domingo, 26 de diciembre de 2010

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA VIII



No me ha resultado sencillo ordenar los acontecimientos –excepción hecha de los relacionados con el Cineclub, por la existencia de documentación escrita– que tuvieron lugar desde los años que van de los comienzos de los 70 hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas en 1977 –¡es un periodo lleno de dinamismo y de ilusión que ve, casi al final del mismo, incorporarse a la contestación del franquismo o al simple ejercicio de la política a personas y sectores hasta entonces sosegados, acomodados o, en todo caso, escasamente activos! La historia de esa incorporación está pendiente –poco se conoce, en efecto, de la reactivación del PSOE local, de los movimientos y razones de los “posibilistas” que, procedentes de una matriz cristiana, entraron en el Ayuntamiento en 1974, de la reubicación de aquellos que, a lo largo de la dictadura, habían utilizado plataformas –fundamentalmente ligadas al futbol– desde las que de facto ejercían como “fuerzas vivas”, etc.

Cuanto sigue debe entenderse, pues, como una primera e incompleta aproximación a la otra historia de esos años –asunto sobre el que volveremos en sucesivas entregas.

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Aunque el Cineclub constituyó, como hemos relatado en nuestras entregas anteriores, el eje de nuestra actividad cultural y política, habíamos explorado otras vías. Así, en 1972, después de que se desatara la "caza de subversivos" en nuestro pueblo decidimos animar un grupo de variado espectro, que, bajo la firma colectiva de “Equipo Samara”, consigue publicar, bajo el epígrafe Literatura ahora, en el periódico vespertino “La Tarde” comentarios de carácter crítico sobre libros –recuerdo ahora Los demonios de Loudun  de Aldous Huxley, El señor de las moscas de William Golding, La vida sexual de los pueblos primitivos de Malinowki, Teatro y crueldad de Antonin Artaud, El Principito de Saint-Exupery, El lobo estepario de Herman Hesse o Los monederos falsos de Andrè Gide  entre otros–, en los que se “aprovecha” para insistir sobre los mismos temas: la ausencia de libertad, la intolerancia religiosa, la escuela alternativa, la represión de la sexualidad, la democracia ...

Es cierto, sin embargo, que la suspensión de actividades del Cineclub en 1972 y su desaparición definitiva –tras una breve resurrección–, en enero de 1974 supuso un serio contratiempo para los que nos movíamos en las fronteras de la legalidad –¡nos robaban nuestra más efectiva plataforma de actuación política!

No obstante, pasada la “resaca” de la redada policial –con sus interrogatorios y detenciones–, que auspició más de una quema apresurada de papeles y la ocultación febril y compulsiva de libros y de símbolos de carácter revolucionario o de remoto color “rojizo”, y asumida, por inevitable, la defenestración del Bibliotecario, la actividad política adoptó formas, en unos casos, simplemente menos visibles –véase por ejemplo la activación del "Equipo Samara"– y, en otros, más clandestinas. El "aviso" nos hizo más cautos.

El régimen franquista, agitado por la “voladura” de Carrero Blanco en diciembre del año 1973 -una noticia que, entonces, atenuó el desánimo en que nos había sumido el golpe militar de Pinochet, la muerte de Salvador Allende y la liquidación de la "vía democrática al socialismo"-, mantenía su alto nivel represivo y en marzo de 1974 ejecuta a Salvador Puig Antich. El 25 de abril de ese año tiene lugar en el vecino Portugal la “Revolución de los Claveles” –un vendaval de esperanza recorre nuestro país y el, hasta entonces, cuasi desconocido territorio vecino se convierte en lugar de peregrinación política (hasta entonces las peregrinaciones habían tenido un carácter religioso, Lisboa reemplazó a Fátima). El PCE activa la creación de la Junta Democrática en julio y la UMD se constituye como organización en agosto.

Resulta curioso comprobar que en el año 1974 entran en el Ayuntamiento un nutrido grupo de individuos de variada procedencia social e ideológica –José Manuel Cabrera, Miguel Ángel Domínguez, Francisco Mesa, Antonio Santos, Isabelino Martín, Manuel Rodríguez Mesa, José Álvarez, Juan A. Gutiérrez, José Valladares y Ángel Martín– que van a completar la última corporación predemocrática presidida, desde mediados del año anterior, por Juan Antonio Jiménez. Las razones que los movieron nos son desconocidas – ¡quizás alguno de ellos podría contarlas!

Nace la Asociación Juvenil Tauro en la que se integra -"animados" por sus "hermanos mayores"-  una generación más joven y, también, combativa a la que pertenecen, entre otros, Carmita e Inma Ortiz, Chano Hernández, Manolo Hernández, Raúl González, Casiano García Torrens, Sixto Sánchez y Fernando Delgado; los “radicales”, que habían sufrido más directamente las consecuencias de la represión desatada para acabar con las actividades subversivas en nuestro pueblo, desplazan su campo de operaciones a La Laguna, donde estudiaba la mayoría de ellos –allí acentuarán su compromiso y harán circular dos “panfletos con pretensiones”, que escribí en una fase aguda de activismo político: Los mecanismos del sentimiento religioso y La revolución sexual (producto, este último, del empacho de Marcuse, Reich y demás representantes del freudomarxismo que, por aquel entonces, nos subyugaban).

La pedagogía de tintes libertarios –Summerhill– y los “aires contraculturales” llegan a estas latitudes y se explora la posibilidad de montar una guardería inspirada en estos presupuestos; el proyecto, como tantos otros, no acabaría por concretarse. También hace su irrupción un incipiente feminismo y un grupo de mujeres jóvenes y más talluditas – Ito Sánchez, Charo y Milagrosa garcía Torrens, Goya Núñez, Rosy de la Guardia, Calola Quintero, Juana Huguet y otras– comienza a organizarse, creando la Organización Democrática de Mujeres (ODM) –entre sus actividades, charlas sobre sexualidad, anticoncepción, crítica del rol tradicional de la mujer, etc.

Estos años, en concreto desde febrero de 1974 hasta mediados de 1975, son también los de la encendida polémica por el traslado de la sede del Liceo de Taoro desde su ubicación, a pie de plaza del kiosko, en la calle San Agustín, a la señorial mansión del palacete de los Ascanio – Monteverde, ubicada en lo alto de un pequeño cerro y rodeada por un amplio espacio ajardinado. “Tradicionalistas” y “renovadores” miden sus fuerzas en concurridas asambleas.

Los primeros –ligados desde muchos años a la historia, los hábitos y los recuerdos vinculados a la vieja sede ven amenazado su habitat– reciben el apoyo de un sector izquierdoso que esgrime como argumento para su oposición al cambio una pretendida pérdida del caracter popular de la sociedad; los segundos, en cambio, consideran que los nuevos tiempos exigen espacios más amplios en los que, además de las actividades culturales, puedan realizarse prácticas deportivas –el tenis había irrumpido con fuerza y comenzaba a ser accesible a grupos más amplios– e incorporar a la familia a la vida y actividad de la sociedad; este grupo, liderado por el Presidente de la entidad Luis González Acebal y al que acompañan Manuel Rodríguez Mesa, Isidro Fuentes, Ángel García, Miguel Domínguez y otros, busca el respaldo de una camada de nuevos socios –carpinteros, empleados y artesanos varios– que, aunque de facto “democratizan” una sociedad hasta entonces de clase media-alta (según los estándares de la época), se ven deslumbrados por el “asalto” –incruento, ¡eso sí!– a la emblemática mansión, hasta entonces espacio ocupado por una ya deslustrada aristocracia en franco declive –¡pero aristocracia al fin y al cabo!

El triunfo de los “renovadores”, conseguido tras, como reflejan las actas de las reuniones de la Junta Directiva,  una gran campaña de captación de nuevos socios y la aprobación posterior, en una votación secreta que tiene lugar el 22 de mayo de 1974 –385 frente a 37–, de la compra del inmueble. El proceso tiene otras escaramuzas que se libran en el espacio de los periódicos hasta que, finalmente, en 1975, tiene lugar el cambio de sede. La batalla deja heridas y gran parte de los “izquierdosos” y alguno de los “tradicionalistas” causan baja en la sociedad.

La muerte de Franco en noviembre de 1975, después de una larga agonía que mantiene desasosegado y expectante al país, acelera la descomposición de un sistema del que comienzan a huir los oportunistas de toda laya y al que se aferra lo que acabará etiquetándose como “el Bunker”.

