

Una amplia sección reflexiona sobre los mecanismos del sentimiento religioso.

Sócrates y Tabengor se ven obligados a desaparecer – el primero elige suicidarse apurando la cicuta y el otro corre a ocultarse en las cuevas de sus antepasados –; toman el relevo Voltaire y Chasna.

Gonzalo González inaugura las portadas ilustradas por artistas canarios.

http://www.scribd.com/doc/36450757

AGUIJÓN 6


Las fiestas populares ocupan el centro de este número del periódico y en su editorial proclama: "El Aguijón quiere homenajear a todos aquellos que – generalmente desde el anonimato para el gran público– han contribuido a mantener vivas estas fiestas de calle, barrio, zona o pueblo, porque su trabajo ha servido y sirve para reforzar el sentimiento solidario y de comunidad de nuestros pueblos; sentimiento profundamente amenazado hoy día en una sociedad parcelada, fragmentada e individualista".

También la marginación social encuentra su eco.

Los Aguijonazos pasan revista a la recien estrenada democracia municipal.

Domingo Vega es el autor de la portada.

http://www.scribd.com/doc/36450797


AGUIJÓN 7


"La cultura nos hará libres" –así pensaban los redactores del periódico– y por ello dedican este número a la enseñanza y la educación.

La cesión de la Biblioteca de D. Fernando del Hoyo y Dña. Laura Salazar al pueblo de La Orotava propicia una visita a la casa en la que se alberga. "El Aguijón" no puede controlar su emoción.

Pedro Garhel ilustra la portada.

AGUIJÓN 8

Los cambios que poco a poco iban instalándose en pueblos y ciudades nos movió a dedicar un número semimonográfico a la vida cotidiana.

Unas notas sobre el movimiento asociativo en el Puerto de la Cruz y sobre el quehacer de sus pescadores se complementan con la biografía de un barrio marginado: el Barrio de San Antonio.

"El Aguijón" en un rapto de epicureismo, encarnado en Omar Khayan, emprende un periplo por bares y tascas de La Orotava con resultados desastrosos –en el camino está a punto de perder a varios amigos que se sienten retratados.

La catástrofe que se produjo en la Isla en noviembre de 1826 recuerda parte de nuestra historia.


AGUIJÓN 9

La Iglesia siempre ha considerado como patrimonio el ámbito de la educación y entonces, como ahora, batallaba para retener unos privilegios de los que disfrutó durante el franquismo. No se recataba durante esa época negra de adoctrinar de forma feroz en los principios del nacional catolicismo y tampoco dudaba en proclamar sus concepciones que bien resumen las palabras de uno de sus adalides de entonces, el Cardenal Herrera Oria: "La educación nunca debe salir de las manos de aquellos a los que por derecho propio corresponde en primer lugar, o sea, a la Iglesia".

"El Aguijón" se consideró obligado a intervenir en la polémica que enfrentó a la Iglesia y el Estado y a este fin editó unas "hojas volanderas" que abrió con la frase: "Con la Iglesia hemos topado".

http://www.scribd.com/doc/36450864

AGUIJÓN 10

La agricultura fue siempre fundamental en la economía de nuestras islas y, de forma muy especial, en esta zona. El desarrollo turístico y el consiguiente desplazamiento del campo a la ciudad ha supuesto cambios de largo alcance en costumbres y mentalidades.

Nos pareció interesante rastrear en esta parcela de la actividad de nuestras gentes y a ello dedicamos varios artículos: El espacio geográfico del Valle, Agricultura de ayer y de hoy, Arte y Agricultura, Chasna: La historia de un barrio rural.

Completa el número un conjunto de artículos entre los que destaca uno dedicado a un líder obrero –Domingo Pérez Trujillo–, otro a una aproximación al estado de la Sanidad y un tercero en el que se hace un llamamiento a la recuperación de la Academia de Dibujo "Perdigón".

La portada es de Bernardino Hernández.

AGUIJÓN 11

El que sería el canto de cisne del periódico iba a estar dedicado a los niños y a los adolescentes.

Un recorrido por los juegos infantiles y por los juguetes de una época de autarquía acabaría desprendiendo, como no podía ser de otro modo, cierta nostalgia por un tiempo ya perdido.

Páginas con dibujos y microrelatos de niños de los colegios de la zona se complementaban con artículos en torno al rendimiento escolar, la visión estereotipada de los jóvenes y con un debate sobre el fracaso educativo.

El relato de la visita de una poetisa a la "Casa del Alemán", en la Calle Viera, pone un tono de novela de misterio –con aire gótico– a las páginas del periódico.

Las secciones habituales cierran el último número de una aventura estimulante.

martes, 3 de febrero de 2009

A VUELTAS CON EL CINECLUB (RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS)

LA OTRA MIRADA

Cuando me propuse escribir sobre mis recuerdos del Cineclub – como parte de otras visiones de compañeros y amigos – sentí que, inevitablemente, la panorámica que trasmitiríamos quedaría incompleta. Faltaría una mirada desde el otro lado, la de aquellos que durante la larga noche del franquismo dificultaron el desarrollo del Cineclub, hasta conseguir clausurarlo, y obstaculizaron e impidieron otras muchas iniciativas. La visión de los antidemócratas, de los fascistas – como así les llamábamos entonces.

¿Qué escribiría uno de estos personajes? ¿qué recordaría uno de aquellos soplones que se apostaban en la barra – más bien mostrador – de Casa Marcelino “tomando nota” de cuanto decíamos mientras bebíamos un vaso de vino y dábamos cuenta de lo que en mi recuerdo aparece como la tortilla? ¿cuántos datos podríamos añadir al dossier que recoge la huella de tantas ilusiones y de tanto esfuerzo si encontráramos los informes que estos personajes – peones imprescindibles pero, en última instancia, peones – trasmitían a la autoridad jerárquica correspondiente, a los que decidían? ¿qué importancia tendría para estos jerarcas el que en su pueblo creciera el cáncer de la subversión que el Movimiento del 18 de Julio creía haber erradicado para siempre? ¿ se sentirán satisfechos del deber cumplido? ¿verán, en estas páginas que reafirman el carácter de elemento de resistencia antifranquista del Cineclub, una nueva justificación a sus delaciones de entonces?.
.....................................................

El escenario ya no existe; ha desaparecido, al igual que el resto de las bodegas que jalonaban una ruta que desde Casa Onelia pasaba por él y terminaba en la Baronesa. Puedo, sin embargo, reproducirlo sin demasiado esfuerzo: Un salón, en el que hay un mostrador a mano izquierda y una cocina al fondo, dividido, por mamparas hechas con tela de saco y un ligero armazón de tablas de madera – al menos así aparecen en mi memoria – en dos o tres cuartos que permiten una falsa intimidad.

En uno de ellos, cuatro amigos, después de una larga jornada de trabajo, juegan a la baraja, discuten a gritos y dan buena cuenta de su segundo litro de vino para acabar, finalmente, contándose sus cosas.

En otro, un grupito de seis o siete jóvenes también beben vino con el que acompañan una tortilla. Llevan largo rato hablando de libros – sobre todo de esos libros que hay que conseguir fuera de los canales habituales –, de política, sintiéndose (¡ilusos!) en cierta medida conspiradores, y ahora discuten – en voz más alta de lo que debían – cómo usar los coloquios para acentuar el carácter militante y político del Cineclub (las hojas que informan de las películas – las circulares – se han ido haciendo cada vez más osadas y los textos tienen un contenido cada vez más explícito, de izquierdas).

Todos ellos son conscientes de que éste se ha convertido en un foro desde el que, con ciertas reservas y a veces en clave, se puede hablar de todo aquello de lo que hay que callar, expresar opiniones discrepantes, sentirse, en cierta medida, libres al menos durante unas horas.

- La sesión del próximo domingo - Dios y el diablo en la tierra del sol – va a dar bastante juego.

- Puede hablarse de la revolución, de la guerrilla, de las interferencias de la religión, de los intentos del reformismo por controlar la revolución y de los mercenarios que la reacción utiliza para masacrar al pueblo...

- Las conexiones con lo que aquí pasa pueden...

- Sí, sí, pero hay que prepararla bien para que no suceda lo que ya ha pasado en muchas ocasiones. ¿Recuerdas lo que escribiste en una de las circulares?: (...) hay que conseguir una participación más activa de los socios - que se limitan a escuchar simplemente cuando no abandonan la sala-. Se rompería así la monotonía y continua repetición que suponen las mismas voces, los mismos individuos.

- Ya..., pero para ello hay que controlar a K. para que no comience a hablar sin medida, soltándose un rollo que aburra a un santo, y desvíe así la atención del público... Usar un lenguaje más claro y directo. Tú, que diriges el coloquio, procura no darle la palabra...

- De cualquier modo, si él la pide, levantamos también la mano y nos la das a uno de nosotros...


Acalorados, después de haberse repartido los turnos, discutido la película hasta la saciedad y convencidos de que, como Godard afirmaba, un film debe ser un arma, un fusil..., recogen los papeles y salen del cuarto.

Evitando ser visto, uno de los parroquianos que aún se encuentran cerca del mostrador se desliza con sigilo hacia la zona de sombra. Sus movimientos son furtivos...

Un cuarto de hora más tarde, atusándose un bigotito que ya empieza a blanquear, abandona la bodega con sensación de triunfo: la información que iba a trasmitir era jugosa. ¡A estos rojos se les va a acabar la cuerda!.
.......................................

Sé que estas reflexiones pueden ser tildadas de anacrónicas – ¡todo parece ya tan lejano! – y que resulta difícil trasmitir a los más jóvenes una imagen clara de esa deprimente época. A veces incluso, inadvertidamente, por su ligazón a nuestra vida tendemos a magnificar o a adornar con los afeites de la nostalgia un tiempo esencialmente gris y sórdido; más sórdido aún por el hecho de que era vivido como normal por una gran mayoría de nuestros conocidos e incluso de nuestros amigos a los que la política les parecía algo lejano y, por descontado, peligroso.

Es curioso, no obstante, que no pueda eliminar cierto desasosiego al escribir sobre este tiempo. Probablemente se deba a que , aunque la represión que acabó desatándose en nuestro pueblo, en paralelo a la clausura del Cineclub, no produjo ningún daño absolutamente irreparable, también es cierto que la actitud de estos personajes – delatores, sociales y jerarcas del franquismo – no se diferenciaba demasiado de la de aquellos otros que, durante una época mucho más siniestra y dura – la de la postguerra inmediata –, provocaron torturas, cárcel, fusilamientos y muertes.

El desasosiego, lo sé, no es otra cosa que mi convicción de que la bestia parda nunca muere sino que permanece agazapada.

DARWIN, UN ANIVERSARIO (III)

Cuando se habla de evolución, en cualquiera de sus acepciones, se habla de tiempo y los números que se barajan producen vértigo – miles de millones de años.

