domingo, 5 de diciembre de 2010

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA V


Es digno de reseñar que en los tiempos de los que estamos dejando memoria la cultura crítica se desplegaba no bajo el amparo o el patrocinio de la Administración sino en contra de ella.

No es extraño, pues, que los problemas –económicos o de contención y estrategia política– para mantener y desarrollar iniciativas como el Cineclub o los periódicos a los que nos hemos referido en la entrega anterior fueran múltiples.
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La directiva con la que se abría la nueva etapa de emancipación de la tutela directa de la institución salesiana, de la que ya dimos cumplida referencia con anterioridad, encara la temporada que se abre, con la máxima ilusión. Será esta ilusión la que permitirá ir superando un conjunto de problemas que tiene varios frentes y que, en síntesis podemos resumir como sigue:

• La elección del material y los intereses de los exhibidores –de escasa, por no decir nula, ayuda en el caso de los Herreros y de apoyo en el de D. César García .

• Las trabas burocráticas que acompañaban a cualquier proyección.

• Los agudos problemas de financiación.

En lo que se refiere a la eleción del material había que contar con los distribuidores para que cedieran al Cineclub la película escogida que pertenecía a los correspondientes lotes de las dos empresas que gestionaban el Teatro Atlante y el Cine Orotava. Los títulos eran, pues, limitados y de ahí la obsesión por conseguir unirnos a la Federación Nacional de Cineclubs –tarea esta que resultó complicada y azarosa. Así, durante la temporada 1967 - 68 se recoge en el libro de actas que, a causa de los problemas económicos que amenazan con asfixiar a la entidad, el gran objetivo que se apuntaba a finales de la temporada 66 - 67 –la federación– debe posponerse otra vez.

La burocracia, por otra parte, no era casual; obedecía, como en tantas otras instancias del Régimen, a una política de control. Así, el artículo 7 del reglamento de fecha 4 de Julio de 1963, establecía que los Cine club debían elevar a la Dirección General de Cinematografía y Teatro al iniciarse cada curso, un avance de las actividades previstas, así como ejemplares de sus programas y publicaciones, todo lo cual habrá de realizara través de la Delegación Provincial de Información y Turismo.

El Delegado recordaba, de vez en cuando, la necesidad de disponer de las solicitudes con mayor antelación y así, el 8 de abril de 1967, remarcaba: Recibido el escrito de fecha 5 de los corrientes, por el que pide autorización para la proyección del film «TIEMPO DE AMOR», el día 9, y sin que haya tiempo para conceder la oportuna autorización que se solicita, debe, para casos similares, tener en cuenta lo siguiente. “Las solicitudes de este género, teniendo en cuenta demoras lógicas de comunicaciones, deben formularse con mayor antelación, ya que ésta, fechada en 5 de abril, ha tenido entrada en este registro el día 8, es decir sin tiempo material para conocerla, contestarla y comunicar la contestación, Los programas o folletos anunciadores han de presentarse en número de 6 eiemplares personalmente. Ya que el presentador ha de firmar en los mismos el sello correspondiente con la hora de presentación. Le ruego tome nota de ello para lo sucesivo”.

Como se ve la maraña burocrática era impresionante y todo este cúmulo de permisos, notificaciones, etc., acabaría utilizándose por la Administración para obstruir el trabajo de un grupo que desarrollaba una actividad políticamente incómoda.

A las dificultades anteriores se añadían las derivadas de los problemas de financiación que aquejaron al Cineclub desde sus comienzos –problemas que también acabarían dando al traste con las actividades periodísticas ya reseñadas: Hogar - Club y Ahora.

Los ingresos del Cineclub provenían de las cuotas que los socios regularmente, o mejor irregularmente, abonaban. La cuantía de cada cuota – que daba derecho a dos sesiones – era de 30 pesetas hasta la temporada 1968 - 69. Y de 40 pesetas a partir de la siguiente. Las Semanas de Cine, encuadradas dentro de las actividades programadas en las Fiestas Patronales, tenían la cobertura del Ayuntamiento de la Orotava y alguna de las programadas en el Puerto de la Cruz, la del Instituto de Estudios Hispánicos –resulta curioso constatar que estas semanas organizadas en el Puerto pretendían atraer no sólo a los vecinos autóctonos sino también a los extranjeros y a los turistas. En cierta forma constituirían un precedente de lo que luego pasarían a ser, mucho más tarde, los Festivales de Cine Internacional, luego convertidos en Ecológicos.