Los resquicios de libertad se van, no sin esfuerzo, ampliando. Se inicia el camino de la Transición y los regidores de los diferentes niveles, ¡también los de nuestro Ayuntamiento!, tratan de congraciarse –recuerdo a un solícito Carlos Argüelles– con los que, atisban, van a ocupar el poder o a jugar un cierto papel en la nueva estructura que, aún por definir, ya se vislumbra –se suavizan por ello las trabas y obstáculos para organizar actos, reuniones y eventos. También los periódicos aceptan escritos de contenido rupturista: en agosto de 1976, los días 20, 24, 27 y 29 publicamos con la ayuda de los hermanos Martín Carmelo, en “El Día”, dirigido entonces por Ernesto Salcedo, una serie de artículos, bajo el epígrafe genérico de La Orotava: Por una gestión democrática de los Municipios, en los que, Fernando Estévez, Domingo Domínguéz, Fernando Delgado y yo mismo, pasábamos revista a la “realidad” de nuestro pueblo en tres entregas y un epílogo con los títulos: La cultura y el casco urbano, San Antonio: un ejemplo de barrio periférico, Los barrios rurales e Ideas para una alternativa. El día 1 de septiembre de 1976 se produce la "caída del caballo" a lo Saulo –reconvertido luego en San Pablo– de uno de los más significados concejales "posibilistas", Antonio Santos, quien, en un extenso artículo titulado La agonía del municipio, que publica el periódico de esa fecha, expone las razones de su "iluminación" y la renuncia irrevocable a (su) cargo de concejal. ¡Los "nuevos aires" provocan la búsqueda de "nuevos espacios"!

De estos artículos –los escritos desde la oposición antifranquista y el del concejal "arrepentido"– hablaremos con más detalle en una entrega posterior en la que nos ocuparemos de las asociaciones de vecinos y del papel que jugaron en las primeras elecciones municipales democráticas.

Las fiestas patronales de 1977 ven la celebración del primer Baile de Magos liberado de la tutela de la sociedad privada Liceo de Taoro. Sus animadores y organizadores, una amalgama de jóvenes ligados a la Asociación Juvenil Tauro y a los politizados “radicales” –ahora militantes a la izquierda del PCE–, desarrollan un trabajo considerable para adornar y acondicionar el recinto –la Plaza del Ayuntamiento– con motivos tradicionales y para “montar” la infraestructura de apoyo y orden; el resultado, un éxito clamoroso –lleno hasta la bandera y jugosos beneficios en las cantinas gestionadas por los organizadores, parte de los cuales se destinaría a la compra de una cámara de proyección cinematográfica que iba a darnos –via la Asociación Cultural Valle de la Orotava, que también hizo su aportación a la compra– mucho juego.

Durante estos años tiene lugar un intento de constituir el andamiaje de una Junta Democrática local y a este fin organizamos una expedición "clandestina" a la Isla Baja, más en concreto a San Juan de la Rambla, donde el, entonces, progresista párroco del lugar y actual Delegado Diocesano de Enseñanza, José Hermógenes Martín, nos cedió local para la reunión. Allí nos encontramos "los antifranquistas" de La Orotava –un abanico de personas que incluía a demócratas sin adscripción partidaria, socialistas sin y con carnet, históricos o recién incorporados, y comunistas, "ortodoxos" y críticos–y allí pasamos revista a los problemas del municipio y discutimos alternativas. Los acuerdos, ¡si los hubo!, no los recuerdo –¡en todo caso no debieron ser muchos a la vista de lo que, más tarde, sería la primera confrontación electoral!
   
En abril de 1977 surge la Asociación Cultural Valle de la Orotava –la preside Fernando Estévez y es Vicepresidente Francisco Miranda– los objetivos que se persiguen son varios y entre ellos destaca la reivindicación de una Casa de la Cultura –los periódicos provinciales, los escritos con firmas, recogidas en “mesas petitorias” ubicadas a las puertas de la solicitada sede (el Cuartel de San Agustín), dirigidos al Ayuntamiento, etc., son los medios elegidos para influir– que es finalmente aprobada en la Comisión de Cultura de 23 de julio de 1977 –preside el Teniente de Alcalde José E. Villavicencio, concejal de la “hornada del 71”, y asiste el Vocal Manuel Rodríguez Mesa, de “la del 74”– en los términos que recoge el acta de la reunión: Se dio lectura a un escrito de los Sres. Presidente y Secretario de la Asociación Cultural Valle de la Orotava en solicitud de que se fije de forma definitiva y oficial lo que habría de ser en el futuro el inmueble adquirido por este Ayuntamiento al Ministerio del Ejército – Cuartel de S. Agustín– y que se haga en el sentido de satisfacer una necesidad de tipo cultural, como lo es la Casa de la Cultura, realizándose un proyecto de planificación de las diversas dependencias que componen dicho complejo, el que una vez realizado, se proceda al acondicionamiento de la dependencia delimitada como Salón de Actos con el compromiso de acondicionarlo la Asociación, de existir carencia de medios económicos del municipio y facilitándoles un local donde pueda instalar su sede la precitada Asociación y oficina para el desarrollo de sus actividades.

El tono con el que acaba el escrito de la Comisión delata al autor de la redacción –antiguo miembro del Cineclub y de similares empresas de animación cultural, adscrito al sector moderado y, como se colige de su puesto de concejal predemocrático, “posibilista”: La Comisión de Cultura tiene el honor de informar que, dada la específica misión dentro de la Corporación Municipal, no solo se manifiesta identificada con todas aquellas iniciativas que tengan por noble finalidad elevar el nivel cultural de nuestra Villa, sino que considera como obligación ineludible alentarlas y apoyarlas decididamente.

Por otra parte al amparo de la Asociación iban a desarrollarse actividades de todo tipo, unas de nuevo cuño –en la “onda” de la reivindicación de la fiesta como acto de participación popular–: la accidentada organización del primer Baile de Piñata en la Plaza del Ayuntamiento durante el Carnaval de 1978 y otras que enlazaban con la historia precedente: un nuevo Cineclub –esta vez con el nombre de Valle de Taoro– y un periódico –El Aguijón– que se publica, por imperativos del momento, como “Boletín de la Asociación Cultural Valle de la Orotava”.

¡Nos sentíamos fuertes y capaces de desafiar a un poder que se sabía interino y ya en fase de extinción!

Se ponen en pie las primeras asociaciones de vecinos y en esta tarea competimos con los activistas que trabajan alrededor del sacerdote salesiano Víctor Rodríguez Jiménez –inspirador de lo que en breve va a ser la Agrupación Independiente Orotava.

En 1976 se constituye la Asociación de Vecinos del Barrio de San Antonio y un modelo de estatutos, cuasi estandar, viaja a los más insospechados lugares –generalmente bares y bodegas de los diversos barrios del municipio– donde se procede a constituir la Comisión Gestora.

Con posterioridad, en 1978 se crea, entre otras, la Asociación “24 de junio” en la Villa Arriba – Nicolás González Lemus es el Presidente, Miguel Hernández el Vicepresidente, Felipe Hernández el Secretario y Tito Ravelo el Tesorero– y, desde ella, se emprende una frenética actividad que tiene su expresión más llamativa en la recuperación de las fiestas del antiguo barrio de El Farrobo.

Las inaugurales, que se celebran en junio de 1978, tienen como protagonista de lujo al cantautor cubano Silvio Rodríguez, en la que será su primera visita a Canarias, al que acompañan Caco Senante y los Sabandeños, en un concierto de alta tensión política –profusión de banderas, entonces independentistas, con las “siete estrellas”, gentes venidas de toda la geografía insular, gritos reivindicativos y aparatoso despliegue policial. Hay espacio, también, para la poesía comprometida y el escenario alzado en la Plaza de la Iglesia de San Juan se llena con la palabra honda y sentida de los maestros Felix Casanova de Ayala, Pedro García Cabrera y Agustín Millares-Sall en un encuentro histórico. También las paredes se llenan de luces y sombras en las que se reconoce las historia de “El delator” de John Ford.

¡Se respiran otros aires y empieza a ser posible lo que hasta hace bien poco resultaba impensable!

