martes, 7 de septiembre de 2010

LECTURAS II

Sólo en pocas ocasiones la lectura de un libro es capaz de provocar en el ánimo del lector un estado que se inicia con un ligero temblor y que acaba convirtiéndose en convulsión.

La historia y la forma en que esta se cuenta han sido capaces, entonces, de hacer resonar sentimientos y sensaciones adormecidas y nos reconocemos en las páginas del relato -de un modo que va más allá de las meras similitudes superficiales- como si, desnudándonos, nos sintiéramos obligados a asumirnos tal como somos.


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