Quizás el lector no sepa que la historia de la Tierra centró las discusiones de múltiples científicos en la época de la que estamos hablando, el siglo XIX, y que una de las preocupaciones máximas de Darwin tenía que ver con el tiempo, con la edad de la Tierra, ya que su teoría requería una antigüedad para nuestro planeta que tanto la Biblia como la Física de entonces no estaban dispuestas a concederle.

Ocupémonos, pues, este asunto y prestemos atención en primer lugar a los argumentos esgrimidos por los que acabarán siendo calificados con la etiqueta de creacionistas –término que engloba una variopinta fauna. La idea que subyace en todos ellos es, sin embargo, que Dios creó el mundo de acuerdo con un plan; existe, pues, además del acto de la Creación un objetivo y un diseño para las cosas creadas.

En un principio las creacionistas aceptaban el Génesis y los Libros Sagrados como fuente para trazar la historia de la Humanidad y a ese relato se aferrraban para determinar la antigüedad del mundo –esta corriente, ruidosa y bullanguera, que se atiene al relato literal de la Biblia, no tiene excesiva credibilidad, aunque aún deje oír su voz y utilice el foro de internet para difundir sus disparatadas concepciones.

¿Qué antigüedad le atribuía el relato llamado sagrado a nuestro planeta? ¿Cómo se efectuaba ese cálculo?

Si uno lee atentamente la Biblia y anota los acontecimientos que jalonan la historia del mundo que en él se cuenta puede trazar una cronología y calcular a partir de ella la edad estimada de la Tierra y del Mundo. Esto es lo que hicieron numerosos estudiosos y lo que llevó al erudito James Ussher, nacido en Dublín en 1581, a datar de forma precisa el momento de la Creación en su obra Anales del Antiguo y Nuevo Testamento deducidos desde el primer origen del mundo hasta la última destrucción del templo y del estado judío que publicará en 1650 y en la que afirma:

A partir de las tablas astronómicas, he observado que aquel primer día de la semana, que sucedió muy próximo al equinoccio de otoño, cayó en el 23 de octubre del calendario juliano. Y de ahí he concluido que el primer día y el primer movimiento del tiempo había que retrotraerlo a la puesta del sol que precedió a aquel día del año juliano […] El principio del tiempo, conforme a nuestra cronología, cae en el comienzo de aquella noche que precedió al 23 de octubre del año 710 del periodo juliano (4004 antes de la Era Cristiana).
De creer a Ussher el mundo tendría actualmente una antigüedad de 6012 años.

Esta práctica de cálculo no sólo ocupó a personas estrechamente ligados al ámbito de lo religioso sino que, también, fue objeto de la atención de prestigiosos científicos entre los que se halla Sir Isaac Newton quien, a lo largo de su vida, dedicó una notable cantidad de tiempo y energía intelectual a la cronología bíblica.

¿Era posible, en esa época, otra aproximación alternativa a este asunto? ¿Tenía posibilidades de afianzarse otro relato diferente? ¿Existió tal relato? Para contestar a esta pregunta es necesario entender que los conocimientos científicos tienen también historia y que los genios de cada momento no pueden escapar totalmente del momento histórico en el que viven.

No es difícil entender que en la época en que Newton vivió las dificultades para dar respuesta a la pregunta que está ocupando nuestra atención - ¿cuál es la edad de la Tierra? - eran, sin duda, muchas porque el conocimiento de la estructura o de la configuración del Universo era, entonces, muy exiguo. Así, apenas se sabía nada de Química – aun se mantenía viva la teoría aristotélica de los cuatro elementos –; la Geología no existía como tal, en Biología reinaba la concepción fijista de animales y plantas, etc., etc., etc. Por otra parte, aún no se había producido la delimitación de espacios entre la Religión y la Ciencia que iba a alcanzar su eclosión en la época de la Ilustración. El peso de aquella era todavía muy grande.

Las cosas eran ya distintas 200 años más tarde, en la época de Darwin. En ese momento ya era factible replantear el asunto en términos más científicos porque las dos disciplinas a las que nos hemos referido antes, Química y Geología, tenían, entre otras, estatuto científico: la Química había experimentado un amplio desarrollo a partir de la revolución iniciada por Lavoisier a finales del XVIII y la Geología había hecho progresos evidentes. La Física, por otra parte, estaba en plena expansión y en Biología se habían introducido las semillas del transformismo. La Ilustración había calado, al menos en los sectores más dinámicos e influyentes de la sociedad.

Será, sin embargo, desde la trinchera de la Física de donde vendrían algunas de las objeciones más radicales al Darwinismo y más en concreto a la datación llevada a cabo por el mismo Darwin sobre la edad de la Tierra.

ESTIMACIONES SOBRE LA EDAD DE LA TIERRA

La estimación de la edad de la Tierra llevada a cabo por Darwin cifraba ésta en unos 300 millones de años; a estos cálculos siguieron otros que se apoyaban en el tiempo requerido para que tuvieran lugar, bien procesos de denudación o bien de acumulación estrati­gráfica por sedimentación, que, aun haciendo variar las cifras, eran millonarias en años.

El físico escocés lord Kelvin abordó el problema de la edad de la Tierra desde una perspectiva diferente a la geoló­gica que, por aquél entonces, estaba dominada por las ideas del uniformismo de Hutton, Playfair y el mismo Lyell. Así, en 1862 publica un artículo con el título Sobre la edad del calor del Sol en el que mediante el concurso de las leyes conocidas de la física —mecánicas y térmicas— y de ciertas hipótesis plausibles sobre el proceso de generación del Sol y de la energía que en él se producía (recordemos que en ese momento son sólo la combustión y la generación de calor por impacto los únicos medios conocidos de producción de efectos energéticos) acababa concluyendo:

Parece, por consiguiente, como más probable que el Sol no ha iluminado la Tierra a lo largo de 100 millones de años y es también casi seguro que ni la ha iluminado a lo largo de 500 millones de años. Respecto al futuro, debemos decir con la misma certeza que los habitantes de la Tierra no podrán continuar disfrutando de la luz y el calor esenciales para su vida, por muchos millones de años, a no ser que fuentes de calor desconocidas ahora por nosotros, estén preparadas en el gran almacén de la creación.
Del mismo modo que para el Sol, la antigüedad de la Tierra, y por tanto la posibilidad de existencia de vida en ella, quedaban igualmente limitadas.

La incursión de Kelvin en la polémica sobre la evolución no deja de tener, pese a su perspectiva científica, una cierta componente ideológica: a Kelvin le repugnaban las connotaciones materialistas que se derivaban del darwinismo.
Así se expresa al respecto:

Las matemáticas y la dinámica nos fallan cuando contemplamos la Tierra, adecuada para la vida pero falta de ella, y tratamos de imaginar el comienzo de la vida sobre ella. Esto, con certeza, no tuvo lugar por la acción de la química, la electricidad o el agrupamiento cristalino de las moléculas bajo la influencia de fuerzas, o por cualquier tipo de reunión fortuita de átomos. Debemos enfrentarnos, cara a cara, con el misterio y el milagro de la creación de los seres vivos.

Las limitaciones establecidas por los cálculos de lord Kelvin influyeron sobre los creadores del evolucionismo, como bien refleja lo que Darwin escribe a Wallace: Las ideas de Thomson sobre la edad reciente del mundo han sido desde hace algún tiempo una de mis más terribles preocupaciones, y a Croll: [...] estoy enormemente preocupado por la corta duración del mundo, de acuerdo con Sir William Thomson, porque para apoyar mis teorías, necesito un período muy largo antes de la formación del Cámbrico, obligándoles a introducir modificaciones en el ritmo de la evolución biológica.

El almacén de la creación, al que se había referido Kelvin en el texto antes citado, iba a acudir, sin embargo, en ayuda de las tesis darwinianas cuando en 1896 Becquerel descubra la radiactividad y, poco después, Pierre Curie encuentre que las sales de radio liberan calor de modo continuo. Una nueva fuente de energía y de producción de calor iba a entrar en juego: la energía nuclear.

En la actualidad la edad estimada de la Tierra se cifra en torno a los 4500 millones de años, un tiempo del que a Darwin le hubiera gustado disponer.

DARWIN, UN ANIVERSARIO (II)

En biología la evolución no es otra cosa que la inferencia de que los seres vivos comparten ancestros comunes y han, en palabras del propio Darwin, descendido con modificación a partir de esos ancestros.

El territorio en el que se despliega la evolución no es otro que el que aparece nítidamente reflejado en el título de su obra fundamental: Sobre el origen de las especies mediante selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida.

Esta obra había incorporado ciertas sugerencias hechas por Thomas R. Malthus en su famoso Ensayo sobre la población en las que se señalaba que, a diferencia del crecimiento en proporción aritmética de los recursos alimenticios, la población crecía en progresión geométrica.

Darwin constató que las especies poseen una gran fertilidad y que hay muchas más crías que las que alcanzan la edad adulta. Las poblaciones permanecen aproximadamente similares, con cambios pequeños y los recursos alimenticios son limitados y, también, mantienen cierta estabilidad a lo largo del tiempo. De ello se desprende la existencia de una lucha por la supervivencia. Al mismo tiempo, en las especies que se reproducen por vía sexual hay una extensa variabilidad (no parece haber dos individuos idénticos) y muchas de estas variaciones son hereditarias. De ahí que los individuos menos adaptados al entorno tengan menos posibilidades de sobrevivir y, en consecuencia, de reproducirse. Aquellos que sobreviven tienen más posibilidades de dejar sus rasgos hereditarios a las generaciones futuras. Estos procesos lentos provocan en última instancia poblaciones que se adaptan al entorno y que, al cabo de múltiples generaciones, acumulan variaciones que acaban cristalizando en variedades nuevas hasta que finalmente devienen especies nuevas.

A juicio de Darwin el mecanismo principal – aunque no el único – de la evolución biológica es la selección natural que, también en sus propias palabras, define así:

Debido a esta lucha por la vida, la variación, por muy ligera que sea y proceda de la causa que proceda, si resulta beneficiosa de algún modo para el individuo de una especia, en sus relaciones infinitamente complejas con otros seres orgánicos y con la naturaleza externa, tenderá a la conservación de ese individuo y generalmente será heredada por su descendencia. La descendencia, además, gozará así de una mejor oportunidad de supervivencia porque, de los muchos individuos de una especie que nacen periódicamente, sólo una pequeña parte puede sobrevivir. He denominado a este principio, en virtud del cual toda ligera variación, si es útil, se conserva, principio de selección natural, con el fin de señalar su relación con la capacidad de selección del hombre.

La selección natural se despliega, pues, sobre la existencia de variabilidad genética en una determinada población de seres que viven en unas condiciones ambientales determinadas. Si estas condiciones ambientales favorecen a unas de estas variaciones más que a otras, son aquellos seres que las posean los que tienen mayores posibilidades de supervivencia y los que, por ello, ven favorecidas sus posibilidades de dejar en herencia esas variaciones favorables. Este proceso acumulativo de variaciones adaptativas puede acabar dando origen a nuevas especies.

