lunes, 10 de enero de 2011

PERPLEJIDADES XI

  • El informe PISA ha sido despachado con más pena que gloria y no ha generado la necesaria controversia que cabía esperar en un país, como el nuestro, tan necesitado de ocuparse de la educación.
  • De hecho, parece que el veredicto más extendido se  resume en la frase "mediocres en excelencia y sobresalientes en equidad". 
  • Podría compartir la primera parte, la mediocridad en excelencia -¿qué otra cosa cabría esperarse en un sistema donde no sólo no se estimula al que destaca sino que, por contra, se le mira con suspicacia? ¿y qué de un país en el que multitud de descerebrados y cínicos, desde medios de comunicación de amplia audiencia, por un lado, marcan tendencia y crean estados de opinión y, por otro, arrojan basura sobre todo el que sobresale?- pero no puedo aceptar que el sistema educativo sea calificado con un sobresaliente en equidad.
  • Las razones para esta alta calificación se basan en el hecho de que, por un lado, "las diferencias de estatus social, económico y cultural apenas tienen incidencia en la puntuación final obtenida por los alumnos" y, por otro, "en que existe escasa diferencia entre los centros" ¿Es esto síntoma de equidad o, quizás, a la vista del bajo nivel en el que nos movemos en comprensión lectora, habilidades matemáticas y científicas, mera generalización de la mediocridad?
  • ¿Está reñida la equidad con la excelencia? Mi experiencia como docente me permite afirmar que, aunque no sea así, la apuesta, que hasta ahora, habían hecho las autoridades educativas parecía aceptarlo y la pretendida equidad se ha basado en la "igualación por abajo".
  • Los resultados que arroja el Informe PISA son una consecuencia directa de una determinada política educativa y de un clima cultural paupérrimo ¿Qué se pretende conseguir en un país que tiene como iconos mediáticos a Belén Esteban y como modelos de televisión de éxito, bien la marca Tele 5 o bien bazofias del estilo de Intereconomía?
  • Si no se vuelve a contar con la "complicidad" de un profesorado al que se ha ninguneado, restándole autoridad y autonomía y convirtiéndolo en "estabulador" en vez de "maestro", nada será posible.



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