La democracia inicia su andadura e inauguramos el derecho a elegir. La historia de las primeras elecciones municipales y cuanto sucedió a su alrededor –como indicamos más arriba–, del nuevo cineclub, del beligerante periódico "El Aguijón", así como de las activas asociaciones de vecinos lo dejamos para una entrega posterior.



viernes, 24 de diciembre de 2010

PERPLEJIDADES IX

  • Ayer asistimos a la despedida del programa de debate, entrevistas y actualidad de Iñaki Gabilondo en CNN+, canal que cerrará sus emisiones al concluir el año. ¡Malas noticias para los que encontrábamos en ese espacio un reducto de racionalidad en estos desquiciados tiempos!
  • La elección de Baltasar Garzón como último invitado no fue, sin duda, producto de la casualidad: su caso es una muestra más de la encanallada época que estamos viviendo y la persecución a la que se ve sometido un ejemplo claro del envilecimiento de muchas de nuestras instituciones - entre ellas la justicia a la que contamina de forma ya descarada la política.
  • Reciente es también la votación en el Congreso de la llamada "ley Sinde" que, al margen de sus virtudes y defectos -asunto en el que no voy a entrar-, pretende poner coto a la piratería y al desprecio con que en nuestro país se protege y valora la propiedad intelectual. No es la primera vez que el asunto de la creación artística, musical, literaria, etc., es ninguneado por unos usuarios que no dudan en pagar por cualquier producto de consumo -léase, tabaco, alcohol, etc.- pero que consideran abusivo hacer lo propio - y quieren coste cero- con los libros, discos, cine, etc.¡Ya se sabe que crear no es un trabajo!
  • ¡Peste de país en el que Tele 5 y su modo zafio de actuar triunfa! Parecemos condenados a regresar -después de un ligero atisbo de "las luces"- al cutrerío de la España eterna.


   

martes, 14 de diciembre de 2010

PERPLEJIDADES VIII: SILENCIO EN TORNO A PISA O LA EDUCACIÓN ES ASUNTO DE POCA MONTA

  • Me resulta sorprendente comprobar el escaso eco que en las redes sociales -al menos por los circuitos en los que me muevo- ha tenido el informe PISA: Un diagnóstico entristecedor sobre el estado de la educación en nuestro país y demoledor en el caso concreto de Canarias. ¡No parece que la educación preocupe en exceso!
  • Menos sorprendente me ha parecido -¡reconozco que sólo durante el escaso tiempo que tardé en reflexionar sobre sus responsabilidades en el tema!- que, por un lado, algunas organizaciones políticas mantuvieran y mantengan un clamoroso silencio sobre el asunto (¡Cómo va a entrar el PSOE en un asunto que cuestiona su política educativa de abandono de la exigencia y de marginación de la cultura del esfuerzo! ¡Cómo va a pronunciarse Coalición Canaria sobre el espinoso tema de la educación si su gestión -denostando a los profesores e indisponiéndolos con la sociedad- de una competencia transferida ha sido nefasta!) y, por otro, el resto utilizara los resultados del Informe como simple arma arrojadiza (caso del PP) 
  • Creo que la reacción del profesorado tampoco parece estar "a la altura de las circunstancias" y como colectivo guarda -¡quizás por ser parte implicada y por ello ser en cierta forma también corresponsable del fracaso!- un espeso silencio.
  • Estimo que el colectivo de profesores no sólo no debe eludir su responsabilidad y escamotear el debate sino que, por el contrario, debe estimularlo porque quizás sea ahora el momento de poner sobre el tapete exigencias -¡pero también asunción de responsabilidades!- para recuperar el papel central en la tarea de la educación. ¿Qué tal un manifiesto de defensa y compromiso con la enseñanza pública?
Puede consultarse una aproximación anterior al tema en el enlace que sigue:

lunes, 13 de diciembre de 2010

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA VII: CRÓNICA DE UNA LIQUIDACIÓN ANUNCIADA


Antes de detenernos en contar la historia del nacimiento y muerte de los dos periódicos, Hogar Club y Ahora, y de poner "la nota de color" de nuestro recuerdo de bodegas y guachinches como refugios para conspirar, habíamos dejado en suspenso la última etapa de la peripecia del Cineclub: la que se inició con una directiva de gente más joven, ilusiones renovadas y que acabaría con el cierre de esta plataforma de expresión de libertad -vigilada- bajo el franquismo.

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Tras una Junta Extraordinaria a fin de reestructurar la Directiva del Cineclub esta pasa a manos de  una generación más joven y más politizada –algunos de cuyos miembros ya habían estado colaborando con la Directiva saliente.

Su composición es más homogénea y su actitud más abiertamente militante. Presidente: Antonio Delgado Arbelo, Vicepresidente: Domingo Domínguez Luis, Secretaria: Emma Rosa Hernández, Vicesecretaria: Carmen Ortiz Martín, Tesorero: Jesús Escobar (por su incorporación al servicio militar ejercería sus funciones José Delgado Albelo), Vicetesorero: Nicolás González Lemus, Vocales: Abel Jesús Hernández Belza, Francisco J. Rodríguez - Franco, Jesús Oliva Cruz, Modesto Linares Núñez.

La primera circular que editan recoge sus propósitos: Este año estrenamos directiva. Esperemos que pueda funcionar tal como durante largos años la cesante y servirnos, como aquella, lo mejor de la cinematografía mundial. Aplaudimos su labor callada, casi en el anonimato y le agradecemos este cineclub que hoy se renueva en manos más jóvenes e impetuosas, empeñadas en vencer toda la serie de problemas que entraña la puesta en marcha de cada una de las sesiones.

Esta declaración parece entrañar una velada crítica a los "mayores" de los que se resalta su labor callada, casi en el anonimato y presagia tiempos de mayor exposición y beligerancia.

La nueva directiva INVITA a cada uno de sus socios a participar en el seno de la misma, con el propósito de hacerles partícipes de sus problemas y de su interés por el buen cine. Considera labor de todos y cada uno hacemos auto propaganda con el fin de incrementar el número de socios y abolir así el binomio cineclub - minorías, al tiempo que aumentamos la recaudación económica que tan indispensable nos resulta. INVITA a participar en los coloquios para darle a esta asociación su verdadero cariz.

El anuncio de programación para la temporada 1971 - 72 incluye parte del material que no había sido posible proyectar la temporada anterior y respeta el esquema tradicional de funcionamiento del Cineclub.

Así se lee en el Programa de Actividades que envía su Presidente a la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos: Se tiene el propósito de proyectar dos films por mes de los que a continuación se expresarán, organizándose al final de la temporada, como ha venido siendo tradicional, y como clausura de la misma, un ciclo de cine bajo el patrocinio del Exmo. Ayuntamiento de esta Villa y como número cultural de sus fiestas patronales. Films a proyectar: El chico del pelo verde, Kanal, Los comulgantes, Los amores de una rubia –publicitada utilizando como señuelo la imagen ligera de ropas de su protagonista– Dios y el diablo en la tierra del sol, Dos vidas, Hiroshima mon amour –que por problemas de aduana no llegaría a proyectarse–, Los mártires del amor, Una muchacha sin historia, La vuelta del hijo pródigo, Sobre la fiesta y los invitados, La soledad del corredor de fondo.

La nueva Junta emprende una decidida política de captación de socios y de ampliación del radio de acción de influencia del Cineclub, apoyándose en un avance de programación que resulta sugestiva y sugerente. A lo largo de la temporada, sin embargo, se produce más de un desencuentro con la Federación Nacional de Cineclubs.

El primero de ellos tiene como argumento la pretensión del Cineclub Náutico de proyectar la película –ciertamente apetecible desde todo punto de vista y en particular del recaudatorio– Los amores de una rubia. El presidente del Cineclub Orotava, ante la carta recibida de la Federación y redactada en estos términos: Hemos recibido escrito del Cineclub Náutico de Tenerife, quejándose de la falta de colaboración de ese Cine club con ocasión de una proyectada sesión con la película Los amores de una rubia, que Uds. Tenían ya contratada. Lamentamos tener que dar la razón al referido cineclub, por cuanto la proyección de la película unos días antes, en nada les perjudicaba a Uds., se ve obligado a aclarar, con el asesoramiento evidente de su predecesor en el cargo, lo que sigue: Este cineclub desconocía la posibilidad legal de que otro cineclub situado en un radio de acción relativamente pequeño, pudiera proyectar las mismas películas contratadas por aquél. Caso de haberlo sabido nosotros hubiésemos aprovechado dicha posibilidad legal en temporadas pasadas, cuando el cineclub Náutico aún funcionaba regularmente y cineclub Orotava solicitó su colaboración: colaboración que nos fue negada aduciendo que federarnos supondría una serie de complicaciones, cosa que atrasó nuestra idea de una rápida federación. Nuestro propósito, por aquel entonces – y con tal motivo nos desplazamos en diversas ocasiones para mantener diversas entrevistas con directivos del cineclub de Santa Cruz – era programar ambas sociedades los mismos films, con el fin de que el acarreo y otros gastos nos resultaran menos onerosos. Las gestiones, como arriba indicamos, supusieron un fracaso.

Este cineclub, haciendo caso omiso de las advertencias del Náutico, se federó y ha venido desarrollando una labor que se ha traducido en una captación masiva de socios procedentes de La Laguna (ciudad universitaria) y Santa Cruz. Esta captación ha sido posible debido no solo a la programación de films de interés, sino, sobre todo y ante todo, de la importancia que se le concede a la presentación y al coloquio, actividad esta última de la que siempre careció Cineclub Náutico y que Cineclub Orotava ha sabido convertir en una fuente de sugerencias, de participación viva y comunicación entre los socios.

