domingo, 16 de enero de 2011

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA XI: El "Aguijón" y las elecciones municipales




Durante las primeras elecciones municipales, de las que ya nos ocupamos en la entrega anterior,  tuvo lugar un hecho que traería complicaciones diversas para los que hacíamos "El Aguijón".

A continuación hacemos un relato sucinto de lo que aconteció entonces –mayor detalle puede encontrarse en el número 4 del periódico mencionado en el link aquí incluído: http://www.scribd.com/doc/36450717


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Aquella situación tenía tintes surreales: ¡una familia –padre, madre y tres o cuatro hijos– ocupaba una de las salas del piso alto del Ayuntamiento y hacía vida allí!

Los tiempos confusos y convulsos que siguieron a la muerte del dictador, durante los que se procedió a la articulación de lo que acabaría etiquetándose con el nombre de "la Transición", posibilitaron, en toda la geografía de nuestro país –¡también en nuestro municipio!– actuaciones que bajo el franquismo resultaban impensables. La que habían protagonizado “los ocupas” es una de ellas.

“El Aguijón”, periódico nacido en diciembre de 1978, daba cuenta, en un artículo titulado “El desahucio, una injusticia social más” del número de marzo del 79 dedicado a las inminentes elecciones municipales, de unos hechos que iban a traer cola. El autor, Nicolás G. Lemus, uno de los miembros más activos del grupo editor y por aquel entonces Presidente de la Asociación de Vecinos 24 de Junio de la Villa de Arriba, escribía:

El 12 de febrero, en la Villa Arriba, concretamente en la calle de San Juan, tuvieron lugar unos hechos que, a estas alturas de siglo, creíamos desaparecidos.

Las camas, calderos, sillas, armarios, etc., de una familia compuesta por un matrimonio y seis hijos acupaban la calle. Se procedía al desahucio de unos vecinos del mencionado barrio.

Las razones del mismo no fueron ni la falta de pago ni otras achacables a ellos sino razones de índole legal que nosotros no cuestionamos.

Recuerdo con nitidez los hechos que se relatan dado que compartí con Nicolás toda la historia, como corresponsable del Aguijón, como Vicepresidente de la Asociación de Vecinos y como compañero, entonces, de militancia en el PCE.

En calidad de representantes de la Asociación de Vecinos de la zona en la que tuvieron lugar los hechos, estábamos al tanto de la fecha del acto de desahucio y allí nos presentamos tratando, sin éxito, de impedir su materialización. Realizado el desahucio intentamos, a lo largo de esa tarde, encontrarles acomodo –el Alcalde, Juan Antonio Jiménez, estaba de viaje y nadie se hacía responsable de lo que pudiera sucederle al matrimonio y su prole. Creo que, a sugerencia de uno de los guardias municipales encargados de mantener el orden en lo que devino todo un acontecimiento, acabamos dirigiéndonos, ya anochecido, a la casa del teniente alcalde D. Manuel Barrera, en la Perdoma donde ejercía como maestro. Golpeamos la puerta, sin obtener respuesta, y a continuación la ventana; de ella emergió un malhumorado edil que, embutido ya en su pijama, trató de "escurrir el bulto". Nuestra insistencia y la vívida descripción de unos niños dispuestos a pernoctar a las puertas de entrada, bajo los soportales, del Ayuntamiento le obligó a ceder y tras llamar a la Comisaría de Policía autorizó a que se nos franquearan las puertas de la Casa Consistorial.

Con el temor de que, al reflexionar sobre el alcance de esta decisión, revocara la orden volvimos a toda prisa al lugar donde nos esperaban los desahuciados; con ellos y con dos guardias que abrieron las puertas entramos en el Ayuntamiento. Las órdenes no debieron ser muy precisas y claras porque ante nuestro rechazo a que se les ubicara en un cuarto de la entrada –esgrimiendo razones de humedad e insalubridad para los pequeños– conseguimos que se instalaran en el piso alto, en la zona más noble del edificio.

Una vez allí el problema iba a adquirir una repercusión más amplia sirviendo como elemento de agitación política y un mes más tarde, en plena campaña electoral, nos permitiría convocar, en la sala que albergaba no sólo a la familia sino también sus enseres, colchones, ropas, etc., una asamblea a la que invitamos a los cabezas de lista a la alcaldía por los diferentes partidos (la mayor parte de ellos declinó la invitación).

Nicolás señalaba en el mencionado artículo, por un lado, que la dilatada permanencia de la familia en el Ayuntamiento era la única garantía para que no se echara tierra sobre el asunto y el problema se mantuviera vivo –y así fue, dado que al final conseguimos que se los realojara en la Barriada de San Antonio– y por otro recriminaba a los partidos políticos su inhibición ante un problema social que los había desbordado preguntándose ¿estarán nuestros partidos preparados para resolver los miles de problemas sociales y políticos que padece nuestro pueblo de La Orotava? ¿Llegaríamos muy lejos con la mentalidad de la que han hecho gala ante un problema social concreto?