DARWIN, UN ANIVERSARIO (I)




A menudo suelen hacerse listas o catálogos en los que se pretende clasificar los más variopintos asuntos. Así hay listas de las 10 mejores películas de todos los tiempos, o las 10 mejores novelas, o ..., la relación es amplia.

¿Qué sucedería si se hiciese un ranking similar en el campo de la ciencia y se tratase de ordenar, por importancia, los 10 descubrimientos científicos más relevantes o los 10 científicos más importantes de la Historia?

Suele ser un lugar común afirmar que el primer lugar lo ocuparía Newton, ese personaje al que se debe la primera gran unificación de la Física, a él le seguiría de cerca Einstein, prototipo de lo que se ha convertido en icono del científico, un ser extravagante, poco convencional y despistado, al que se debe una extraña teoría a la que se etiqueta con el nombre de Relatividad, (dos exploradores de la estructura del Universo).

A partir de ahí, aparece en esas listas una pléyade de nombres de muy diverso pelaje y condición y de muy diversas especialidades. Entre esos nombres está, sin duda alguna, el del personaje al que vamos a dedicar nuestro comentario: Charles Robert Darwin.

BIOGRAFÍA

Nació en Shrewsbury, hijo de un reputado médico y nieto del famoso Erasmus Darwin, también médico y conocido defensor del transformismo. A los 16 años entró en la Universidad de Edimburgo, Escocia, con la intención de seguir la tradición familiar. La crudeza de la práctica médica de entonces y en particular las intervenciones quirúrgicas sin anestesia le hicieron desistir. La presión familiar le redirigió entonces hacia la carrera eclesiástica y, por ello, pasó a estudiar en el Christ´s College de Cambridge, donde descubrió su falta de aptitudes y su escasa motivación para dedicarse al oficio religioso.

Durante esos años en Cambridge conoció a dos personas, Adan Sedgwick, profesor interesado en Geología, y John Stevens Henslow, también profesor, de Botánica, que iban a tener una influencia considerable en lo que, más tarde, iba a ser su pasión: la Historia Natural. Ambos estimularían su interés por esta disciplina y le harían adquirir soltura para moverse en sus diferentes ramas.

Será precisamente Henslow quien le inducirá a solicitar la plaza de naturalista, sin paga, en la expedición del H.M.S. Beagle a Sudamérica y las islas del Pacífico que el gobierno de su Majestad había encomendado al Capitán Fitzroy (personaje sumamente interesante cuyo periplo vital es merecedor de atención).

Pese a las objeciones paternas, Darwin conseguiría el puesto y en Diciembre de 1831 iniciaría el viaje que iba a marcar su vida.
......................................



En enero de 1832 Darwin se encontraba próximo a las costas de Tenerife y así se expresa en sus anotaciones de viaje:

Después de los vaivenes nocturnos avistamos Tenerife al romper el día [...] Santa Cruz a esta distancia parece una pequeña ciudad poblada por blancas casas de escasa altura. La Punta Naga (sic), que estamos doblando, es una accidentada masa de alta roca con un perfil muy marcado y variado. Al dibujarlo probablemente no podría trazarse ni una línea recta. Todo presenta una apariencia bella: los colores son ricos y suaves. El pico acaba de emerger entre las nubes; se eleva hacia el cielo dos veces más alto de lo que había imaginado y un denso banco de nubes separa su cima nevada de su agreste base. Son aproximadamente las 11 y siento que debo observar nuevamente este tan largamente deseado objeto de mi ambición.

¡Oh desgracia, desgracia!, cuando estábamos a punto de lanzar el ancla a una media milla de Santa Cruz nos abordó un bote que nos traía nuestra sentencia de muerte: el cónsul nos comunicó que debíamos guardar una cuarentena rigurosa durante 12 días. Aquellos que no hayan experimentado algo así difícilmente podrán concebir el desánimo que se apoderó de cada uno de nosotros. Todo se decidió a partir de entonces con rapidez: el Capitán ordenó a la tripulación que se prepararan para partir hacia Cabo Verde.

Y así tuvimos que dejar atrás uno de los lugares más interesantes del mundo, justo en el momento en que, sin poderla satisfacer, estábamos tan cerca de los objetos que estimulaban nuestra extrema curiosidad.


Podríamos especular aquí sobre cómo hubiera sido la historia si el más influyente de los naturalistas hubiera podido bajar a tierra y entrar en contacto con la variada flora y fauna de nuestra isla. ¿Le hubiera producido esa previsible y atenta observación alguna perplejidad como las que más tarde experimentó en sus exploraciones americanas o era quizás aún muy pronto para que comenzara a sentir el peso de una naturaleza en movimiento? Nada sabemos y nada podemos saber con certeza, de lo que no ocurrió pero sí podemos afirmar que su estancia en Tenerife habría tenido una repercusión mayor que la que tuvo la de Humbolt y el nombre de Canarias, y más en particular el de Tenerife, figuraría en el primer plano de la Historia de la Ciencia.


.........................................................



El periplo de Darwin continuaría y a lo largo del mismo iría afianzándose en él, ante las múltiples evidencias, la idea de que animales y plantas han experimentado cambios evolutivos. Expecies extintas, como los gigantescos armadillos fósiles que encontró en Sudamérica, habían dejado paso a otras, vivas, de similares características.

Después de regresar a Inglaterra, en 1836, Darwin se recluye en su casa en el condado de Dorset y allí trata de ordenar sus ideas. Esto es lo que escribe en su Autobiografía:

Después de mi vuelta a Inglaterra, me pareció que [...] reuniendo todos los hechos que se relacionan de cualquier forma con las variaciones de los animales y de las plantas domésticas o en libertad, podrían quizás proyectar alguna luz sobre la cuestión [...] Pronto me di cuenta de que la selección representa la clave del éxito del hombre al crear razas útiles de animales y plantas. Pero ¿cómo podría aplicarse la selección a organismos vivos en estado de naturaleza? Esto fue un misterio para mí durante mucho tiempo. En octubre de 1838 [...] leí para distraerme la obra de Malthus sobre la población. Como estaba entonces bien preparado para apreciar la lucha por la existencia que se encuentra en toda la obra [...] se me ocurrió inmediatamente la idea de que, en esas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a ser preservadas, y las desfavorables destruidas. El resultado de esto sería la producción de nuevas especies. Así tenía, por fin, una teoría sobre la que trabajar.
Cuando estaba redactando una extensa obra con la intención de exponer detalladamente y tan completamente como fuera posible su teoría de la descendencia, le llegó desde Malaya, y remitido por el naturalista Alfred R. Wallace, el más inesperado de los mensajes: una réplica casi perfecta de su propia teoría de la evolución a través de la selección natural de las especies. Ambos trabajos, el de Wallace y el de Darwin, fueron expuestos el 1 de julio de 1858 en la Linnean Society de Londres. Sin embargo, y por sorprendente que pueda parecer, atrajeron poca atención. Todo lo contrario que cuando un año después publicó su Origen de las especies.

AUTOBUSES (GUAGUAS) Y DIOS

Asombran - aunque ya resulte difícil usar esta expresión para referirse a la actitud de la Jerarquía Eclesiástica Española ante los más variopintos asuntos -, asombran, decíamos, las recientes declaraciones de su jefe, el Sr. Rouco Varela, en torno al llamado autobús de los ateos, ese que pasea el rótulo - Probablemente Dios no existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida.

El mal encarado monseñor afirma que esta iniciativa implica utilizar espacios públicos para hablar mal de Dios y que no es justo obligar a quienes tienen que hacer uso de esos espacios, sin alternativa posible, a tener que soportar mensajes que hieren su sentimiento religioso. Y ya en el colmo de la sinrazón y el olvido de lo que es práctica común de la institución a la que pertenece - usar los espacios públicos para manifestaciones religiosas de todo tipo - llega a proclamar que los medios públicos no deberían ser utilizados para socavar derechos fundamentales.

Aplica aquí, otra vez, su doble rasero; ese mismo que usó recientemente en la controversia sobre la Ley de la Memoria Histórica cuando, por un lado, promovió la beatificación de los asesinados por las hordas rojas - ¡ese es su derecho! - y, por otro, lamentó que la búsqueda de los restos de los asesinados por el terror franquista reabriera las heridas -¡esto es una infamia!.

En el fondo de esta actitud se atisba la añoranza de unos tiempos , no tan lejanos, en el que la vida de las personas estaba regulada por un general golpista y por una curia que lo paseaba bajo palio.

miércoles, 28 de enero de 2009

UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DEL CINECLUB OROTAVA


LA PRIMERA ETAPA

La Orotava, en el periodo en que el Cineclub vio la luz, 1964, ofrecía pocas posibilidades de ampliar horizontes a unos jóvenes, educados en su mayoría en el Colegio Salesiano. La educación recibida, de la que ya nos hemos ocupado con anterioridad, huelga decirlo, obedecía al patrón del nacional catolicismo de la época: disciplina, represión, temor a las disolventes ideas liberales, etc. y en este Colegio todas estas pautas se llevaban hasta sus últimas consecuencias: las lecturas estaban fuertemente controladas y no se potenciaban, los espectáculos – y en concreto el cine– eran considerados como fuente de peligros (la calificación moral de las películas "del 1, del 2, del 3 y del 3R y del 4", actuaba como referente, marcaba los límites para cada edad), el pecado gravitaba, omnipresente, sobre todas las actividades cotidianas.

Al mismo tiempo, aunque de modo soterrado, aún eran perceptibles las huellas dejadas por una contienda incivil que acarreó muertes no sólo como producto de una batalla sino, lo que era más sórdido, como consecuencia de una represión que para algunos sería mortal. Una pesada losa de silencios y de odios, a duras penas contenidos, impregnaba – pese a que no fuera sencillo percibirlo– el aparentemente apacible discurrir cotidiano. Poco a poco, sin embargo, íbamos situando a ciertos personajes.

En los bares, en los centros de reunión como la Acción Católica o el Liceo, fue haciéndose posible el encuentro entre dos generaciones de jóvenes –los nacidos durante o un poco antes de la Guerra Civil y los nacidos después – que, con distintos niveles de compromiso, acabarían compartiendo experiencias de diverso tipo. A algunos les resultaba interesante Monseñor Fulton Sheen y a otros nos inquietaba Dostoyeski.

