miércoles, 10 de noviembre de 2010

RÁFAGAS VIII: Visita papal y otras cuestiones que quisiéramos zarandajas



  • Salió a la caza y captura de alguna frase ingeniosa y regresó con el morral vacío.
  • Recordó que, en sus años mozos, le había impresionado una frase que aparecía en la novela de Dostoievski "Los hermanos Karamazov": Si Dios no existe, todo está permitido. Con el tiempo acabó, sin embargo, convenciéndose de que podía articularse una ética laica sin acudir a él -¡otra cosa es que esta tarea resultara más compleja! 
  • Ante el caos que se perfilaba en el horizonte comenzó a pensar que quizás conviniera  poner de nuevo en valor la idea de la existencia de Dios.
  • La experiencia de ser libre resultaba agotadora por lo que consideró la posibilidad de "volver al redil"; las resonancias de esta vieja expresión del lenguaje de su niñez le produjeron, no obstante, cierto escalofrío que ni siquiera la condición de borrego de la que disfrutaría a partir de entonces pudo evitar.
  • Escandalizarse por las opiniones que, sobre ciertos asuntos, vierte la Iglesia, carece de sentido -¿Qué cabe esperar de una institución tan antigua?-, irritarse por su intromisión constante en el espacio de los ciudadanos que no pertenecemos a su grey, es cosa bien distinta. Para evitar malentendidos quizás resultara conveniente que los pastores de la Iglesia usaran una vestimenta especial cuando hablan para sus fieles y otra menos llamativa cuando opinan sobre asuntos generales.
  • ¿Qué pensaríamos de alguien que se comportara del modo que sigue?: Llega como invitado de alto -y caro- rango, recrimina al anfitrión su actitud, le afea sus ideas y le indica cómo gestionar la casa y, antes de marcharse, acaba pidiéndole más dinero para sus negocios.

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