El número de “El Aguijón” en el que se imprimió el citado artículo incluía en su sección de “Aguijonazos”, que firmaba Sócrates –uno de mis seudónimos–, y “Aguijonazos portuenses”, bajo la rúbrica Tabengor –que ocultaba la autoría de Manuel Lorenzo Perera–, unos comentarios críticos y mordaces sobre las distintas candidaturas y candidatos a los ayuntamientos de La Orotava y el Puerto. Su impacto iba a ser grande y, junto al artículo antes reseñado, traería consecuencias para todos los miembros de nuestro Consejo de Redacción así como para la composición posterior del periódico.

¿Qué se decía en esos Aguijonazos? ¿Cuáles iban a ser sus repercusiones?

Así empezaba Sócrates:

Se comenta que las diferencias entre el PSOE y la UCD en nuestro pueblo son mínimas, que, en realidad, son el mismo partido. Sobre todo después de que se ha sabido que la lista del partido de Centro la encabeza el hasta hace bien poco militante del PSOE Jesús Hernández Acosta, quien, para más INRI, fue miembro de la Comisión Gestora que recientemente depuró a la Agrupación Local Socialista.

¿Serán los miembros no depurados del PSOE ucedistas emboscados? O quizás D. Jesús, en un alarde de maquiavelismo, sea un comando del partido socialista en las filas de los centristas. ¿Qué será, será…?

Así continuaba:

Y, hablando de enigmas…"Vota por tu pueblo, vota por tu gente". Eso afirman, enfáticos, los muchachos del triángulo de colores. Resulta enigmático y paradójico que la candidatura de UPC, que reparte credenciales de canarismo en todos sus mítines y que acusa de sucursalismo a todos los partidos que mantienen –dicen ellos– una dependencia de la metrópoli, se nos descuelgue en nuestro pueblo con una lista de nombres en la que en ellugar nº 2 aparece D. Cayetano Mejía, peninsular recientemente afincado en nuestras tierras, amante del deporte de la moto y domador confeso de potentes “Cabrasakis”. ¿Qué pasó señores de la UPC? ¿No había suficientes canarios en nuestro pueblo? Lo dicho, ¡un enigma!

Y en estos términos se refería a la lista socialista:

Reajustes de última hora provocaron una modificación en la cabeza de la candidatura del PSOE, pasando al primer lugar Julio Sánchez Pellicer, doctor en Medicina, en vez del librero Vicente Miranda, y ocupando el tercer puesto Juan Pedro Peña, empleado de Banca, en sustitución del abogado Rafael H. Correa.

Se han propagado dos versiones, que nosotros recogemos tal y como han llegado a nuestra redacción. La primera de ellas afirma que teniendo en cuenta el “muerto” que la Corporación, de nefasto recuerdo, deja, son preferibles los cuidados intensivos del Doctor y los ánimos del Banquero, a las letras del Librero y las “palabras que lleva el viento” del Abogado.

La segunda, por el contrario, afirma que el reajuste ha tratado de eliminar el sambenito que se le había colgado a la lista inicial, denominándola “candidatura de la tercera edad”. En fin, se trataba de elegir, de acuerdo con el eslogan que el PSOE ha utilizado en su campaña –100 años de firmeza–, entre los años o la firmeza.

En este repaso no podía quedar excluida la agrupación que, a la larga, acabaría monopolizando el poder municipal en nuestro pueblo hasta el presente, la entonces llamada AIO y así la conceptuaba el tábano griego:

Desde las filas del fútbol, bajo el manto protector de S. Juan Bosco y María Auxiliadora, los, hasta hace poco, miembros del Partido Popular Canario, Isidoro y Francisco Sánchez, Antonio Santos y Luis Melo, aparecen en la escena política con el “disfraz” de Independientes. Para El Aguijón la democracia es algo serio y el hecho casual de que las elecciones hayan coincidido con los Carnavales no debe provocar ningún tipo de confusiones. ¡De independientes nada!

Resuelto este enigma de encapuchados, parece claro que no existe ninguna diferencia entre esta candidatura y la de los ucedistas; sobre todo si resulta ser cierto que no se fundieron en un solo grupo por discrepancias en el reparto de lugares – ¡Yo antes que tú! ¡No, tú después de mí!. Además, el número 2 de UCD (D. Buenaventura Machado) fue hasta hace poco miembro de relieve del extinto Partido Popular Canario.

Los acuerdos en el futuro Ayuntamiento entre estos dos grupos son previsibles y la política la seguirán haciendo los de siempre, las mismas clases sociales y familias que dominan nuestro pueblo y que, ¡cómo no!, controlan la mayor parte de las candidaturas.

El inventario concluía con sendos comentarios sobre las candidaturas de “hombres de paja” que representaban a la derecha caciquil y franquista –bajo las siglas de Coalición Democrática – y a los comunistas del PCE –en cuya lista no aparecía ninguna de sus figuras más significadas.