En un escrito de Octubre de 1969 en el que se solicita ayuda económica al Ayuntamiento puede leerse: Con motivo de hallarse próxima la reapertura de la temporada 1969 - 70, este Cineclub ha venido realizando últimamente una serie de gestiones encaminadas todas ellas a la consecución de unos fines, cuya importancia apreciaríamos en su justo valor si lo relacionáramos con la supervivencia misma de la entidad, en peligro ya desde la temporada pasada, como consecuencia de la crisis económica que siempre padeció este cineclub año tras año, hasta constituirse en crónica, y que se acentuó de forma alarmante desde el momento en que las circunstancias que rodearon el ejercicio de la temporada 1968-69 crearon una situación, en grado sumo, critica, estando a punto de arruinar toda una labor que por sus características mereciera calificarse de titánica. Que dichas gestiones dieron como resultado la agravación de la situación ya indicada en el párrafo anterior, como se verá en el recuadro que a continuación adelantamos, con el fin de dar una visión exacta de la serie de condicionamientos y limitaciones que cercan a este Cine club coaccionando sus infinitas posibilidades.

Estando obligados a proyectar dos sesiones mensuales, los gastos ascenderían a 10.000 a los que habría que añadir los derivados de la propaganda y otros varios por valor de 500 que hacen un TOTAL de 10.500. De todo ello resulta un déficit mensual de 4.500 ptas.

Resulta llamativo constatar la habilidad con que se practicaba una especie de “entrismo”, en la mejor tradición del ideario trotskista, en las actividades que auspiciaba el propio Sistema y se solicitaba ser subvencionado por el propio organismo al que se intentaba combatir.

Esta situación no se sostendría y ya en la temporada 1969 - 70, con ese lenguaje ambiguo, críptico casi, al que nos tiene acostumbrados el cronista del Cineclub, se dice: Solo nos queda dejar constancia de las frustradas gestiones realizadas con objeto de celebrar un ciclo de cine internacional, como remate y cierre de temporada. Una serie de obstáculos impidieron llevar a buen fin dichas gestiones. Esperemos que puedan ser salvados la próxima temporada.

Estas semanas de cierre de temporada quedarían definitivamente canceladas pese a los reiterados intentos de las Juntas Directivas. A las reticencias del Ayuntamiento se sumaban las objeciones que, desde el punto de vista de la rentabilidad económica, planteaban los propietarios de la sala de exhibición.

Durante la temporada 1968 – 69 el Cineclub aparece estancado y ello se refleja a en la Memoria del año: Muy poco puede decirse de esta temporada que nada supuso para el progreso y desarrollo de la entidad, y sí un lamentable retroceso, todo ello debido a la serie de dificultades Y obstáculos que surgen como consecuencia de la existencia de problemas de tipo económico, mal que caracterizara ya desde el principio de temporada a la organización y que hizo posible que ésta marchara a trompicones en todo momento, llegando a su final poco menos que sin resuello.

La programación regular incluyó: El criminal, La historia que nunca ocurrió, Proceso en Venecia, La ladrona y Las aventuras de Max Linder. El cronista no duda en señalar que la temporada ha estado llena de incidencias, de excelentes ideas de tipo experimental abortadas, de una frialdad sobrecogedora por parte del socio, de irregulares sesiones, y todo ello envuelto con el ropaje del grave problema económico...

El tantas veces pospuesto objetivo de conseguir la incorporación en la Federación Nacional de Cineclub, apuntado aquí al final de esta Memoria, acabaría alcanzándose, al fin, en Noviembre de 1969. El entonces Presidente, Eulogio Méndez, escribe en carta remitida a la Federación el día 3 de ese mes: Siendo el deseo de este Cineclub inscribirse en esa Federación, adjunto documentación requerida para tal fin. Este Cine club se compromete al cumplimiento de todas aquellas condiciones necesarias para su inscripción en esa Federación. Se inicia la temporada 1969 - 70 con la película de Bergman Un verano con Mónica y a ella siguen Fieras humanas, Harakiri, Faraón, Al final de la escapada, –que generaría una polémica muy viva–, Cumbite y Ciclón –que serían las primeras cintas suministradas por la Federación y cuya proyección se vio acompañada de un extraordinario éxito–, Belarmino, Las estaciones de nuestro amor, El poder del oro, Tres cuentos colombianos, El hombre no es un pájaro y Eroika.

El balance no resultó excesivamente satisfactorio desde el punto de vista económico, aunque sí desde la perspectiva de asistencia de nuevo público a las sesiones, porque con fecha 1 de Junio de 1970 se remite carta a la Federación en estos términos: Terminada la temporada 1969 - 70, este Cineclub se ve en la necesidad, a causa de un cierre extremadamente deficitario, de solicitar de la Federación Nacional de Cineclub la BAJA TEMPORAL del mismo. Una vez abonadas todas nuestras deudas para con Vds. (gastos Agencia de Aduanas), y en vísperas de la reapertura de temporada 70 - 71, se solicitará de Vds. el ALTA de este Cine club, cuya existencia, tan precaria, se halla limitada por una serie de condicionamientos en justa relación con el carácter particular de nuestra población cineclubista.