Al recibir la carta del cineclub Náutico no pudimos menos que sentir una profunda extrañeza ante el hecho, bastante insólito, de que un cineclub que lleva dos temporadas aproximadamente sin realizar sesiones, mostrase un súbito interés por una determinada película. Por este motivo enviamos carta a su directiva con el fin de averiguar si la sesión de "Los amores de una rubia" iba a significar el comienzo de una nueva etapa de labor continuada por su parte, y la posibilidad de una colaboración estrecha en lo sucesivo entre ambos cine clubs, como ya pretendimos una vez.
Dicha nuestra carta no fue contestada y, en su lugar, recibimos la suya que nos ha llenado de asombro, ya que no creemos pueda acusársenos de falta de colaboración sino, más bien, todo lo contrario.

El escrito concluía: En lo referente a una colaboración futura entre cineclub Náutico y Orotava, si efectivamente aquel cineclub tiene intenciones de reanudar normalmente sus actividades, no hay objeción por nuestra parte ni nunca la ha habido, siempre y cuando se trate de una labor que tienda a hacer realidad los propósitos propios de un cine club y no de caprichos esporádicos.

La Federación contesta agradeciendo las explicaciones y reconociendo que queda patente una buena disposición por parte de ustedes a fin de lograr una colaboración y se despide aceptando que si tal colaboración no se consigue, pese a sus buenos oficios, trataríamos de respetar un margen de 10 días que es recomendable entre una y otra proyección.

El segundo tiene que ver, por un lado con problemas derivados del estado en que es devuelta a la Federación la película Dios y el diablo en la tierra del Sol y por otro los que surgen de la imposibilidad de proyectar la película Hiroshima mon amour por dificultades con la Aduana de Barajas.

El tercero, y probablemente el que más pesaría en el ánimo de los directivos del Cineclub Orotava, se produce como consecuencia de la orden de cierre del Cineclub.

El día 11 de Marzo de 1972 la Delegación Provincial notifica: Visto su escrito de fecha 8 de Marzo, presentado en esta Delegación el 10 del actual, por el que comunica que el próximo día 12 de los corrientes ese Cineclub desea proyectar en el Cine Orotava el film de E. Schorm LA VUELTA DEL HIJO PRÓDIGO esta Delegación Provincial no autoriza la proyección del citado film por no cumplir ese cine club con los trámites legales previstos en la Orden de 11 de marzo de 1957.

Llevaba a la práctica lo que le ordenaban desde instancias superiores: En cumplimiento de lo dispuesto por la Superioridad, comunícale haberse recibido en esta Delegación Provincial escrito Nº 187, de 21 de marzo Último, de la Subdirección de Cinematografía de la Dirección General de Cultura Popular y espectáculos, en el que con relación a las actuaciones practicadas y diligencias instruidas gubernativamente para comprobar actividades ilegales de carácter político de diversos miembros de la Junta Directiva del Cineclub del Valle de la Orotava, se dice lo siguiente: .. Visto el expediente citado, teniendo en cuenta que las actividades de los señores Antonio Delgado Arbelo, Francisco J Rodríguez Franco, Nicolás González Lemus, Emma Rosa Hernández, Carmen Ortiz, Juan Manuel Pérez Hernández, constituye una vulneración de las disposiciones legales que regulan el Orden público en España.

Constituyendo, por otra parte, la actividad de este Cineclub un quebrantamiento del Reglamento que rige las actividades de estas Entidades Culturales ya que queda demostrado que funcionaba en régimen de taquilla abierta en lugar de limitarse a la recaudación de las cuotas de sus socios: Esta Dirección General ha dispuesto la cancelación de la inscripción del Cineclub del Valle de la Orotava en el Registro Oficial de Cineclubs. Esta decisión supone la clausura inmediata del Cine club y la prohibición definitiva de todas sus actividades.

La represión policíaca –cuya responsabilidad última, aunque intuida, no quedó nunca suficientemente aclarada– generó una psicosis de persecución que a los mayores pareció retrotraerlos a otra época de infausto recuerdo y a algunos jóvenes, entre ellos a miembros de la directiva del Cineclub, llevó a comisaría. Siniestros personajes, miembros de la Brigada Politíco Social, dejaban sentir su presencia en el pueblo, parejas de la Guardia Civil pasaban a realizar visitas aparentemente "inocentes" en las que hacían preguntas nada inocentes.

Se hablaba en voz más baja de lo habitual, se evitaba hacer llamadas telefónicas o se utilizaba un lenguaje críptico y numerosos papeles y libros –a veces inocuos– acabaron siendo pasto de las llamas. Con un extraño celo, individuos que probablemente no habían sentido ninguna atracción por los libros comenzaron a mostrar un interés inusitado por los ejemplares que podían encontrarse en la Biblioteca Municipal de la que, poco después, sería expulsado su bibliotecario.

El sistema represor mostraba, ahora de un modo más explícito, su verdadera faz y golpeaba al sentirse amenazado.

La Directiva del Cineclub, no obstante, decide presentar batalla y en sesión celebrada el 15 de abril de 1972 considera que la resolución dictada por la Subdirección de Cinematografía, de la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos, no se ajusta a las normas legales de aplicación, por lo que por unanimidad, acordó interponer los recursos legales correspondientes.

En el escrito de recurso recuerda a la autoridad ministerial las causas legales, establecidas en la Orden del 4 de julio de 1963, por las que se podía abrir expediente sancionador a un Cineclub: a) no haber cumplido los fines legales para los que fueron autorizados; b) permanecer inactivos, sin causas justificadas, durante un curso; c) no poseer el número de socios prescrito en el apartado primero del artículo segundo del Reglamento, salvo dispensas de la Dirección General; d) haber incumplido reiteradamente lo dispuesto sobre la edad de los socios, inscripción y cotización de los mismos; e) haber incumplido reiteradamente los compromisos contraídos con la Filmoteca Nacional o con los organismos oficiales, personas o entidades particulares que les suministren material.

En segundo lugar, recurre el expediente sancionador por estar viciado de falta de competencia en la medida en que el Ministerio de Información y Turismo sólo podía aplicar la clausura del cineclub por seis meses pero de ningún modo la clausura definitiva, según se recoge en el artículo primero de la Ley 46/1967 de 22 de julio.

En tercer lugar se rechazaba el argumento de las supuestas actividades subversivas de varios miembros de la Junta Directiva por entender que aquellos, aunque habían sido «molestados» por las Fuerzas del Orden Público, no habían sido procesados por Orden Judicial e, incluso, alguno de los imputados ni siquiera pertenecía a la Junta Directiva del Cineclub.

El 6 de agosto del mismo año, el Ministerio de Información y Turismo atiende las alegaciones y resuelve: Estimar el recuso de alzada interpuesto por D. Antonio Delgado Arbelo contra resolución de la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos de fecha 17 de marzo de 1972, la cual se anula por la presente, ordenando la retroacción de actuaciones al momento procesal inmediato a la recepción de la denuncia del Exmo. Sr. Gobernador Civil de Tenerife.

Esta victoria ante los Tribunales, pese a su importancia, resulta sin embargo pírrica, porque las Autoridades Gubernativas Insulares están decididas a acabar con el Cineclub y exigen, para permitir su reapertura, la dimisión de la directiva y la elección de una nueva en la que no figure ninguno de los implicados.

Los tiempos no permitían demasiado margen y, así, pese a la resolución absolutoria hay que “timonear” para mantener viva la plataforma del Cineclub. Se decide maquillar la directiva y el 13 de enero de 1973 en Junta General Extraordinaria se elige un nuevo equipo del que forman parte: Presidente: Isabelino Martín Pérez. Vicepresidente: Jaime Hernández González. Secretaria: Milagros Sánchez García. Vicesecretario: Fernando Estévez González. Tesorero: Ignacio Rodríguez Marrero. Vicetesorera: Rosario García Torrens. Vocales: Juana Huget Chamorro, Milagrosa García Torrens, Julio Sánchez Pellicer, Matilde Pérez García.

El 28 de ese mismo mes se reanuda la actividad del Cineclub Orotava con la proyección de la película Freud de John Huston.

Nada volvería, sin embargo, a ser igual.

Las condiciones de supervivencia serían escasas y el 2 de enero de 1974 el Cine club Orotava comunica a sus socios y a la Federación Nacional de Cineclub el cierre de su actividad.

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Años más tarde, en plena Transición hacia la democracia, La Orotava volvería a recuperar -marcada también por la política-  la actividad cinéfila y también entonces, otra vez, vería la luz un periódico -El Aguijón-.