El papel que el cine jugó en la infancia y la adolescencia de muchos de nosotros aparece poéticamente sugerido en la turbadora película de Víctor Erice El espíritu de la colmena: los ojos de la pequeña Ana Torrent fascinada por las imágenes del Frankestein de James Whale son la ventana abierta a otros mundos, a otra realidad distinta de aquella –hecha de silencios– de la que hay que escapar y de la que tan difícilmente puede escaparse. El cine impidió, sin duda, en gran medida que se nos helara el alma y ayudó, en múltiples ocasiones y sobre todo en las últimas filas de la sala, a que se nos calentara el cuerpo (¡qué joven de nuestra generación –y de tantas otras– no inició sus escarceos amorosos y el descubrimiento del otro sexo en la oscuridad de las sesiones de tarde del Atlante o del Cine Orotava!). No es extraño que en él buscáramos una vía de escape: sumergirte en sus historias era borrar nuestra historia próxima.

Pese al ambiente opresivo y opresor, que antes hemos sugerido, la anulación de la personalidad de algunos individuos no fue completa y, como ya he recordado en otro lugar, a través de ciertos libros –entre los que destacaría el catolicismo social y "comprometido" de Maxence van der Mersch (Cuerpos y almas, Una esclavitud de nuestro tiempo), las heterodoxias de Giovanni Papini (Gog, El libro negro, Palabras y sangre) o las preocupaciones existenciales de Unamuno (La agonía del cristianismo, El sentimiento trágico de la vida) –, de algunos viajes al territorio peninsular y de quien sabe qué otras vías, fue calando un cierto cristianismo de nuevo cuño, más abierto, crítico y solidario y gestándose más de una disidencia. Se crearon secciones de Acción Católica que tenían extraños nombres –JIC, JEC y JOC– y fue desplegándose así un cierto pensamiento heterodoxo y contestatario.

En este clima de fuerte impregnación eclesiástica no es extraño que la crisis religiosa, la liberación del corsé católico, fuera la muestra más significativa de un cierto deshielo ideológico.

Más adelante, como también he apuntado, el descubrimiento de otros autores como Camus, Sartre, Bemanos, Henry Miller, etc. y de libros como La Peste o El extranjero, Los caminos de la libertad o La náusea, El diario de un cura rural o, más tarde, Los grandes cementerios bajo la luna y Los Trópicos –en circuitos paralelos y clandestinos– fue permitiendo la emergencia de un pensamiento más libre que conduciría a la puesta en cuestión de un sistema ya no sólo religioso sino, también, familiar y político, mentiroso y falso. La rebeldía juvenil encontró, en nuestro caso, su causa. Existía un mundo, mucho más rico y estimulante, diferente de aquél que nuestros educadores o nuestros padres nos presentaban como único mundo posible. ¡Podíamos pensar de otro modo!. Poco a poco fue haciéndose palpable la falsificación de un pasado, hasta entonces de blancos y negros, no tan lejano y que había quedado aplastado por una guerra que comenzaríamos a observar con nuevos ojos. Los viejos republicanos, volverían a encontrar, en unos jóvenes nacidos después de esa contienda fratricida, oídos receptivos a unas ideas que durante mucho tiempo habían tenido que sofocar; la búsqueda de testimonios de los vencidos pasó a ser una obsesión. Sender, Arturo Barea, Max Aub, Malraux, Miguel Hernandez, Lorca, Neruda, etc., comenzarían así a ser parte de nuestra educación sentimental. Incluso las borracheras ayudaban a desinhibimos y más de una vez acababan por desatarnos la lengua para acabar gritando vivas a la República.

En el proceso de descubrimiento de la literatura jugaría un papel importante la labor desarrollada desde la Biblioteca Pública por el que sería, durante la mayor parte de este periodo que ahora historiamos, su bibliotecario –Eulogio Domingo Méndez.

Desde el periódico AHORA, en Septiembre de 1965, se saludaba la apertura de aquella en estos términos: Esperábamos desde hace mucho tiempo que la Biblioteca, instalada en la planta baja del Palacio Municipal e inaugurada oficialmente desde hace un par de años, quedase abierta al público. Pues bien, desde hace varias semanas se encuentra en funciones todos los días hábiles de 6 a 9 de la tarde. Dicha Biblioteca es bastante notable y se piensa perfeccionarla con el tiempo.


Solo tiene el pequeño defecto de los ruidos que ocasionan los ensayos de la Agrupación Musical Orotava y las molestias que producen algunos niños al lector. No obstante estos defectos, que fácilmente se pueden subsanar, no podemos silenciar la enorme alegría que nos produce el tener a nuestro alcance una buena Biblioteca.

La Biblioteca pasaría rápidamente a convertirse en un polo de atracción cultural y por su sede pasaría gran parte de la juventud inquieta de la Orotava. Los buenos oficios del bibliotecario no solo se tradujeron en el incremento y la diversificación de los libros y revistas que poblaban los anaqueles sino que ayudaron a muchos de esos jóvenes a descubrir el placer de la lectura y el compromiso democrático. Desde este enclave se establecería un puente entre la generación que animó el Cineclub desde sus inicios –la nuestra– y aquella otra –la de Domingo Domínguez, Nicolás, Nando, Juanito el “Poyo”, Ignacio, etc.– que iba a hacerse cargo de él durante la que sería su última temporada, la 1971 - 1972.

Cualquier manifestación que se saliera de la cotidianeidad, por inocua que fuera, era vivida corno un acontecimiento importante y algunas figuras pasaron a convertirse en iconos míticos. El Che, Fidel, Lumumba, Ho Chi Mihn y, más tarde, Allende, encarnaban, al mismo tiempo, los afanes revolucionarios de unos pueblos que nos parecían heróicos y nuestros propios deseos de liberación personal; lo mejor de nosotros mismos –¡al menos eso sentíamos entonces!– se proyectaba en ellos.

La sensación de estar transgrediendo lo permitido fue empujando a algunos a refugiarse en una actividad clandestina, inofensiva, en la mayor parte de los casos, durante este periodo. Forzados por un sistema político que no soportaba manifestación alguna de crítica y de libertad y que, como todos los totalitarismos, tenía sus confidentes, sus soplones, fuimos estableciendo lazos con algunos «notorios» activistas. Nos convertimos así en presa, en motivo de ocupación. para esos confidentes que remoloneaban alrededor de los grupos, asistían asiduamente a las sesiones de Cineclub, visitaban bares y tabernas y elaboraban informes...

Ganar espacios de libertad, esa era nuestra aspiración máxima, y al tiempo expresar nuestra personalidad sofocada. Así fueron construyéndose diversas plataformas –los periódicos, el Cineclub, las asociaciones, etc.– que, por pura necesidad, crecieron en sus inicios al amparo de instituciones religiosas – las únicas que gozaban entonces de cierta autonomía al margen (¿ o al lado ?) de las que oficialmente estaban adscritas al Régimen.

El Cineclub Orotava quedó aprobado e inscrito en el Registro Oficial de Cine Club con el número 74 - Sección B; su domicilio social lo tenía en el Colegio S. Isidro Labrador regentado por la Congregación Salesiana en la calle de Nicandro González y Borges. La fecha de inscripción fue el 23 de Marzo de 1965. La Junta Directiva estaba formada por las siguientes personas: Presidente: Justo Díaz Expósito. Vicepresidente: Melchor García Hernández, Secretaria: María Luz Luís Illada, Tesorero: Eulogio Domingo Méndez García, Vocales: Juan Felipe Hernández González, Antonio Santos Cruz, Carlos Tomás Pérez Méndez (sustituido en Octubre por José Antonio Delgado Luís).

Con anterioridad a esta fecha, bajo el nombre de Cine-Forum estudio 3, se proyectaron en los Colegios de los PP. Agustinos del Puerto de la Cruz y de los PP. Salesianos de la Orotava, en sesiones de prueba, películas de varias nacionalidades con el fin de ir interesando y enterando a la afición orotavense de nuestro propósito: elevar el nivel cultural cinematográfico Las películas fueron: La silla vacía, Margarita de la noche, Aventuras de Arsenio Lupin, La evasión, Maigret en el caso de la condesa, El rebelde orgulloso, El último perro y El eclipse.

La chica con la maleta de Valerio Zurlini sería la primera cinta proyectada bajo el nombre de Cineclub Orotava aún sin legalizar. La Memoria de la primera temporada hace un recuento de los films y de las actividades realizadas: Se comenzaron las proyecciones con la película “La chica de la maleta”, continuando a lo largo de la temporada con “Retrato en negro” de Michael Gordon; “Todos a casa” de Luigi Comencini; “El empleo”, de Ermanno Olmi; “El árbol del ahorcado” de Delmer Daves; “Adiós a las armas” de Charles Vidor; el listado de 35 películas finaliza con La colina de los diablos de acero de Anthony Mann. Se reseña también lo que iba a ser marca de la actividad del Cineclub, la presentación y el coloquio: Desde el comienzo de nuestras proyecciones y antes de empezar las mismas, uno de los componentes de la Directiva hacía la presentación de la película, iniciándose al final de ésta un interesante coloquio entre los asistentes, exponiendo todos y cada uno, sus opiniones sobre la película proyectada, haciendo resaltar a lo largo de éste, los valores artísticos y cinematográficos de cada película.

El Cineclub se vio así vinculado, en su primera época, a instituciones religiosas –en los programas aparece el título “Integrado en el Colegio Salesiano” y en sus Juntas Directivas aparece la figura del Consejero religioso. Desde él se ofreció, sin embargo, por medio de las presentaciones y coloquios la posibilidad de articular un cierto debate cultural que acabaría, inevitablemente y por las limitaciones de una institución enormemente conservadora, generando roces y fricciones que iban a hacer necesaria la emancipación.

Dos anécdotas, y el hecho significativo de la desaparición en Diciembre de 1965 del título “Integrado en el Colegio Salesiano”, en los dípticos con los que se informaba de la película, pueden servir de marco de referencia.

Diciembre de 1965. La elección de la película La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks, basada en una obra de Tenesse Willians (¡hay que ver lo de moda que se puso este autor en esos tiempos!) no había estado exenta de discusiones; parecía una apuesta arriesgada porque lo escabroso del tema: la homosexualidad y los deseos sexuales (¡deseos antinaturales! como escribe Juan Cobos en Film Ideal) le habían merecido ser calificada como "del 4”. Alguna representante del gremio de las "beatas", miembro además de la aristocracia de la villa y poseedora de título nobiliario, había expresado su reprobación. El asesor religioso del Cineclub objetó, además, que el encargado de la proyección, José Acosta, era menor de edad y no podía actuar como tal. El ambiente se fue cargando y enrareciendo pero, finalmente y utilizando los servicios de otro proyeccionista, la película fue programada y exhibida. La batalla dejaría heridas.

