jueves, 9 de diciembre de 2010

DE EDUCACIÓN VII: VERBORREA FRENTE A RESULTADOS



Ya se han hecho públicos los resultados del Informe PISA sobre la educación en el mundo; es, por tanto, posible medir la distancia que separa la verborrea de los responsables (???) de la política educativa de la cruda realidad de la educación.

Constatamos, así, que nuestro país aparece alejadísimo de los niveles de excelencia, por debajo de la media de la OCDE -los países de nuestro entorno- y que nuestra comunidad, Canarias, ocupa los últimos lugares -sólo supera a Ceuta y Melilla, comunidades estas con una problemática especial-  en todas las áreas sometidas a escrutinio (comprensión lectora y competencias en  matemáticas y ciencias) dentro de España.


¿Y ahora qué? ¿Qué explicaciones urdirá la titular de educación para transferir  responsabilidades a los demás y eludir las propias? ¿Qué dirá nuestro Presidente Autonómico? ¿Cómo defenderán una gestión que arroja un saldo tan pobre y negativo? ¿Cuáles son las razones que explican este retraso de nuestra Comunidad? ¿Cómo solventarlo?

Los interrogantes anteriores son de diversa índole y las respuestas a los mismos, también -unas exigen acciones inmediatas y otras requieren más tiempo-; la urgencia en abordarlas es, en todo caso, imprescindible.

Vaya a continuación una primera aproximación al tema.

Para empezar, parece evidente que, ante un panorama como el que este informe pone ante nuestros ojos -constatación evidente del fracaso de una gestión-, sólo cabría esperar la renuncia, voluntaria o forzada, de al menos la responsable máxima de la educación en la Comunidad.

No parece, sin embargo, a la vista de las primeras reacciones del establisment educativo por boca del viceconsejero de educación, que se vayan a asumir responsabilidades. El señor Gonzalo Marrero, según publica la prensa, "cuestiona los resultados de la Evaluación Internacional de Estudiantes PISA de 2009 desde el punto de vista técnico". No hay nada más viejo que la utilización de cortinas -esta es la primera-, cortinas de humo, para tapar una realidad incómoda: el deplorable estado de la educación -y mucho más- en Canarias.

Añade además que "desde el punto de vista técnico (¡qué querrá decir con esto!) publicar un ranking no ayuda a la mejora del sistema educativo" - y eso es verdad pero sí sirve para, por un lado, dejar constancia de un "estado de la cuestión", por otro, para desenmascarar la palabrería hueca y vana y, sobre todo, para poner en evidencia la malísima gestión de la educación en Canarias.

Ya es hora de dejar de "escurrir el bulto" transfiriendo la culpa a otros y, también, tiempo de posponer para ocasiones más propicias las declaraciones grandilocuentes sobre "la sociedad de la información" y demás zarandajas -como las que achacan a los niveles de repetición de curso parte del fracaso (¡si repiten será porque no se alcanzan, siquiera, los mínimos exigidos!, mínimos, por otra parte, bajísimos)-.

Lo que ahora procede es acordar con los sectores implicados en la educación -sobre todo con un profesorado al que se le devuelva su dignidad y, así, reilusionado- la puesta en marcha de medidas de urgencia que deben venir marcadas por una política de cariz ilustrado, en la que la cultura y el conocimiento pasen a ocupar el papel central; medidas que, por otra parte, acepten que la sociedad canaria padece un deficit cultural acentuado, que hay que cubrir.

Precisamente este deficit cultural que arrastra la sociedad canaria y que afecta en mayor medida a los más desfavorecidos sólo puede combatirse desde la escuela y por ello hay que contar con el decidido compromiso de esta. ¿Ha sido esta la política desarrollada por la Consejería de Educación y por el Gobierno de Canarias o más bien ha sido el enfrentamiento, la desautorización y minusvaloración del profesorado la tónica imperante?

Habría que señalar objetivos claros, desburocratizar las tareas docentes y conferir a los Centros educativos mayor autonomía para desarrollar proyectos educativos dirigidos a aumentar el conocimiento y la capacidad crítica. Y, luego, ¡a valorarlos y a exigir las responsabilidades que procedan!

Hay que dejarse de contemplaciones con los "hooligans" y "disruptivos" que condicionan el sistema educativo y poner en valor  la máxima que  dice:  "perjudicar a la mayoría no es aceptable en ningún caso". Integrar, sí, pero marcando y aceptando límites y normas, respetando las reglas que hacen posible enseñar y aprender.

Volveremos sobre estos temas...

1 comentario:

Orlando Mora dijo...

Ojalá no estés predicanado en el desierto, aunque me temo lo peor. Efectivamente, la cultura debería comenzar en la escuela, pero entre el nacionalismo (que confunde las costumbres locales con cultura)y el pensamiento, europeo por lo demás, que pretende dirigir la educación a la utilidad productiva, me parece que estamos perdidos.