Esta es, sin embargo, otra historia que contaremos más adelante. 



jueves, 9 de diciembre de 2010

DE EDUCACIÓN VII: VERBORREA FRENTE A RESULTADOS



Ya se han hecho públicos los resultados del Informe PISA sobre la educación en el mundo; es, por tanto, posible medir la distancia que separa la verborrea de los responsables (???) de la política educativa de la cruda realidad de la educación.

Constatamos, así, que nuestro país aparece alejadísimo de los niveles de excelencia, por debajo de la media de la OCDE -los países de nuestro entorno- y que nuestra comunidad, Canarias, ocupa los últimos lugares -sólo supera a Ceuta y Melilla, comunidades estas con una problemática especial-  en todas las áreas sometidas a escrutinio (comprensión lectora y competencias en  matemáticas y ciencias) dentro de España.


¿Y ahora qué? ¿Qué explicaciones urdirá la titular de educación para transferir  responsabilidades a los demás y eludir las propias? ¿Qué dirá nuestro Presidente Autonómico? ¿Cómo defenderán una gestión que arroja un saldo tan pobre y negativo? ¿Cuáles son las razones que explican este retraso de nuestra Comunidad? ¿Cómo solventarlo?

Los interrogantes anteriores son de diversa índole y las respuestas a los mismos, también -unas exigen acciones inmediatas y otras requieren más tiempo-; la urgencia en abordarlas es, en todo caso, imprescindible.

Vaya a continuación una primera aproximación al tema.

Para empezar, parece evidente que, ante un panorama como el que este informe pone ante nuestros ojos -constatación evidente del fracaso de una gestión-, sólo cabría esperar la renuncia, voluntaria o forzada, de al menos la responsable máxima de la educación en la Comunidad.

No parece, sin embargo, a la vista de las primeras reacciones del establisment educativo por boca del viceconsejero de educación, que se vayan a asumir responsabilidades. El señor Gonzalo Marrero, según publica la prensa, "cuestiona los resultados de la Evaluación Internacional de Estudiantes PISA de 2009 desde el punto de vista técnico". No hay nada más viejo que la utilización de cortinas -esta es la primera-, cortinas de humo, para tapar una realidad incómoda: el deplorable estado de la educación -y mucho más- en Canarias.

Añade además que "desde el punto de vista técnico (¡qué querrá decir con esto!) publicar un ranking no ayuda a la mejora del sistema educativo" - y eso es verdad pero sí sirve para, por un lado, dejar constancia de un "estado de la cuestión", por otro, para desenmascarar la palabrería hueca y vana y, sobre todo, para poner en evidencia la malísima gestión de la educación en Canarias.

Ya es hora de dejar de "escurrir el bulto" transfiriendo la culpa a otros y, también, tiempo de posponer para ocasiones más propicias las declaraciones grandilocuentes sobre "la sociedad de la información" y demás zarandajas -como las que achacan a los niveles de repetición de curso parte del fracaso (¡si repiten será porque no se alcanzan, siquiera, los mínimos exigidos!, mínimos, por otra parte, bajísimos)-.

Lo que ahora procede es acordar con los sectores implicados en la educación -sobre todo con un profesorado al que se le devuelva su dignidad y, así, reilusionado- la puesta en marcha de medidas de urgencia que deben venir marcadas por una política de cariz ilustrado, en la que la cultura y el conocimiento pasen a ocupar el papel central; medidas que, por otra parte, acepten que la sociedad canaria padece un deficit cultural acentuado, que hay que cubrir.

Precisamente este deficit cultural que arrastra la sociedad canaria y que afecta en mayor medida a los más desfavorecidos sólo puede combatirse desde la escuela y por ello hay que contar con el decidido compromiso de esta. ¿Ha sido esta la política desarrollada por la Consejería de Educación y por el Gobierno de Canarias o más bien ha sido el enfrentamiento, la desautorización y minusvaloración del profesorado la tónica imperante?

Habría que señalar objetivos claros, desburocratizar las tareas docentes y conferir a los Centros educativos mayor autonomía para desarrollar proyectos educativos dirigidos a aumentar el conocimiento y la capacidad crítica. Y, luego, ¡a valorarlos y a exigir las responsabilidades que procedan!

Hay que dejarse de contemplaciones con los "hooligans" y "disruptivos" que condicionan el sistema educativo y poner en valor  la máxima que  dice:  "perjudicar a la mayoría no es aceptable en ningún caso". Integrar, sí, pero marcando y aceptando límites y normas, respetando las reglas que hacen posible enseñar y aprender.

Volveremos sobre estos temas...

martes, 7 de diciembre de 2010

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA VI




Prosiguiendo con estas notas me ha parecido pertinente dar un "toque de color" a un relato que, por la búsqueda de objetividad, se ha apoyado, quizás en demasía, en actas y documentos.

Incluyo, pues, en esta entrega una excursión por otros lugares -de los que ya sólo nos queda la memoria- en los que, además de beber y comer, practicábamos el arte de la conspiración. 


Bares, bodegas, guachinches y otros lugares donde conspirar


En un artículo publicado en el boletín número 8 de “El Aguijón” con el título Día de vino y rosas –que no ocultaba su homenaje a una película de Blake Edwards– se proponía un, como rezaba el subtítulo, viaje sentimental por tascas y bares.

El periplo comenzaba en el Bar Parada y finalizaba, como relataba el cronista, a altas horas de la madrugada –con El Aguijón borracho, entre entrañables borrachos, [...] tumbado sobre la barra del Bar del Santísimo después de ingerir el último vaso de vino–, y en él se recogían diversas menciones a lugares emblemáticos de los tiempos de juventud del andarín “bichejo” en los que, para lo que interesa en nuestra historia, nos reuníamos a “conspirar” .

Se decía en el relato: La verdad es que las posibilidades gastronómicas que tascas y restaurantes ofrecen en nuestro pueblo son bastante escasas –pensó El Aguijón, mientras las tripas emprendían movimientos incontrolados y su mente se llenaba de imágenes que le retrotraían a aquellos eslóganes simplistas pero de rico y variado contenido culinario, “De la vida la comida, Cuesta Arriba”. Sacudió con energía la cabeza, comprendiendo que en cuestiones de comida, y a la hora precisa de comer, no convenía ser nostálgico.

Al dirigirse hacia la Villa de Arriba no pudo, sin embargo, evitar el que acudieran en tropel recuerdos de su adolescencia, no tan lejana, en los que esta calle era circuito obligado de las andanzas de su grupo en época de jarana y en época de conspiración: La Baronesa – nueces y cabrito empanado con papas fritas redonditas, entre toneles – Onelia – conejos, croquetas y ensaladilla – y, como no, Marcelino, afamado por sus enormes tortillas; sedes, todas ellas, de tantos proyectos y esperanzas, realizadas unas y abortadas otras.

Aparecían en este fragmento, además de un prestigiosa Casa de comidas a la que solíamos llevar a muchos de los presentadores “venidos de fuera”, Cuesta Arriba, varios de los refugios en los que preparábamos las sesiones del Cineclub y en los que pasábamos horas hablando y discutiendo sobre lo divino y lo humano – sometidos, sin que entonces lo advirtiéramos, a vigilancia por los confidentes de turno.

En la revista que dedicamos a homenajear al Cine Club Orotava, traté de recoger la atmósfera de estas reuniones en un artículo que con el título La otra mirada comenzaba así:

Cuando me propuse escribir sobre mis recuerdos del Cineclub –como parte de otras visiones de compañeros y amigos– sentí que, inevitablemente, la panorámica que transmitiríamos quedaría incompleta. Faltaría una mirada “desde el otro lado”, la de aquellos que durante la larga noche del franquismo dificultaron el desarrollo del Cineclub hasta lograr clausurarlo y obstaculizaron e impidieron otras muchas iniciativas: la visión de los antidemócratas, de los fascistas –como así les llamábamos entonces.

¿Qué escribiría uno de estos personajes? ¿Qué recordaría uno de aquellos soplones que se apostaban en la barra –más bién mostrador– de Casa Marcelino “tomando nota” de cuanto decíamos mientras bebíamos unvaso de vino y dábamos cuenta de lo que en mi recuerdo aparece como “la tortilla”? ¿Cuántos datos podríamos añadir al dossier que recoge la huella de tantas ilusiones y de tanto esfuerzo si encontráramos los informes que estos personajes –peones imprescindibles pero, en última instancia, peones– transmitían a la autoridad jerárquica correspondiente, a los que decidían? ¿Qué importancia tendría para estos jerarcas el que en su pueblo creciera “el cáncer de la subversión” que el Movimiento del 18 de Julio creía haber erradicado para siempre? ¿Se sentirán satisfechos del “deber cumplido”? ¿Verán en estas páginas que reafirman el caracter de elemento de resistencia antifranquista del Cineclub una nueva justificación para sus delaciones de entonces?
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El escenario ya no existe; ha desaparecido, al igual que el resto de las bodegas que jalonaban una ruta que desde Casa Onelia pasaba por él y terminaba en La Baronesa. Puedo, sin embargo, reproducirlo sin demasiado esfuerzo: un salón, en el que hay un mostrador a mano izquierda y una cocina al fondo, dividido por mamparas hechas con tela de saco y un ligero armazón de tablas de madera – ¡al menos así aparecen en mi memoria! – en dos o tres cuartos que permiten una cierta intimidad.