Enero de 1966. La proyección de la película Los chicos de Marco Ferreri llevó a la sesión al entonces alcalde de la Villa, D. Juan Cullen; la película, cruda, realista, mostraba una España bastante alejada de la que nos vendía la propaganda oficial y en el coloquio algunos de los que intervenían lo pusieron de manifiesto. La autoridad municipal se vio obligada a puntualizar que esas manifestaciones, fuera de lugar, eran producto de nuestro desconocimiento de las excelencias del Movimiento del 18 de Julio. Más de un brazo en alto pidiendo la palabra, desde luego sin intención alguna de hacer saludo fascista, pusieron a prueba la habilidad del moderador que, no obstante, no pudo silenciar el comentario que daría fin, entre un considerable revuelo, al coloquio: ¡Ya estamos hartos de tanto 18 de Julio!. Resulta ocioso añadir que el alcalde se interesaría posteriormente por saber quien había sido el jovencito autor de la frase de marras.

La situación devino insostenible y el Cineclub decidió volar solo, abandonando paulatinamente el recinto del Colegio pero sin conseguir, durante largo tiempo, librarse de la asesoría religiosa que, no obstante, acabó cambiando de titular (el beligerante sacerdote Ángel Martín dejó su puesto al más conciliador Manuel Porlán).

La segunda temporada 1965 - 1966, de la que no se conserva Memoria Final de Actividades, fue de transición. Desde los incidentes de La gata y Los chicos, las relaciones con la Comunidad Salesiana se hicieron más tirantes y comenzaron a alternarse las proyecciones, en el lugar habitual –el Colegio S. Isidro– y las salas comerciales de la Villa (se tomó el acuerdo de elevar a la Superioridad la necesidad de que las proyecciones se lleven a efecto en los locales, Cine Orotava y Teatro Atlante, de esta Villa, dado el defecto de aforo del que hasta ahora se ha venido utilizando); también en el seno de la Directiva se reflejó esta tensión que, simplificando, podríamos etiquetar como batalla entre continuistas y rupturistas.

Los films exhibidos a lo largo de este período se inician con Electra, de Michael Cacoyanis el 24 de Octubre de 1965. Le seguirían: Gaudí, Crónica familiar, Vencedores y vencidos, Con la muerte en los talones, La gata sobre el tejado de zinc, Noche de circo, Un gángster para un milagro, Los chicos, Noche de verano, El hombre de Alcatraz, El milagro de Ana Sullivan.

Desde el 30 de Mayo al 14 de Junio se celebran, en el Cine Orotava, los Actos de Clausura de la 2ª Temporada. Las películas: El ingenuo salvaje (Elfidio Alonso), Suspense (Presentación: Melchor Dorta, coloquio M. Porlán), Calle Mayor (Alfonso Trujillo), La corrupción (Ángel Martín), La isla desnuda (Justo Díaz) y El evangelio según S. Mateo (Leandro Medina). En Agosto, colaborando con la Sección de Estudiantes del Instituto de Estudios Hispánicos, tiene lugar una Semana de Cine Hispano-argentino proyectándose El Jefe (Nicomedes Gómez Pimentel), El espontáneo (Alfonso Trujillo), El delantero centro murió al amanecer (Justo Díaz), Los tarantos (Juan Gómez Luís-Ravelo), El hombre de la esquina rosada (Eduardo Espinosa de los Monteros y Moas), La tía Tula (José M. Martínez de la Peña).

Al mismo tiempo, durante este periodo, comenzó a publicarse un periódico Hogar–Club (nombre de resonancias cristianas), nacido al amparo de grupos de inspiración católica, en el que con mayor o menor timidez –y una dosis enorme de retórica– expresábamos nuestras opiniones.

La presentación del periódico en Octubre de 1964 deja claros sus objetivos: Quisiera exponerles claramente lo que es, o lo que será el Hogar Club... El motivo de su fundación se debe, en gran parte, al contar desde un principio con el ofrecimiento estimulante de un local apropiado, donde encontramos una base sólida en la que materializar nuestra idea, que consiste en conseguir el acercamiento de los jóvenes de la Orotava. Es de mencionar que esta idea no partió exclusivamente de los jóvenes sino también de algunas personas mayores que, con su consejo y apoyo, han contribuido a que ésta sea una próxima realidad... Es fin del Club conseguir que los jóvenes de la Orotava puedan ampliar su formación, en toda la acepción de la palabra; desea también difundir en uno solo a todos los grupos en que, desgraciadamente, está dividida la juventud de esta Villa.

Tutela bienintencionada, aspiraciones interclasistas –El albañil, el carpintero, el estudiante, el comerciante, el oficinista... y todos los que componen esta comunidad, pueden ser miembros activos del Hogar y colaboradores de nuestro periódico. Nuestra misión seria unir a toda esta juventud en un afán común: más alegre y mejor formada– amparo de las instituciones eclesiásticas, juventud sana.

Cuatro números (desde Octubre de 1964 hasta Enero–Febrero de 1965) recogen parte de una experiencia interesante y dan cuenta de momentos de lo que ha sido parte de la pequeña historia de nuestro pueblo –por ejemplo, en el número de Diciembre y con el título Sucedió hace ocho meses se da cuenta de la fundación, meses antes, de La Peña del Casco.

También en él –como en el Cine Club– se producirían fricciones con una autoridad religiosa patemalista y tolerante, pero sólo hasta cierto punto. Chela y el párroco de aquel momento D. Leandro Medina protagonizarían uno de estos choques. Para un grupo más radical, animador también del Cine Club, la tutela acabó resultando intolerable. También aquí había que intentar volar solos. Un nuevo periódico, con el título AHORA, saldría a la calle en Septiembre de 1965.

LA SEGUNDA ETAPA

La pugna en el seno del Cineclub, a la que hicimos mención más arriba, se saldaría con la «victoria» de las tesis rupturitas; se impondría, pues, una reorganización de la Junta Directiva que queda constituida, en noviembre de 1966, por las siguientes personas: Presidente: Justo Díaz Expósito, Vicepresidente: Melchor García Hernández, Secretario: Juan Felipe Hernández González, Vicesecretario: José Isidro Linares Bercedo, Tesorero: Domingo Abreu Rodríguez, Vicetesorero: Melchor Dorta Hernández y Vocales: Eulogio D. Méndez, Alfonso Trujillo Rodríguez, Manuel Rodríguez Mesa, Francisco García Hernández. Consejero religioso: Manuel Porlán.

Estos cambios en la dirección y los nuevos objetivos, que habían ido madurando a lo largo de la temporada anterior, son presentados así en la Memoria de la temporada 1966 - 67: La reorganización de la Junta Directiva y el propósito de exhibir films de riguroso estreno, constituyeron los dos agentes provocadores que determinaron el nuevo giro de nuestro Cineclub. Se trataba de la adhesión de un sector más amplio de público: el adulto. El círculo, estrecho en sí, en que nos desenvolvíamos no era propicio. Resultaba anacrónico e insuficiente: los films eran de reestreno y a veces las cintas se hallaban en muy mal estado. El ambiente tampoco lo era. Las garantías que podíamos ofrecer de una buenas sesiones a ese público eran poco menos que bastardas en interés, ya que no en calidad. No obstante, ese mismo público que pretendíamos ganar, y que considerábamos acreedor de «garantías» era demasiado irregular. ¿Respondería? La narración de la que hemos entresacado estas notas refleja claramente las aficiones literarias y cinéfilas de su autor, quien, a lo largo de ella, graduaba los tiempos e introducía elementos de suspense.

El balance final resultaría, no obstante, claramente optimista y así concluía la Memoria: Queda así cerrada una nueva etapa muy significativa y que se caracterizó por su singular ambición y la consecución de lo propuesto. Se abría un nuevo periodo que duraría 6 años y se clausuraba otro que merecía el siguiente, y quizás muy duro, juicio: Un año éste muy importante para nuestro Cineclub. Viene a significar algo así como "un reconocimiento oficial" de su mayoría de edad. Acabó con una serie de limitaciones, a todas luces perjudiciales para la continuidad del mismo. Limitaciones estas que marcaron, con un sello bien definido, las dos primeras etapas que, si bien podemos considerarlas como experimentales, una tercera en idénticas condiciones hubiera supuesto una estocada mortal para el mismo. El salto, revolucionario en sí, implicaba una serie de riesgos en los que campeaba, claro está, el económico. Sin embargo, el anquilosamiento de nuestro Cineclub había llegado a un punto en que se hacía necesaria la ruptura radical y absoluta de unos supuestos asfixiantes. Esta ruptura fue decisiva y se produjo sin muchas dificultades, aunque sí con pequeñas incidencias.

En la Memoria se apunta también la posibilidad de una muy pronta federación, máximo objetivo, hasta esa fecha, inalcanzado. Los films proyectados durante la temporada fueron: La tradicional La piel suave, París, bajos fondos, La mosca, Los honores de la guerra, El crepúsculo de los dioses, El maquinista de la General, Judex, La mano en la trampa, Llueve sobre nuestro amor, El escándalo Rosemarie, Tiempo de amor. Semana de cierre contó con los siguientes títulos: El momento de la verdad, La clave del enigma, Lemmy contra Alphaville, Relato íntimo, Mayor Dundee y Teresa Raquin.

Ya estaba claro que la cultura no era inocente y que su posesión liberaba (¡al menos eso creíamos entonces!). Había, pues, que importar, desde donde fuera posible, nuevo material, conseguir películas a las que no se tenía acceso en los circuitos comerciales. Asociarse a la Federación Nacional de Cineclub se convirtió en un objetivo que, por problemas económicos, tuvo que posponerse una y otra vez. La política explícita –la implícita siempre había estado presente– formaba ya parte de nuestras preocupaciones y el espectro ideológico de los que trabajaban en el Cineclub, dentro y fuera de la Directiva, era amplio –desde liberales tibios hasta filocomunistas–, lo suficientemente amplio como para que se midieran los pasos y unos atemperaran mientras otros empujaban para ir más lejos (resulta curioso constatar que, más tarde, cuando se intentó montar aquella utopía de gabinetes municipales en la sombra, auspiciados por la Junta Democrática, volviéramos a encontramos –¡esta vez sí! – como conspiradores, muchos de los que entonces preparábamos las sesiones del Cineclub o escribíamos en el nuevo periódico que con el nombre de AHORA acompañaba a nuestra actividad cinéfila). Por aquel entonces ya habíamos comenzado a leer a Marx, a Engels y a otros popes y epígonos; el marxismo había irrumpido en nuestras vidas y los textos de El manifiesto comunista o de Los orígenes de la familia la propiedad privada y el estado, entre otros muchos, nos habían procurado todo un nuevo conjunto de “verdades evidentes” que ejercerían una influencia marcada en las opciones vitales de algunos de nosotros.

Los inicios de la temporada 1967 - 68 ven, tras un largo forcejeo, la dimisión de su primer Presidente Justo Díaz Expósito. En su carta de despedida señala: Justo Díaz Expósito, tiene el honor de comunicar a la actual Directiva del Cine Club Orotava que a partir del día de la fecha - 26 de noviembre de 1967 -, dimite como directivo de dicha Asociación Cultural, de la que desde el primer momento fue su Presidente y sin cuya iniciativa personal los aficionados al Cine no contarían hoy con ESTE Cine Club.