Para nuestra historia hay que dejar constancia también de las embestidas que, desde el Puerto, dirigía Tabengor a uno de los cabezas de lista al Ayuntamiento orotavense, D. Jesús Hernández Acosta, Secretario del Instituto de Estudios Hispánicos de la ciudad marinera.

El asunto traería cola porque, sintiéndose injustamente aludido, íbamos a ser denunciados por el desilusionado candidato de UCD. Se dictó auto de procesamiento con la calificación de “indicios delictivos por injurias leves”, concediéndose la libertad de los procesados e imponiéndoseles la prestación de una fianza de 20.000 pesetas a cada uno –que afrontamos en unos casos enajenando diversas pertenencias o en otros declarándonos insolventes– y la obligación de presentarse una vez al mes en el juzgado.

Cerrado el Sumario, el caso se remitió a la Audiencia Provincial, para proceder a la vista de la causa y dictar sentencia en su día. Encontrar un abogado que se prestara a defendernos no fue tarea fácil; finalmente Julio Pérez –militante socialista de amplia y acreditada trayectoria– se hizo cargo del asunto con la ayuda de Juan Porfirio Hernández que nos asistió como procurador.

Una secuela del affaire judicial sería la desaparición, desde el periódico de Mayo, de Sócrates y Tabengor.

El primero lo hacía con un último Aguijonazo que comenzaba así:

El firmante de esta sección se ve obligado a recordar la sentencia del clásico que afirmaba que los hechos trágicos al repetirse lo hacían en tono de comedia.

Lo recuerda a propósito de su propia vida y muerte allá en la lejana Grecia donde por decir la verdad desde la plaza pública, por fustigar a los popes que dominaban las instituciones fue obligado a beber la cicuta y a “suicidarse” después de hacer un bello discurso sobre la inmortalidad del alma. Estos tiempos son, sin embargo, más prosaicos, la cicuta no se vende en farmacias sin receta médica y el mismo “Sócrates” se muestra más escéptico sobre la inmortalidad del alma.

Por ello oído todo tipo de consideraciones, razones y sinrazones, silencios y gritos, pros y contras …y, advirtiendo que la comedia iba a derivar en mal esperpento, “Sócrates” ha tomado una determinación heroica: tomarse varios cubatas y desaparecer.

El segundo también optaba por “hacer mutis por el foro”, pero con otro estilo –no en vano uno era un filósofo y el otro un Mencey. Este era su discurso de despedida:

“Como la mar está algo movida”, porque todos sabemos de sobra que los actos judiciales implican una gran inversión de tiempo, Tabengor, el guanche de los Riscos de Martiánez – que revivió a finales de siglo el gran erudito portuense Álvarez de Rixo, defensor acérrimo de las cosas de nuestra tierra – tira de nuevo al monte, a refugiarse en alguna de las oquedades de los altos del Valle.

No vamos a fenecer víctimas de una huelga de hambre como el palmero Tanausú, ni a seguir el mismo camino –lanzándonos sobre el lecho de algún barranco– que Bentor, Beneharo y muchos hermanos más. Además, hoy en día, la cantidad de porquería, máxima en el lecho de lo que fueron hermosos y limpios barrancos, impediría que el hermoso rito se lleve a efecto con toda la dignidad exigida.

Tabengor –que habitó en una de las cuevas de la “fuga” de Martiánez, de grande astucia en las faenas de cuidar cabras, pescar y mariscar, que fue enterrado en el llamado “cementerio de los guanches”, hallándose sus restos dispersos por diversos museos del mundo– promete volver. Volverá…

Por otra parte, las alusiones críticas a los sedicentes nacionalistas de izquierda no gustaron y dos de sus miembros, Domingo Domínguez, cabeza de lista de esa formación, y Toño Mesa, –cofundadores de “El Aguijón”– dieron por finalizada su vinculación con el periódico.

¡Estaba claro que aun no se estaba preparado para aceptar ser desnudados en público!

Tras unos comicios que arrojarían el resultado siguiente: UCD 8 concejales -Jesús Hernández Acosta, Buenaventura Machado, Juan Acosta, Matías Hernández, Luis Martín Cabo, Juan Gómez, Eleuterio Sosa y Pedro Martín Méndez-, AIO 8 concejales -Francisco Sánchez, Luis H. Melo, Isidoro Sánchez, Ana Mª Llarena, Isaac Valencia, Gervasio Fariña, Pedro R Delgado y Carmen Delgado Expósito "Mensa"-, PSOE 2 concejales -Julio Sánchez Pellicer y Vicente Miranda-, UPC 2 concejales -Domingo Domínguez y Cayetano Mejía- y Coalición Democrática 1 concejal -Fernando García-, se procedería a la elección de alcalde. Con el apoyo entusiasta de la UPC y el más reticente del PSOE, Francisco Sánchez, cabeza de lista de AIO, alcanzaría la alcaldía del Municipio.

Se iniciaba, así, la larga hegemonía de los, primero, "independientes" y, más adelante, "nacionalistas", en el Ayuntamiento de la Muy Noble y Leal Villa de La Orotava.



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