La importación de películas desde la Federación de Cineclub atrajo a las sesiones a gran cantidad de jóvenes universitarios de La Laguna y Santa Cruz: presentaciones y coloquios se convertían en plataformas desde las que se defendía la libertad de expresión y se hacía crítica a la situación política.

Sin embargo, el coste de la insularidad resultaría muy gravoso para las finanzas de una entidad que sobrevivía gracias al entusiasmo y tesón de un grupo reducido de personas, y al que una complicada maraña administrativa y dificultades de todo tipo acababan desesperando.

La temporada 1970 - 71 es vivida agónicamente por los que hasta entonces habían conseguido mantener viva, pese a las dificultades, la actividad cineclubista. El círculo se va estrechando y, con la perspectiva que procura el escribir conociendo lo sucedido, podemos situar en su auténtico contexto –la ofensiva para “liquidar” una actividad políticamente incómoda– la información que solicita el entonces titular de la Delegación Provincial de Información y Turismo, Manuel Delgado Aranda. E18 de Febrero de 1971 escribe: Le reitero el contenido del oficio Nº 95 de fecha 11 de Enero, por el que se le solicitaba, a la mayor brevedad posible, y con el fin de actualizar datos, lo siguiente: 1º Nombres de la actual Junta Directiva del Cineclub 2º Número de socios inscritos 3º Cuota a satisfacer por parte de los mismos 4º Cuantos datos considere interesante destacar.

El Presidente, Eulogio Méndez, en respuesta a dicho escrito, remite los datos solicitados y presenta la situación del Cineclub de modo descarnado: 1º JUNTA DIRECTIVA. Presidente: Eulogio D. Méndez García, Vicepresidente: Francisco Miranda Oliva, Secretario: Olegario Negrín Fajardo, Vicesecretaria: Emma Rosa Hernández Díaz, Tesorero: Domingo Abreu Rodríguez (sustituido por Isidro Álvarez Correa), Vicetesorera: María Gloria González Delgado, Vocales: José H Fernández Pérez, Juan A. Pérez Díaz, Isabel Oliva Cruz, Ángel Díaz García.

Cabe destacar lo siguiente: ¿posible obtención de UNA SUBVENCIÓN ANUAL FIJA de algún organismo? Este Cineclub que sólo de sus socios (un número fluctuante) vive, ha estado a punto de desaparecer en más de una ocasión. En estos momentos la situación es poco menos que desesperada. Sin local de proyección tenemos que alquilar uno. Esto en unión al acarreo y unas pólizas de Aduana por cada película contratada a la Federación Nacional de Cineclub, encarece notablemente las sesiones.

El resultado de este intercambio no es otro que el progresivo endurecimiento de las trabas administrativas para la exhibición de películas.

19 de Febrero de 1971: En relación con las sesiones de proyección de películas que se vienen proyectando por ese Cineclub, le recuerdo la necesidad de que dichas solicitudes de permiso de exhibición, cuando se trata de películas que no han sido proyectadas por ningún local cinematográfico de esta Provincia, deberán venir acompañadas de la correspondiente hoja de exhibición.

13 de Marzo de 1971: En relación con su escrito de fecha 10 de Marzo, esta Delegación no ve inconveniente alguno en conceder a ese Cineclub permiso para exhibir la película que menciona: siempre y cuando dicha película posea autorización genérica de exhibición a que alude el art. 40 de la Orden de 11 de Marzo de 1957 y no esté caducada la licencia de exhibición para la misma cuando se trate de películas extranjeras.

Por tanto, junto con la solicitud de permiso de exhibición de la película a proyectar deberán acompañar declaración jurada de que dicho film posee la autorización genérica antes mencionada, así como de que la licencia de exhibición está en vigor, ya que cuando se trata de películas extranjeras caduca a los seis años, salvo prórroga expresa.

Sin lo expresado, no será otorgado el permiso de exhibición que incumbe a esta Delegación conceder. A la vista de las circulares que dicho Cineclub emite, se echa de menos el pie de imprenta a que alude el art. 11 de la vigente Ley de Prensa e Imprenta. Efectivamente es reglamentario que se presente con antelación suficiente a la Delegación Provincial de Información y Turismo la Licencia de cada película. Sin embargo, dadas las características de las sesiones de los cineclubes, habitualmente los Delegados transigen, según determinadas condiciones. Hay soluciones para todos los gustos. Por ejemplo, unos solicitan se les presente la Licencia en cuanto la recibe el Cineclub con la película o al día siguiente, con lo que les autoriza «sub conditione»; otros se conforman con una declaración jurada; otros piden la presentación de fotocopia de las Licencias.