Se hace cargo de la Presidencia el entonces Vicepresidente Eulogio Domingo Méndez – sin duda el principal animador de esta entidad hasta el año de su clausura en 1972 – y se reorganiza la Junta que, en 1968, queda compuesta por: Presidente: Eulogio D. Méndez, Vicepresidente: Francisco Miranda, Secretario: Juan Antonio Pérez Méndez, Vicesecretaria: Milagros Sánchez, Tesorero: Domingo Abreu, Vicetesorero: Melchor Dorta, Vocales: José Hilario Fernández, Quirina Miranda, Alfonso Trujillo, Francisco García Consejero Religioso: Manuel Porlán.

El Cineclub Orotava viviría, con altibajos, una etapa de gran actividad cultural y política –¡hasta donde era posible! – acentuando su carácter de foro de discusión y debate al que se desplazaban y en el que intervenían gentes de toda la isla.

No se conserva la Memoria de la temporada 1967 - 68, pero sí es posible reseñar la mayor parte de los títulos que se proyectaron. El infierno del odio de Akira Kurosaw la inicia y a este film le siguen: Campanadas a media noche, El buen amor, Los olvidados, La niña de luto, Amador, Ciudadano Kane, El espontáneo, La noche, Sibila, El barón fantástico, ¡Qué noche la de aquél día y Help. Clausura la temporada la 4ª Semana con las películas Eva (José H. Chela), Fahrenheit 452 (Alberto Omar), Nueve cartas a Berta (Fernando H Guzmán), En el umbral de la vida (Julio S. Pellicer), Romeo y Julieta (Enrique Romeu Palazuelos), Una historia de amor (Tomás E. Quintero).

Los problemas económicos, sin embargo, amenazan con asfixiar a la entidad y el gran objetivo que se apuntaba a finales de la temporada 66 - 67 –la federación– debe posponerse otra vez.

Los sufridos directivos y colaboradores del Cineclub se enfrentaban a múltiples problemas que tenían que ver, básicamente, con la elección del material y los intereses de los exhibidores –de racanería extrema en el caso de los Herreros y de apoyo en el de D. César García–, con las trabas burocráticas que acompañaban a cualquier proyección y con los agudos problemas de financiación.

La burocracia no era casual, obedecía, como en tantas otras instancias del Régimen, a una política de control. Así, el artículo 7 del reglamento de fecha 4 de Julio de 1963, establecía que los Cine club debían elevar a la Dirección General de Cinematografía y Teatro al iniciarse cada curso, un avance de las actividades previstas, así como ejemplares de sus programas y publicaciones, todo lo cual habrá de realizara través de la Delegación Provincial de Información y Turismo.

El Delegado recordaba, de vez en cuando, la necesidad de disponer de las solicitudes con mayor antelación y así, el 8 de abril de 1967, remarcaba: Recibido el escrito de fecha 5 de los corrientes, por el que pide autorización para la proyección del film «TIEMPO DE AMOR», el día 9, y sin que haya tiempo para conceder la oportuna autorización que se solicita, debe, para casos firme, tener en cuenta lo siguiente.' Las solicitudes de este género, teniendo en cuenta demoras lógicas de comunicaciones, 'deben formularse con mayor antelación, ya que ésta, fechada en 5 de abril, ha tenido entrada en este registro el día 8, es decir sin tiempo material para conocerla, contestarla y comunicar la contestación, Los programas o folletos anunciadores han de presentarse en número de 6 eiemplares personalmente. Ya que el presentador ha de firmar en los mismos el sello correspondiente con la hora de presentación. Le ruego tome nota de ello para lo sucesivo. Como se ve la maraña burocrática era impresionante y todo este cúmulo de permisos, notificaciones, etc., acabaría utilizándose por la Administración para dificultar el trabajo de un grupo que desarrollaba una actividad políticamente incómoda.

A las dificultades anteriores se añadían las derivadas de los problemas de financiación que aquejaron al Cineclub desde sus comienzos –problemas que también acabarían dando al traste con las actividades periodísticas ya reseñadas: Hogar - Club y Ahora.

Los ingresos del Cineclub provenían de las cuotas que los socios regularmente, o mejor irregularmente, abonaban. La cuantía de cada cuota – que daba derecho a dos sesiones – era de 30 pesetas hasta la temporada 1968 - 69 y de 40 pesetas a partir de la siguiente. Las semanas de cine, encuadradas dentro de las actividades programadas en las Fiestas Patronales, tenían la cobertura del Ayuntamiento de la Orotava y alguna de las programadas en el Puerto de la Cruz, la del Instituto de Estudios Hispánicos –resulta curioso constatar que estas semanas organizadas en el Puerto pretendían atraer no sólo a los vecinos autóctonos sino también a los extranjeros y a los turistas. En cierta forma constituirían un precedente de lo que luego pasarían a ser, mucho más tarde, los Festivales de Cine Internacional, luego convertidos en Ecológicos.

En un escrito de Octubre de 1969 en el que se solicita ayuda económica al Ayuntamiento puede leerse: Con motivo de hallarse próxima la reapertura de la temporada 1969 - 70, este Cineclub ha venido realizando últimamente una serie de gestiones encaminadas todas ellas a la consecución de unos fines, cuya importancia apreciaríamos en su justo valor si lo relacionáramos con la supervivencia misma de la entidad, en peligro ya desde la temporada pasada, como consecuencia de la crisis económica que siempre padeció este cineclub año tras año, hasta constituirse en crónica, y que se acentuó de forma alarmante desde el momento en que las circunstancias que rodearon el ejercicio de la temporada 1968-69 crearon una situación, en grado sumo, critica, estando a punto de arruinar toda una labor que por sus características mereciera calificarse de titánica. Que dichas gestiones dieron como resultado la agravación de la situación ya indicada en el párrafo anterior, como se verá en el recuadro que a continuación adelantamos, con el fin de dar una visión exacta de la serie de condicionamientos y limitaciones que cercan a este Cine club coaccionando sus infinitas posibilidades.


Estando obligados a proyectar dos sesiones mensuales, los gastos ascenderían a 10.000 a los que habría que añadir los derivados de la propaganda y otros varios por valor de 500 que hacen un TOTAL de 10.500. De todo ello resulta un déficit mensual de 4.500 ptas.

Resulta llamativo constatar la habilidad con que se practicaba una especie de “entrismo”, en la mejor tradición del trotskismo, en las actividades que auspiciaba el propio Sistema y se solicitaba ser subvencionado por el propio organismo al que se intentaba combatir.

Esta situación no se sostendría y ya en la temporada 1969 - 70, con ese lenguaje ambiguo, críptico casi, al que nos tiene acostumbrados el cronista del Cineclub, se dice: Solo nos queda dejar constancia de las frustradas gestiones realizadas con objeto de celebrar un ciclo de cine internacional, como remate y cierre de temporada. Una serie de obstáculos impidieron llevar a buen fin dichas gestiones. Esperemos que puedan ser salvados la próxima temporada.

Estas semanas de cierre de temporada quedarían definitivamente canceladas pese a los reiterados intentos de las Juntas Directivas. A las reticencias del Ayuntamiento se sumaban las objeciones que, desde el punto de vista de la rentabilidad económica, planteaban los propietarios de la sala de exhibición.

Durante la temporada 1968 – 69 el Cineclub aparece estancado y ello se refleja a en la Memoria del año: Muy poco puede decirse de esta temporada que nada supuso para el progreso y desarrollo de la entidad, y sí un lamentable retroceso, todo ello debido a la serie de dificultades Y obstáculos que surgen como consecuencia de la existencia de problemas de tipo económico, mal que caracterizara ya desde el principio de temporada a la organización y que hizo posible que ésta marchara a trompicones en todo momento, llegando a su final poco menos que sin resuello.

La programación regular incluyó: El criminal, La historia que nunca ocurrió, Proceso en Venecia, La ladrona y Las aventuras de Max Linder. El cronista no duda en señalar que la temporada ha estado llena de incidencias, de excelentes ideas de tipo experimental abortadas, de una frialdad sobrecogedora por parte del socio, de irregulares sesiones, y todo ello envuelto con el ropaje del grave problema económico...

El tantas veces pospuesto objetivo de conseguir la incorporación en la Federación Nacional de Cineclub, apuntado aquí al final de esta Memoria, acabaría alcanzándose, al fin, en Noviembre de 1969. El entonces Presidente, Eulogio Méndez, escribe en carta remitida a la Federación el día 3 de ese mes: Siendo el deseo de este Cineclub inscribirse en esa Federación, adjunto documentación requerida para tal fin. Este Cine club se compromete al cumplimiento de todas aquellas condiciones necesarias para su inscripción en esa Federación. Se inicia la temporada 1969 - 70 con la película de Bergman Un verano con Mónica y a ella siguen Fieras humanas, Harakiri, Faraón, Al final de la escapada, –que generaría una polémica muy viva–, Cumbite y Ciclón –que serían las primeras cintas suministradas por la Federación y cuya proyección se vio acompañada de un extraordinario éxito–, Belarmino, Las estaciones de nuestro amor, El poder del oro, Tres cuentos colombianos, El hombre no es un pájaro y Eroika.

El balance, no obstante, no resultó excesivamente satisfactorio desde el punto de vista económico porque con fecha 1 de Junio de 1970 se remite carta a la Federación en estos términos: Terminada la temporada 1969 - 70, este Cineclub se ve en la necesidad, a causa de un cierre extremadamente deficitario, de solicitar de la Federación Nacional de Cineclub la BAJA TEMPORAL del mismo.

Una vez abonadas todas nuestras deudas para con Vds. (gastos Agencia de Aduanas), y en vísperas de la reapertura de temporada 70 - 71, se solicitará de Vds. el ALTA de este Cine club, cuya existencia, tan precaria, se halla limitada por una serie de condicionamientos en justa relación con el carácter particular de nuestra población cineclubista.

La importación de películas desde la Federación de Cineclub atrajo a las sesiones a gran cantidad de jóvenes universitarios de La Laguna y Santa Cruz. Sin embargo, el ahora denominado coste insular resultaría muy gravoso para las finanzas de una entidad que sobrevivía gracias al entusiasmo y tesón de un grupo reducido de personas, al que una complicada maraña administrativa y dificultades de todo tipo acababan desesperando.

La temporada 1970 - 71 es vivida agónicamente por los que hasta entonces habían conseguido mantener en pie, pese a las dificultades, la actividad cineclubista. El círculo se va estrechando y, con la perspectiva que procura el escribir conociendo lo sucedido, podemos situar en su auténtico contexto la información que solicita el entonces titular de la Delegación Provincial de Información y Turismo, Manuel Delgado Aranda. E18 de Febrero de 1971 escribe: Le reitero el contenido del oficio Nº 95 de fecha 11 de Enero, por el que se le solicitaba, a la mayor brevedad posible, y con el fin de actualizar datos, lo siguiente: 1º Nombres de la actual Junta Directiva del Cineclub 2º Número de socios inscritos 3º Cuota a satisfacer por parte de los mismos 4º Cuantos datos considere interesante destacar.