En uno de ellos, cuatro amigos, después de una larga jornada de trabajo, juegan a la baraja, discuten a gritos y dan buena cuenta de su segundo litro de vino, para acabar, finalmente, contándose sus cosas.

En otro, un grupito de seis o siete jóvenes también beben vino con el que acompañan una tortilla. Llevan largo rato hablando de libros –sobre todo de esos libros que hay que conseguir fuera de los canales habituales– de política, sintiéndose (¡ilusos!) en cierta medida conspiradores, y ahora discuten –en voz más alta de lo que debían– cómo usar los coloquios para acentuar el carácter militante y político del Cineclub (las hojas que informan de las películas –las circulares– se han ido haciendo cada vez más osadas y los textos tienen un contenido también más explícito, de izquierdas)

Todos ellos son conscientes de que el Cineclub se ha convertido en un foro desde el que, con ciertas reservas y a veces en clave, se puede hablar de todo aquello de lo que hay que callar, expresar opiniones discrepantes, sentirse, en cierta medida, libres al menos durante unas horas.

- La sesión del próximos domingo, Dios y el diablo en la tierra del sol, va a dar bastante juego.

- Puede hablarse de la revolución, de la guerrilla, de la interferencia de la religión, de los intentos del reformismo por controlar la revolución y de los mercenarios que la reacción utiliza para masacrar al pueblo ...

- Las conexiones con lo que aquí pasa pueden...

- Sí, sí, pero hay que prepararla bien para que no suceda lo que ya ha pasado en muchas ocasiones. ¿Recuerdas lo que escribiste en una de las circulares?... hay que conseguir una participación más activa de los socios – que se limitan a escuchar simplemente. Se rompería así la monotonía y continua repetición que suponen las mismas voces, los mismos individuos.

- Ya..., pero para ello hay que controlar a Quique, para que no comience a hablar sin medida, soltándose un rollo que aburra a un santo y desvíe así la atención del público... Usar un lenguaje más claro y directo. Tú, que diriges el coloquio, procura no darle la palabra...

- De cualquier modo, si él la pide, levantamos también la mano y nos la das a uno de nosostros...

Acalorados, después de haberse repartido los turnos, discutido la película hasta la saciedad y convencidos de que, como Godard afirmaba, “un film debe ser un arma, un fusil”, recogen los papeles y salen del cuarto.

Evitando ser visto, uno de los parroquianos que aún se encuentran cerca del mostrador se desliza, con sigilo, hacia la zona de sombra. Sus movimientos son furtivos...

Un cuarto de hor más tarde, atusándose un bigotito que ya empieza a blanquear, abandona la bodega con sensación de triunfo: la información que iba a transmitir era jugosa, ¡a estos rojos se les va a acabar la cuerda!

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Sé que estas reflexiones pueden ser tildadas de anacrónicas –¡todo parece ya tan lejano!– y que resulta difícil transmitir a los más jóvenes una imagen clara de esa deprimente época. A veces incluso, inadvertidamente, por su ligazón a nuestra vida tendemos a magnificar o a adornar con los afeites de la nostalgia, un tiempo esencialmente gris y sórdido; más sórdido aun por el hecho de que era vivido como normal por una gran mayoría de nuestros conocidos e, incluso, de nuestros amigos a los que la política les parecía algo lejano y, por descontado, peligroso.

Es curioso, no obstante, que no pueda eliminar cierto desasosiego al escribir sobre este tiempo. Probablemente se deba a que, aunque la represión que acabó desatándose en nuestro pueblo, en paralelo a la clausura del Cineclub, no produjo ningún daño absolutamente irreparable, también es cierto que la actitud de estos personajes –delatores, sociales y jerarcas del franquismo– no se diferenciaba demasiado de la de aquellos otros que, durante una época mucho más siniestra y dura –la de la inmediata postguerra– provocaron torturas, cárcel, fusilamientos y muertes.

El desasosiego, lo sé, no es otra cosa que mi convicción de que la bestia parda nunca muere sino que permanece agazapada.


domingo, 5 de diciembre de 2010

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA V


Es digno de reseñar que en los tiempos de los que estamos dejando memoria la cultura crítica se desplegaba no bajo el amparo o el patrocinio de la Administración sino en contra de ella.

No es extraño, pues, que los problemas –económicos o de contención y estrategia política– para mantener y desarrollar iniciativas como el Cineclub o los periódicos a los que nos hemos referido en la entrega anterior fueran múltiples.
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La directiva con la que se abría la nueva etapa de emancipación de la tutela directa de la institución salesiana, de la que ya dimos cumplida referencia con anterioridad, encara la temporada que se abre, con la máxima ilusión. Será esta ilusión la que permitirá ir superando un conjunto de problemas que tiene varios frentes y que, en síntesis podemos resumir como sigue:

• La elección del material y los intereses de los exhibidores –de escasa, por no decir nula, ayuda en el caso de los Herreros y de apoyo en el de D. César García .

• Las trabas burocráticas que acompañaban a cualquier proyección.

• Los agudos problemas de financiación.

En lo que se refiere a la eleción del material había que contar con los distribuidores para que cedieran al Cineclub la película escogida que pertenecía a los correspondientes lotes de las dos empresas que gestionaban el Teatro Atlante y el Cine Orotava. Los títulos eran, pues, limitados y de ahí la obsesión por conseguir unirnos a la Federación Nacional de Cineclubs –tarea esta que resultó complicada y azarosa. Así, durante la temporada 1967 - 68 se recoge en el libro de actas que, a causa de los problemas económicos que amenazan con asfixiar a la entidad, el gran objetivo que se apuntaba a finales de la temporada 66 - 67 –la federación– debe posponerse otra vez.

La burocracia, por otra parte, no era casual; obedecía, como en tantas otras instancias del Régimen, a una política de control. Así, el artículo 7 del reglamento de fecha 4 de Julio de 1963, establecía que los Cine club debían elevar a la Dirección General de Cinematografía y Teatro al iniciarse cada curso, un avance de las actividades previstas, así como ejemplares de sus programas y publicaciones, todo lo cual habrá de realizara través de la Delegación Provincial de Información y Turismo.

El Delegado recordaba, de vez en cuando, la necesidad de disponer de las solicitudes con mayor antelación y así, el 8 de abril de 1967, remarcaba: Recibido el escrito de fecha 5 de los corrientes, por el que pide autorización para la proyección del film «TIEMPO DE AMOR», el día 9, y sin que haya tiempo para conceder la oportuna autorización que se solicita, debe, para casos similares, tener en cuenta lo siguiente. “Las solicitudes de este género, teniendo en cuenta demoras lógicas de comunicaciones, deben formularse con mayor antelación, ya que ésta, fechada en 5 de abril, ha tenido entrada en este registro el día 8, es decir sin tiempo material para conocerla, contestarla y comunicar la contestación, Los programas o folletos anunciadores han de presentarse en número de 6 eiemplares personalmente. Ya que el presentador ha de firmar en los mismos el sello correspondiente con la hora de presentación. Le ruego tome nota de ello para lo sucesivo”.

Como se ve la maraña burocrática era impresionante y todo este cúmulo de permisos, notificaciones, etc., acabaría utilizándose por la Administración para obstruir el trabajo de un grupo que desarrollaba una actividad políticamente incómoda.

A las dificultades anteriores se añadían las derivadas de los problemas de financiación que aquejaron al Cineclub desde sus comienzos –problemas que también acabarían dando al traste con las actividades periodísticas ya reseñadas: Hogar - Club y Ahora.

Los ingresos del Cineclub provenían de las cuotas que los socios regularmente, o mejor irregularmente, abonaban. La cuantía de cada cuota – que daba derecho a dos sesiones – era de 30 pesetas hasta la temporada 1968 - 69. Y de 40 pesetas a partir de la siguiente. Las Semanas de Cine, encuadradas dentro de las actividades programadas en las Fiestas Patronales, tenían la cobertura del Ayuntamiento de la Orotava y alguna de las programadas en el Puerto de la Cruz, la del Instituto de Estudios Hispánicos –resulta curioso constatar que estas semanas organizadas en el Puerto pretendían atraer no sólo a los vecinos autóctonos sino también a los extranjeros y a los turistas. En cierta forma constituirían un precedente de lo que luego pasarían a ser, mucho más tarde, los Festivales de Cine Internacional, luego convertidos en Ecológicos.

