martes, 2 de octubre de 2012

D. BOSCO EN LA OROTAVA: OLVIDAR LA HISTORIA ES CONDENARSE A REPETIRLA



            La Familia Salesiana orotavense se apresta a recibir gozosa los restos del Santo Fundador de la Orden.

         En lo que probablemente será una nutrida multitud de loas y recuerdos dulcificados –la nostalgia tiene escasa y selectiva memoria– quisiera incluir aquí, a modo de contrapunto y acudiendo a las fuentes, una edificante historia.

El que sigue, el Sueño de las 22 lunas, es uno de los varios relatos en los que D. Bosco anunciaba muertes y así se cuenta en el libro que recoge los hechos del Santo:

Me encontraba en medio de vosotros en el patio y me alegraba en mi corazón al veros tan vivarachos, alegres y contentos. Quiénes saltaban, quiénes gritaban, otros corrían. De pronto veo que uno de vosotros salió por una puerta de la casa y comenzó a pasear entre los compañeros con una especie de chistera o turbante en la cabeza. Era el tal turbante transparente, estando iluminado por dentro,ostentando en el centro una hermosa luna en la que aparecía grabada la cifra 22. Yo, admirado, procuré inmediatamente acercarme al joven en cuestión para decirle que dejase aquel disfraz carnavalesco; pero he aquí que, entre tanto, el ambiente comenzó a oscurecerse y como a toque de campana el patio quedó desierto, yendo todos los jóvenes a reunirse en fila debajo de los pórticos. Todos reflejaban en sus rostros un gran temor y diez o doce tenían la cara cubierta de mortal palidez. Yo pasé por delante de todos para examinarlos y entre los tales descubrí al que llevaba la luna sobre la cabeza, el cual estaba más pálido que los demás; de sus hombros pendía un manto fúnebre.

Me dirijo a él para preguntarle el significado de todo aquello, cuando una mano me detiene y veo a un desconocido de aspecto grave y noble continente, que me dice: Antes de acercarte a él, escúchame; todavía tiene 22 lunas de tiempo; antes de que hayan pasado, este joven morirá. No le pierdas de vista y prepáralo.

Yo quise pedir a aquel personaje alguna otra explicación sobre lo que me acababa de decir y sobre su repentina aparición, pero no logré verle más.

El joven en cuestión, mis queridos hijos, me es conocido y está en medio de vosotros.

Los comentaristas anotan… Un vivo terror se apoderó de los oyentes, tanto más siendo la primera vez que San Juan Bosco anunciaba en público y con cierta solemnidad la muerte de uno de los de casa.

El buen padre no pudo por menos de notarlo y prosiguió: Yo conozco al de las lunas, está en medio de vosotros. Pero no quiero que os asustéis. Como os he dicho, se trata de un sueño y sabéis que no siempre se debe prestar fe a los sueños. De todas maneras, sea como fuere, lo cierto es que debemos estar siempre preparados como nos lo recomienda el Divino Salvador en el Evangelio y no cometer pecados; entonces la muerte no nos causará espanto. Sed todos buenos, no ofendan al Señor y yo entre tanto estaré alerta y no perderé de vista al del número 22, el de las 22 lunas o 22 meses, que eso quiere decir, y espero que tendrá una buena muerte.

Esta noticia, si bien asustó mucho al principio a los jóvenes, hizo inmediatamente un grandísimo bien entre ellos, pues todos procuraban mantenerse en gracia de Dios, con el pensamiento de la muerte, mientras contaban las lunas que se iban sucediendo.

San Juan Bosco, de vez en cuando, les preguntaba: ¿Cuántas lunas faltan aún?

Y los jóvenes respondían: Veinte, dieciocho, quince, etc.

A veces, algunos que no perdían una sola de sus palabras, se le acercaban para decirle el número de lunas que habían pasado e intentaban hacer pronósticos, adivinar... pero Don Bosco guardaba silencio”.

En este tono prosigue el relato…

La insensibilidad de la que hace gala el relator ante la crueldad con la que el Santo juega con el terror de sus alumnos permite entender la turbia atmósfera de sadomasoquismo que permeó nuestra vida colegial durante los negros años del Franquismo.

Esto es también parte de nuestra historia ¿o no?


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