El Presidente, Eulogio Méndez, en respuesta a dicho escrito, remite los datos solicitados y presenta la situación del Cineclub de modo descarnado: 1º JUNTA DIRECTIVA. Presidente: Eulogio D. Méndez García, Vicepresidente: Francisco Miranda Oliva. Secretario: Olegario Negrín Fajardo, Vicesecretaria: Emma Rosa Hernández Díaz. Tesorero: Domingo Abreu Rodríguez (sustituido por Isidro Álvarez Correa), Vicetesorera: María Gloria González Delgado, Vocales: José H Fernández Pérez, Juan A. Pérez Díaz. Isabel Oliva Cruz, Ángel Díaz García.


Cabe destacar lo siguiente: ¿posible obtención de UNA SUBVENCIÓN ANUAL FIJA de algún organismo? Este Cineclub que sólo de sus socios (un número fluctuante) vive, ha estado a punto de desaparecer en más de una ocasión. En estos momentos la situación es poco menos que desesperada. Sin local de proyección tenemos que alquilar uno. Esto en unión al acarreo y unas pólizas de Aduana por cada película contratada a la Federación Nacional de Cineclub, encarece notablemente las sesiones.

El resultado de este intercambio no es otro que el progresivo endurecimiento de las trabas administrativas para la exhibición de películas.

19 de Febrero de 1971: En relación con las sesiones de proyección de películas que se vienen proyectando por ese Cineclub, le recuerdo la necesidad de que dichas solicitudes de permiso de exhibición, cuando se trata de películas que no han sido proyectadas por ningún local cinematográfico de esta Provincia, deberán venir acompañadas de la correspondiente hoja de exhibición.

13 de Marzo de 1971: En relación con su escrito de fecha 10 de Marzo, esta Delegación no ve inconveniente alguno en conceder a ese Cineclub permiso para exhibir la película que menciona: siempre y cuando dicha película posea autorización genérica de exhibición a que alude el art. 40 de la Orden de 11 de Marzo de 1957 y no esté caducada la licencia de exhibición para la misma cuando se trate de películas extranjeras.


Por tanto, junto con la solicitud de permiso de exhibición de la película a proyectar deberán acompañar declaración jurada de que dicho film posee la autorización genérica antes mencionada, así como de que la licencia de exhibición está en vigor, ya que cuando se trata de películas extranjeras caduca a los seis años, salvo prórroga expresa.


Sin lo expresado, no será otorgado el permiso de exhibición que incumbe a esta Delegación conceder. A la vista de las circulares que dicho Cineclub emite, se echa de menos el pie de imprenta a que alude el art. 11 de la vigente Ley de Prensa e Imprenta. Efectivamente es reglamentario que se presente con antelación suficiente a la Delegación Provincial de Información y Turismo la Licencia de cada película. Sin embargo, dadas las características de las sesiones de los cineclubes, habitualmente los Delegados transigen, según determinadas condiciones. Hay soluciones para todos los gustos. Por ejemplo, unos solicitan se les presente la Licencia en cuanto la recibe el Cineclub con la película o al día siguiente, con lo que les autoriza «sub conditione»; otros se conforman con una declaración jurada; otros piden la presentación de fotocopia de las Licencias.

El Cineclub consigue sortear estas dificultades y la actividad continúa, pero la suerte está echada.

La Memoria de 1970-71, a diferencia de las anteriores, parece reflejar el cansancio de nuestro cronista que, en una escueta exposición, da cuenta de la actividad desarrollada: Gestiones llevadas a cabo en esta temporada con objeto de contribuir al progresivo desarrollo de la entidad, lo constituyeron sin duda alguna las solicitudes formuladas a dos organismos bien definidos.

La primera de ellas dirigida a la Federación, con el objeto de reanudar un contacto perdido como consecuencia de la BAJA TEMPORAL forzosamente solicitada con anterioridad. La segunda, a la Dirección General de Cultura y Espectáculos, con el fin de que este organismo resolviese la crisis económica que abatiera a esta entidad próxima al cierre de sus actividades. La reseña de las películas proyectadas, Senso, Pierrot el loco –cuya aceptación muy entusiasta provocaría un animado coloquio–, Edipo Rey, Ascensor para el cadalso, Stress es tres, tres, El barco de los locos, Iluminación íntima, Viva la República –la propaganda de esta cinta generó algunos problemas con la autoridad gubernativa porque se hizo en dos fases: en la primera se utilizó profusamente un cartel en el que solo aparecía el título (¡la Orotava se llenó así de vivas a la República!) y en la segunda se añadió la información que dejaba claro que solo se trataba de una película–, Dante no es únicamente severo, Acteón, Cuatro de la madrugada, Cortos cubanos, termina con la expresión de un deseo: Como en la anterior temporada, fracasaron las gestiones realizadas con vistas a la organización de un ciclo de cine. Solo nos queda esperar que en la próxima temporada 1971 - 72, como cierre de la misma, haya más suerte y podamos, igual que años atrás, rematarla con unos actos que contribuyan a interesar, a una mayoría más amplia, en nuestras manifestaciones culturales.

La documentación disponible muestra que a lo largo de la temporada se intentó importar desde la Federación un paquete de películas que incluía: El ángel azul, El muchacho del pelo verde, El joven Törless, Dios y el diablo en la tierra del sol, Un pugni in tasca, Sábado noche domingo mañana, Hiroshima mon amour, Kanal, etc., o conseguir a través de los distribuidores films como: Mamma Roma, Ocho y medio, Accidente, La busca, etc., sin que, por diversas razones fuera factible conseguirlo.

También a lo largo de la temporada se introdujo como novedad el encuestar a los socios después de cada sesión a fin de pulsar el grado de aceptación de la película y, como recoge un artículo de José H. Chela publicado el Jueves 8 de abril de 1971 en LA TARDE, la encuesta es un intento de que el socio dé su parecer al menos por escrito, ya que no lo hace en el coloquio. Los resultados de esta exploración se publicaban en las Circulares que, editadas a multicopista por falta de recursos económicos, informaban sobre el contexto y las características de película a visionar y permitían, además, reflexionar sobre la marcha del Cineclub. A lo largo de ellas es perceptible, tanto el uso del film comentado como medio para suministrar información política, como la creciente preocupación del equipo que anima el Cineclub por la falta de dinamismo de los coloquios que no consiguen generalizarse: El asunto de esta editorial es bien espinoso. Abordar el punto más vulnerable y, a un tiempo, el más importante de nuestro tinglado cineclubista, es exponerse a servir de blanco a las iras no sólo de sus detractores sino también de sus partidarios. No obstante, valga la pena el riesgo.

Las apelaciones a la participación no parecen haber surtido efecto porque en el ya citado artículo de Chela se lee: Desde la primera sesión, hasta hoy, cada película ha sido precedida de una presentación y seguida de un coloquio. Coloquio que, todo hay que decirlo, se transforma, la mayoría de las veces, en un nuevo monólogo del presentador, ya que, incomprensiblemente, los socios se abstienen de opinar y quedan satisfechos permaneciendo absolutamente mudos.

Finalmente, en Septiembre de 1971, el Secretario Juan Antonio Pérez Méndez certifica: Que obra en su poder escritos de fecha 31 de Mayo, 14 de Junio y 31 de Junio de 1971, en los que los Sres. que integran la Junta Directiva de esta Asociación Cultural presentan su dimisión alegando cada cual incompatibilidades bien de tipo profesional, bien de tipo estudiantil (ausencias).

Por tal motivo se acordó convocar Junta Extraordinaria, a fin de reestructurar dicha Directiva. Se produce así a la renovación de la Directiva del Cineclub que pasa a manos de una generación más joven y más politizada – algunos de cuyos miembros ya habían estado colaborando con la Directiva saliente. Su composición es más homogénea y su actitud más abiertamente militante. Presidente: Antonio Delgado Arbelo, Vicepresidente: Domingo Domínguez Luis, Secretaria: Emma Rosa Hernández, Vicesecretaria: Carmen Ortiz Martín, Tesorero: Jesús Escobar (por su incorporación al servicio militar ejercería sus funciones José Delgado Albelo), Vicetesorero: Nicolás González Lemus, Vocales: Abel Jesús Hernández Belza, Francisco J. Rodríguez-Franco, Jesús Oliva Cruz, Modesto Linares Núñez.

La primera circular que editan recoge sus propósitos: Este año estrenamos directiva. Esperemos que pueda funcionar tal como durante largos años la cesante y servirmos, como aquella, lo mejor de la cinematografía mundial. Aplaudimos su labor callada, casi en el anonimato y le agradecemos este cineclub que hoy se renueva en manos más jóvenes e impetuosas, empeñadas en vencer toda la serie de problemas que entraña la puesta en marcha de cada una de las sesiones.

La nueva directiva INVITA a cada uno de sus socios a participar en el seno de la misma, con el propósito de hacerles partícipes de sus problemas y de su interés por el buen cine. Considera labor de todos y cada uno hacemos auto propaganda con el fin de incrementar el número de socios y abolir así el binomio cineclub - minorías, al tiempo que aumentamos la recaudación económica que tan indispensable nos resulta. INVITA a participar en los coloquios para darle a esta asociación su verdadero cariz.

El anuncio de programación para la temporada 1971 - 72 incluye parte del material que no había sido posible proyectar la temporada anterior y respeta el esquema tradicional de funcionamiento del Cineclub. Así se lee en el Programa de Actividades que envía su Presidente a la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos: Se tiene el propósito de proyectar dos films por mes de los que a continuación se expresarán, organizándose al final de la temporada, como ha venido siendo tradicional, y como clausura de la misma, un ciclo de cine bajo el patrocinio del Exmo. Ayuntamiento de esta Villa y como número cultural de sus fiestas patronales. Films a proyectar: El chico del pelo verde, Kanal, Los comulgantes, Los amores de una rubia –publicitada utilizando como señuelo la imagen ligera de ropas de su protagonista– Dios y el diablo en la tierra del sol, Dos vidas, Hiroshima mon amour – que por problemas de aduana no llegaría a proyectarse–, Los mártires del amor, Una muchacha sin historia, La vuelta del hijo pródigo, Sobre la fiesta y los invitados, La soledad del corredor de fondo.

La nueva Junta emprende una decidida política de captación de socios y de ampliación del radio de acción de influencia del Cineclub, apoyándose en un avance de programación que resulta sugestiva y sugerente. A lo largo de la temporada, sin embargo, se produce más de un desencuentro con la Federación Nacional de Cineclubs.