En un escrito de Octubre de 1969 en el que se solicita ayuda económica al Ayuntamiento puede leerse: Con motivo de hallarse próxima la reapertura de la temporada 1969 - 70, este Cineclub ha venido realizando últimamente una serie de gestiones encaminadas todas ellas a la consecución de unos fines, cuya importancia apreciaríamos en su justo valor si lo relacionáramos con la supervivencia misma de la entidad, en peligro ya desde la temporada pasada, como consecuencia de la crisis económica que siempre padeció este cineclub año tras año, hasta constituirse en crónica, y que se acentuó de forma alarmante desde el momento en que las circunstancias que rodearon el ejercicio de la temporada 1968-69 crearon una situación, en grado sumo, critica, estando a punto de arruinar toda una labor que por sus características mereciera calificarse de titánica. Que dichas gestiones dieron como resultado la agravación de la situación ya indicada en el párrafo anterior, como se verá en el recuadro que a continuación adelantamos, con el fin de dar una visión exacta de la serie de condicionamientos y limitaciones que cercan a este Cine club coaccionando sus infinitas posibilidades.

Estando obligados a proyectar dos sesiones mensuales, los gastos ascenderían a 10.000 a los que habría que añadir los derivados de la propaganda y otros varios por valor de 500 que hacen un TOTAL de 10.500. De todo ello resulta un déficit mensual de 4.500 ptas.

Resulta llamativo constatar la habilidad con que se practicaba una especie de “entrismo”, en la mejor tradición del ideario trotskista, en las actividades que auspiciaba el propio Sistema y se solicitaba ser subvencionado por el propio organismo al que se intentaba combatir.

Esta situación no se sostendría y ya en la temporada 1969 - 70, con ese lenguaje ambiguo, críptico casi, al que nos tiene acostumbrados el cronista del Cineclub, se dice: Solo nos queda dejar constancia de las frustradas gestiones realizadas con objeto de celebrar un ciclo de cine internacional, como remate y cierre de temporada. Una serie de obstáculos impidieron llevar a buen fin dichas gestiones. Esperemos que puedan ser salvados la próxima temporada.

Estas semanas de cierre de temporada quedarían definitivamente canceladas pese a los reiterados intentos de las Juntas Directivas. A las reticencias del Ayuntamiento se sumaban las objeciones que, desde el punto de vista de la rentabilidad económica, planteaban los propietarios de la sala de exhibición.

Durante la temporada 1968 – 69 el Cineclub aparece estancado y ello se refleja a en la Memoria del año: Muy poco puede decirse de esta temporada que nada supuso para el progreso y desarrollo de la entidad, y sí un lamentable retroceso, todo ello debido a la serie de dificultades Y obstáculos que surgen como consecuencia de la existencia de problemas de tipo económico, mal que caracterizara ya desde el principio de temporada a la organización y que hizo posible que ésta marchara a trompicones en todo momento, llegando a su final poco menos que sin resuello.

La programación regular incluyó: El criminal, La historia que nunca ocurrió, Proceso en Venecia, La ladrona y Las aventuras de Max Linder. El cronista no duda en señalar que la temporada ha estado llena de incidencias, de excelentes ideas de tipo experimental abortadas, de una frialdad sobrecogedora por parte del socio, de irregulares sesiones, y todo ello envuelto con el ropaje del grave problema económico...

El tantas veces pospuesto objetivo de conseguir la incorporación en la Federación Nacional de Cineclub, apuntado aquí al final de esta Memoria, acabaría alcanzándose, al fin, en Noviembre de 1969. El entonces Presidente, Eulogio Méndez, escribe en carta remitida a la Federación el día 3 de ese mes: Siendo el deseo de este Cineclub inscribirse en esa Federación, adjunto documentación requerida para tal fin. Este Cine club se compromete al cumplimiento de todas aquellas condiciones necesarias para su inscripción en esa Federación. Se inicia la temporada 1969 - 70 con la película de Bergman Un verano con Mónica y a ella siguen Fieras humanas, Harakiri, Faraón, Al final de la escapada, –que generaría una polémica muy viva–, Cumbite y Ciclón –que serían las primeras cintas suministradas por la Federación y cuya proyección se vio acompañada de un extraordinario éxito–, Belarmino, Las estaciones de nuestro amor, El poder del oro, Tres cuentos colombianos, El hombre no es un pájaro y Eroika.

El balance no resultó excesivamente satisfactorio desde el punto de vista económico, aunque sí desde la perspectiva de asistencia de nuevo público a las sesiones, porque con fecha 1 de Junio de 1970 se remite carta a la Federación en estos términos: Terminada la temporada 1969 - 70, este Cineclub se ve en la necesidad, a causa de un cierre extremadamente deficitario, de solicitar de la Federación Nacional de Cineclub la BAJA TEMPORAL del mismo. Una vez abonadas todas nuestras deudas para con Vds. (gastos Agencia de Aduanas), y en vísperas de la reapertura de temporada 70 - 71, se solicitará de Vds. el ALTA de este Cine club, cuya existencia, tan precaria, se halla limitada por una serie de condicionamientos en justa relación con el carácter particular de nuestra población cineclubista.

La importación de películas desde la Federación de Cineclub atrajo a las sesiones a gran cantidad de jóvenes universitarios de La Laguna y Santa Cruz: presentaciones y coloquios se convertían en plataformas desde las que se defendía la libertad de expresión y se hacía crítica a la situación política.

Sin embargo, el coste de la insularidad resultaría muy gravoso para las finanzas de una entidad que sobrevivía gracias al entusiasmo y tesón de un grupo reducido de personas, y al que una complicada maraña administrativa y dificultades de todo tipo acababan desesperando.

La temporada 1970 - 71 es vivida agónicamente por los que hasta entonces habían conseguido mantener viva, pese a las dificultades, la actividad cineclubista. El círculo se va estrechando y, con la perspectiva que procura el escribir conociendo lo sucedido, podemos situar en su auténtico contexto –la ofensiva para “liquidar” una actividad políticamente incómoda– la información que solicita el entonces titular de la Delegación Provincial de Información y Turismo, Manuel Delgado Aranda. E18 de Febrero de 1971 escribe: Le reitero el contenido del oficio Nº 95 de fecha 11 de Enero, por el que se le solicitaba, a la mayor brevedad posible, y con el fin de actualizar datos, lo siguiente: 1º Nombres de la actual Junta Directiva del Cineclub 2º Número de socios inscritos 3º Cuota a satisfacer por parte de los mismos 4º Cuantos datos considere interesante destacar.

El Presidente, Eulogio Méndez, en respuesta a dicho escrito, remite los datos solicitados y presenta la situación del Cineclub de modo descarnado: 1º JUNTA DIRECTIVA. Presidente: Eulogio D. Méndez García, Vicepresidente: Francisco Miranda Oliva, Secretario: Olegario Negrín Fajardo, Vicesecretaria: Emma Rosa Hernández Díaz, Tesorero: Domingo Abreu Rodríguez (sustituido por Isidro Álvarez Correa), Vicetesorera: María Gloria González Delgado, Vocales: José H Fernández Pérez, Juan A. Pérez Díaz, Isabel Oliva Cruz, Ángel Díaz García.

Cabe destacar lo siguiente: ¿posible obtención de UNA SUBVENCIÓN ANUAL FIJA de algún organismo? Este Cineclub que sólo de sus socios (un número fluctuante) vive, ha estado a punto de desaparecer en más de una ocasión. En estos momentos la situación es poco menos que desesperada. Sin local de proyección tenemos que alquilar uno. Esto en unión al acarreo y unas pólizas de Aduana por cada película contratada a la Federación Nacional de Cineclub, encarece notablemente las sesiones.

El resultado de este intercambio no es otro que el progresivo endurecimiento de las trabas administrativas para la exhibición de películas.

19 de Febrero de 1971: En relación con las sesiones de proyección de películas que se vienen proyectando por ese Cineclub, le recuerdo la necesidad de que dichas solicitudes de permiso de exhibición, cuando se trata de películas que no han sido proyectadas por ningún local cinematográfico de esta Provincia, deberán venir acompañadas de la correspondiente hoja de exhibición.

13 de Marzo de 1971: En relación con su escrito de fecha 10 de Marzo, esta Delegación no ve inconveniente alguno en conceder a ese Cineclub permiso para exhibir la película que menciona: siempre y cuando dicha película posea autorización genérica de exhibición a que alude el art. 40 de la Orden de 11 de Marzo de 1957 y no esté caducada la licencia de exhibición para la misma cuando se trate de películas extranjeras.

Por tanto, junto con la solicitud de permiso de exhibición de la película a proyectar deberán acompañar declaración jurada de que dicho film posee la autorización genérica antes mencionada, así como de que la licencia de exhibición está en vigor, ya que cuando se trata de películas extranjeras caduca a los seis años, salvo prórroga expresa.

Sin lo expresado, no será otorgado el permiso de exhibición que incumbe a esta Delegación conceder. A la vista de las circulares que dicho Cineclub emite, se echa de menos el pie de imprenta a que alude el art. 11 de la vigente Ley de Prensa e Imprenta. Efectivamente es reglamentario que se presente con antelación suficiente a la Delegación Provincial de Información y Turismo la Licencia de cada película. Sin embargo, dadas las características de las sesiones de los cineclubes, habitualmente los Delegados transigen, según determinadas condiciones. Hay soluciones para todos los gustos. Por ejemplo, unos solicitan se les presente la Licencia en cuanto la recibe el Cineclub con la película o al día siguiente, con lo que les autoriza «sub conditione»; otros se conforman con una declaración jurada; otros piden la presentación de fotocopia de las Licencias.

El Cineclub consigue sortear estas dificultades y la actividad continúa, pero la suerte está echada porque, a medida que crece el compromiso político del núcleo que anima la entidad, los informes de la red de confidentes aumentan y la presión para su eliminación se hace más insistente.

La Memoria de 1970-71, a diferencia de las anteriores, parece reflejar el cansancio de nuestro cronista que, en una escueta exposición, da cuenta de la actividad desarrollada: Gestiones llevadas a cabo en esta temporada con objeto de contribuir al progresivo desarrollo de la entidad, lo constituyeron sin duda alguna las solicitudes formuladas a dos organismos bien definidos.

La primera de ellas dirigida a la Federación, con el objeto de reanudar un contacto perdido como consecuencia de la BAJA TEMPORAL forzosamente solicitada con anterioridad. La segunda, a la Dirección General de Cultura y Espectáculos, con el fin de que este organismo resolviese la crisis económica que abatiera a esta entidad próxima al cierre de sus actividades. La reseña de las películas proyectadas, Senso, Pierrot el loco –cuya aceptación muy entusiasta provocaría un animado coloquio–, Edipo Rey, Ascensor para el cadalso, Stress es tres, tres, El barco de los locos, Iluminación íntima, Viva la República –la propaganda de esta cinta generó algunos problemas con la autoridad gubernativa porque se hizo en dos fases: en la primera se utilizó profusamente un cartel en el que solo aparecía el título (¡la Orotava se llenó así de vivas a la República!) y en la segunda se añadió la información que dejaba claro que solo se trataba de una película–, Dante no es únicamente severo, Acteón, Cuatro de la madrugada, Cortos cubanos, termina con la expresión de un deseo: Como en la anterior temporada, fracasaron las gestiones realizadas con vistas a la organización de un ciclo de cine. Solo nos queda esperar que en la próxima temporada 1971 - 72, como cierre de la misma, haya más suerte y podamos, igual que años atrás, rematarla con unos actos que contribuyan a interesar, a una mayoría más amplia, en nuestras manifestaciones culturales.

La documentación disponible muestra que a lo largo de la temporada se intentó importar desde la Federación un paquete de películas que incluía: El ángel azul, El muchacho del pelo verde, El joven Törless, Dios y el diablo en la tierra del sol, Un pugni in tasca, Sábado noche, domingo mañana, Hiroshima mon amour, Kanal, etc., o conseguir a través de los distribuidores films como: Mamma Roma, Ocho y medio, Accidente, La busca, etc., sin que, por diversas razones fuera factible conseguirlo.

También a lo largo de la temporada se introdujo como novedad el encuestar a los socios después de cada sesión a fin de pulsar el grado de aceptación de la película y, como recoge un artículo de José H. Chela publicado el Jueves 8 de abril de 1971 en LA TARDE, la encuesta es un intento de que el socio dé su parecer al menos por escrito, ya que no lo hace en el coloquio. Los resultados de esta exploración se publicaban en las Circulares que, editadas a multicopista por falta de recursos económicos, informaban sobre el contexto y las características de película a visionar y permitían, además, reflexionar sobre la marcha del Cineclub. A lo largo de ellas es perceptible, tanto el uso del film comentado como medio para suministrar información política, como la creciente preocupación del equipo que anima el Cineclub por la falta de dinamismo de los coloquios que no consiguen generalizarse: El asunto de esta editorial es bien espinoso. Abordar el punto más vulnerable y, a un tiempo, el más importante de nuestro tinglado cineclubista, es exponerse a servir de blanco a las iras no sólo de sus detractores sino también de sus partidarios. No obstante, valga la pena el riesgo.

Se trata del COLOQUIO. Lo que diferencia nuestras sesiones y le da un carácter bien definido respecto a otras sesiones de este mismo tipo (Cineclub Náutico) o comerciales, es precisamente el tener la posibilidad, al final de las mismas, de analizar e intentar aprehender, dentro del margen que nos pueda conceder la inmediatez de unas imágenes todavía calientes y que apenas han cesado de agredirnos, la problemática propuesta por el autor del film proyectado, a través del DIALOGO, en el que puede participar cualquiera de los asistentes. Sostener un coloquio en el que intentemos clarificar, en la medida de lo posible, el contenido del film propuesto, es labor que creemos compromete a todos.

Las apelaciones a la participación no parecen haber surtido el efecto deseado porque en el ya citado artículo de Chela se lee: Desde la primera sesión, hasta hoy, cada película ha sido precedida de una presentación y seguida de un coloquio. Coloquio que, todo hay que decirlo, se transforma, la mayoría de las veces, en un nuevo monólogo del presentador, ya que, incomprensiblemente, los socios se abstienen de opinar y quedan satisfechos permaneciendo absolutamente mudos. Está claro que las pretensiones de los rectores del Cineclub para convertir este en una plataforma de agitación política no obtienen los resultados esperados.

Finalmente, en Septiembre de 1971, el entonces Secretario, Juan Antonio Pérez Méndez, certifica: Que obra en su poder escritos de fecha 31 de Mayo, 14 de Junio y 31 de Junio de 1971, en los que los Sres. que integran la Junta Directiva de esta Asociación Cultural presentan su dimisión alegando cada cual incompatibilidades bien de tipo profesional, bien de tipo estudiantil (ausencias).

Por tal motivo se acordó convocar Junta Extraordinaria, a fin de reestructurar dicha Directiva. Se produce así a la renovación de la Directiva del Cineclub que pasa a manos de una generación más joven –algunos de cuyos miembros ya habían estado colaborando con la Directiva saliente. Su composición es más homogénea y su actitud más abiertamente militante. Presidente: Antonio Delgado Arbelo, Vicepresidente: Domingo Domínguez Luis, Secretaria: Emma Rosa Hernández, Vicesecretaria: Carmen Ortiz Martín, Tesorero: Jesús Escobar (por su incorporación al servicio militar ejercería sus funciones José Delgado Albelo), Vicetesorero: Nicolás González Lemus, Vocales: Abel Jesús Hernández Belza, Francisco J. Rodríguez-Franco, Jesús Oliva Cruz, Modesto Linares Núñez.

La historia de esta etapa, corta etapa, la dejamos para la próxima entrega en la que nos ocuparemos, además, de la crisis que sacudió al pueblo al producirse la redada que buscaba desmantelar las organizaciones comunistas que habían crecido al amparo del Cineclub y demás núcleos antifranquistas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

PERPLEJIDADES VII

  • La filtración de los papeles de Wikileaks, además de poner al descubierto la trastienda de las relaciones internacionales y su, a menudo, repelente juego de máscaras, han mostrado de modo palpable la precariedad de los equilibrios que sostienen nuestro mundo y, a nivel doméstico, las relaciones de vasallaje entre nuestro país y el Imperio. 
  •  Por otra parte, las apelaciones a unos inconcretos mercados como responsables últimos de las convulsiones de la economía y el efecto devastador que provocan en la vida de las personas nos está retrotrayendo a una época en la que el destino de los hombres no dependía de ellos sino del fatum de los dioses. 
  • Todo ello está produciendo en la ciudadanía una sensación de impotencia tan acusada que esta comienza, cada vez más, a abandonar toda pretensión de modificar la sociedad y a refugiarse en el más acentuado individualismo.
  •  ¿No será este el objetivo último de esta difusa e interesada confusión?