El primero de ellos tiene como argumento la pretensión del Cineclub Náutico de proyectar la película –ciertamente apetecible desde todo punto de vista y en particular del recaudatorio– Los amores de una rubia. El presidente del Cineclub Orotava, ante la carta recibida de la Federación y redactada en estos términos: Hemos recibido escrito del Cineclub Náutico de Tenerife, quejándose de la falta de colaboración de ese Cine club con ocasión de una proyectada sesión con la película Los amores de una rubia, que Uds. Tenían ya contratada. Lamentamos tener que dar la razón al referido cineclub, por cuanto la proyección de la película unos días antes, en nada les perjudicaba a Uds., se ve obligado a aclarar, con el asesoramiento evidente de su predecesor en el cargo, lo que sigue: Este cineclub desconocía la posibilidad legal de que otro cineclub situado en un radio de acción relativamente pequeño, pudiera proyectar las mismas películas contratadas por aquél. Caso de haberlo sabido nosotros hubiésemos aprovechado dicha posibilidad legal en temporadas pasadas, cuando el cineclub Náutico aún funcionaba regularmente y cineclub Orotava solicitó su colaboración: colaboración que nos fue negada aduciendo que federarnos supondría una serie de complicaciones, cosa que atrasó nuestra idea de una rápida federación. Nuestro propósito, por aquel entonces – y con tal motivo nos desplazamos en diversas ocasiones para mantener diversas entrevistas con directivos del cineclub de Santa Cruz – era programar ambas sociedades los mismos films, con el fin de que el acarreo y otros gastos nos resultaran menos onerosos. Las gestiones, como arriba indicamos, supusieron un fracaso.

Este cineclub, haciendo caso omiso de las advertencias del Náutico, se federó y ha venido desarrollando una labor que se ha traducido en una captación masiva de socios procedentes de La Laguna (ciudad universitaria) y santa Cruz. Esta captación ha sido posible debido no solo a la programación de films de interés, sino, sobre todo y ante todo, de la importancia que se le concede a la presentación y al coloquio, actividad esta Última de la que siempre careció cineclub Náutico y que cineclub Orotava ha sabido convertir en una fuente de sugerencias, de participación viva y comunicación entre los socios.

Al recibir la carta del cineclub Náutico no pudimos menos que sentir una profunda extrañeza ante el hecho, bastante insólito, de que un cineclub que lleva dos temporadas aproximadamente sin realizar sesiones, mostrase un súbito interés por una determinada película. Por este motivo enviamos carta a su directiva con el fin de averiguar si la sesión de "Los amores de una rubia" iba a significar el comienzo de una nueva etapa de labor continuada por su parte, y la posibilidad de una colaboración estrecha en lo sucesivo entre ambos cine clubs, como ya pretendimos una vez.


Dicha nuestra carta no fue contestada y, en su lugar, recibimos la suya que nos ha llenado de asombro, ya que no creemos pueda acusársenos de falta de colaboración sino, más bien, todo lo contrario. El escrito concluía: En lo referente a una colaboración futura entre cineclub Náutico y Orotava, si efectivamente aquel cineclub tiene intenciones de reanudar normalmente sus actividades, no hay objeción por nuestra parte ni nunca la ha habido, siempre y cuando se trate de una labor que tienda a hacer realidad los propósitos propios de un cine club y no de caprichos esporádicos.

La Federación contesta agradeciendo las explicaciones y reconociendo que queda patente una buena disposición por parte de ustedes a fin de lograr una colaboración y se despide aceptando que si tal colaboración no se consigue, pese a sus buenos oficios, trataríamos de respetar un margen de 10 días que es recomendable entre una y otra proyección.

El segundo tiene que ver, por un lado con problemas derivados del estado en que es devuelta a la Federación la película Dios y el diablo en la tierra del Sol y por otro los que surgen de la imposibilidad de proyectar la película Hiroshima mon amour por dificultades con la Aduana de Barajas.

El tercero, y probablemente el que más pesaría en el ánimo de los directivos del Cineclub Orotava, se produce como consecuencia de la orden de cierre del Cineclub.

El día 11 de Marzo de 1972 la Delegación Provincial notifica: Visto su escrito de fecha 8 de Marzo, presentado en esta Delegación el 10 del actual, por el que comunica que el próximo día 12 de los corrientes ese Cineclub desea proyectar en el Cine Orotava el film de E. Schorm LA VUELTA DEL HIJO PRÓDIGO esta Delegación Provincial no autoriza la proyección del citado film por no cumplir ese cine club con los trámites legales previstos en la Orden de 11 de marzo de 1957.

Llevaba a la práctica lo que le ordenaban desde instancias superiores: En cumplimiento de lo dispuesto por la Superioridad, comunícale haberse recibido en esta Delegación Provincial escrito Nº 187, de 21 de marzo último, de la Subdirección de Cinematografía de la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos, en el que con relación a las actuaciones practicadas y diligencias instruidas gubernativamente para comprobar actividades ilegales de carácter político de diversos miembros de la Junta Directiva del Cineclub del Valle de la Orotava, se dice lo siguiente: [...] Visto el expediente citado, teniendo en cuenta que las actividades de los señores Antonio Delgado Arbelo, Francisco J. Rodríguez Franco, Nicolás González Lemus, Emma Rosa Hernández, Carmen Ortiz, Juan Manuel Pérez Hernández, constituye una vulneración de las disposiciones legales que regulan el Orden público en España.

Entre los acusados de actividades subversivas aparece Juan Manuel Pérez Hernández –Juanito el Poyo– quien, más tarde, iba a ser condenado por terrorismo como miembro activo del fanatizado Grapo y como coautor del atentado de la cafetería California en Madrid –¡esta es, sin embargo, otra historia!

El escrito gubernativo continuaba en los términos que siguen: Constituyendo, por otra parte, la actividad de este Cineclub un quebrantamiento del Reglamento que rige las actividades de estas Entidades Culturales ya que queda demostrado que funcionaba en régimen de taquilla abierta en lugar de limitarse a la recaudación de las cuotas de sus socios: Esta Dirección General ha dispuesto la cancelación de la inscripción del Cineclub del Valle de la Orotava en el Registro Oficial de Cineclubs. Esta decisión supone la clausura inmediata del Cine club y la prohibición definitiva de todas sus actividades.

La represión policíaca –cuya responsabilidad última, aunque intuida, no quedó nunca suficientemente aclarada– generó una psicosis de persecución que a los mayores pareció retrotraerlos a otra época de infausto recuerdo y a algunos jóvenes, entre ellos a miembros de la directiva del Cineclub, llevó a comisaría. Siniestros personajes, miembros de la Brigada Politíco Social, dejaban sentir su presencia en el pueblo, parejas de la Guardia Civil pasaban a realizar visitas aparentemente "inocentes". Se hablaba en voz más baja de lo habitual, se evitaba hacer llamadas telefónicas o se utilizaba un lenguaje críptico y numerosos papeles y libros –a veces inocuos– acabaron siendo pasto de las llamas. Con un extraño celo, individuos que probablemente no habían sentido ninguna atracción por los libros comenzaron a mostrar un interés inusitado por los ejemplares que podían encontrarse en la Biblioteca Municipal de la que, poco después, sería expulsado su bibliotecario.

El sistema represor mostraba, ahora de un modo más explícito, su verdadera faz y golpeaba al sentirse amenazado.

La Directiva del Cineclub, no obstante, decide presentar batalla y en sesión celebrada el 15 de abril de 1972 considera que la resolución dictada por la Subdirección de Cinematografía, de la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos, no se ajusta a las normas legales de aplicación, por lo que por unanimidad, acordó interponer los recursos legales correspondientes.

En el escrito de recurso recuerda a la autoridad ministerial las causas legales, establecidas en la Orden del 4 de julio de 1963, por las que se podía abrir expediente sancionador a un Cineclub: a) no haber cumplido los fines legales para los que fueron autorizados; b) permanecer inactivos, sin causas justificadas, durante un curso; c) no poseer el número de socios prescrito en el apartado primero del artículo segundo del Reglamento, salvo dispensas de la Dirección General; d) haber incumplido reiteradamente lo dispuesto sobre la edad de los socios, inscripción y cotización de los mismos; e) haber incumplido reiteradamente los compromisos contraídos con la Filmoteca Nacional o con los organismos oficiales, personas o entidades particulares que les suministren material.

En segundo lugar, recurre el expediente sancionador por estar viciado de falta de competencia en la medida en que el Ministerio de Información y Turismo sólo podía aplicar la clausura del cineclub por seis meses pero de ningún modo la clausura definitiva, según se recoge en el artículo primero de la Ley 46/1967 de 22 de julio.

En tercer lugar se rechazaba el argumento de las supuestas actividades subversivas de varios miembros de la Junta Directiva por entender que aquellos, aunque habían sido «molestados» por las Fuerzas del Orden Público, no habían sido procesados por Orden Judicial e, incluso, alguno de los imputados ni siquiera pertenecía a la Junta Directiva del Cineclub.

El 6 de agosto del mismo año, el Ministerio de Información y Turismo atiende las alegaciones y resuelve: Estimar el recuso de alzada interpuesto por D. Antonio Delgado Arbelo contra resolución de la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos de fecha 17 de marzo de 1972, la cual se anula por la presente, ordenando la retroacción de actuaciones al momento procesal inmediato a la recepción de la denuncia del Exmo. Sr. Gobernador Civil de Tenerife.

Esta victoria ante los Tribunales, pese a su importancia, resulta sin embargo pírrica, porque las Autoridades Gubernativas Insulares están decididas a acabar con el Cineclub y exigen, para permitir su reapertura, la dimisión de la directiva y la elección de una nueva en la que no figure ninguno de los implicados.

Los tiempos no permitían demasiado margen y, así, pese a la resolución absolutoria hay que “timonear” para mantener viva la plataforma del Cineclub. Se decide maquillar la directiva y el 13 de enero de 1973 en Junta General Extraordinaria se elige un nuevo equipo del que forman parte: Presidente: Isabelino Martín Pérez. Vicepresidente: Jaime Hernández González. Secretaria: Milagros Sánchez García. Vicesecretario: Fernando Estévez González. Tesorero: Ignacio Rodríguez Marrero. Vicetesorera: Rosario García Torrens. Vocales: Juana Huguet Chamorro, Milagrosa García Torrens, Julio Sánchez Pellicer, Matilde Pérez García.

El 28 de ese mismo mes se reanuda la actividad del Cineclub Orotava con la proyección de la película Freud de John Huston. Nada volvería, sin embargo, a ser igual.

Las condiciones de supervivencia eran ya escasas y el 2 de enero de 1974 el Cineclub Orotava comunica a sus socios y a la Federación Nacional de Cineclubs el cierre de su actividad. Se clausuraba así una etapa rica en experiencias vitales para todos los que participamos en ella.