El Cineclub consigue sortear estas dificultades y la actividad continúa, pero la suerte está echada porque, a medida que crece el compromiso político del núcleo que anima la entidad, los informes de la red de confidentes aumentan y la presión para su eliminación se hace más insistente.

La Memoria de 1970-71, a diferencia de las anteriores, parece reflejar el cansancio de nuestro cronista que, en una escueta exposición, da cuenta de la actividad desarrollada: Gestiones llevadas a cabo en esta temporada con objeto de contribuir al progresivo desarrollo de la entidad, lo constituyeron sin duda alguna las solicitudes formuladas a dos organismos bien definidos.

La primera de ellas dirigida a la Federación, con el objeto de reanudar un contacto perdido como consecuencia de la BAJA TEMPORAL forzosamente solicitada con anterioridad. La segunda, a la Dirección General de Cultura y Espectáculos, con el fin de que este organismo resolviese la crisis económica que abatiera a esta entidad próxima al cierre de sus actividades. La reseña de las películas proyectadas, Senso, Pierrot el loco –cuya aceptación muy entusiasta provocaría un animado coloquio–, Edipo Rey, Ascensor para el cadalso, Stress es tres, tres, El barco de los locos, Iluminación íntima, Viva la República –la propaganda de esta cinta generó algunos problemas con la autoridad gubernativa porque se hizo en dos fases: en la primera se utilizó profusamente un cartel en el que solo aparecía el título (¡la Orotava se llenó así de vivas a la República!) y en la segunda se añadió la información que dejaba claro que solo se trataba de una película–, Dante no es únicamente severo, Acteón, Cuatro de la madrugada, Cortos cubanos, termina con la expresión de un deseo: Como en la anterior temporada, fracasaron las gestiones realizadas con vistas a la organización de un ciclo de cine. Solo nos queda esperar que en la próxima temporada 1971 - 72, como cierre de la misma, haya más suerte y podamos, igual que años atrás, rematarla con unos actos que contribuyan a interesar, a una mayoría más amplia, en nuestras manifestaciones culturales.

La documentación disponible muestra que a lo largo de la temporada se intentó importar desde la Federación un paquete de películas que incluía: El ángel azul, El muchacho del pelo verde, El joven Törless, Dios y el diablo en la tierra del sol, Un pugni in tasca, Sábado noche, domingo mañana, Hiroshima mon amour, Kanal, etc., o conseguir a través de los distribuidores films como: Mamma Roma, Ocho y medio, Accidente, La busca, etc., sin que, por diversas razones fuera factible conseguirlo.

También a lo largo de la temporada se introdujo como novedad el encuestar a los socios después de cada sesión a fin de pulsar el grado de aceptación de la película y, como recoge un artículo de José H. Chela publicado el Jueves 8 de abril de 1971 en LA TARDE, la encuesta es un intento de que el socio dé su parecer al menos por escrito, ya que no lo hace en el coloquio. Los resultados de esta exploración se publicaban en las Circulares que, editadas a multicopista por falta de recursos económicos, informaban sobre el contexto y las características de película a visionar y permitían, además, reflexionar sobre la marcha del Cineclub. A lo largo de ellas es perceptible, tanto el uso del film comentado como medio para suministrar información política, como la creciente preocupación del equipo que anima el Cineclub por la falta de dinamismo de los coloquios que no consiguen generalizarse: El asunto de esta editorial es bien espinoso. Abordar el punto más vulnerable y, a un tiempo, el más importante de nuestro tinglado cineclubista, es exponerse a servir de blanco a las iras no sólo de sus detractores sino también de sus partidarios. No obstante, valga la pena el riesgo.

Se trata del COLOQUIO. Lo que diferencia nuestras sesiones y le da un carácter bien definido respecto a otras sesiones de este mismo tipo (Cineclub Náutico) o comerciales, es precisamente el tener la posibilidad, al final de las mismas, de analizar e intentar aprehender, dentro del margen que nos pueda conceder la inmediatez de unas imágenes todavía calientes y que apenas han cesado de agredirnos, la problemática propuesta por el autor del film proyectado, a través del DIALOGO, en el que puede participar cualquiera de los asistentes. Sostener un coloquio en el que intentemos clarificar, en la medida de lo posible, el contenido del film propuesto, es labor que creemos compromete a todos.

Las apelaciones a la participación no parecen haber surtido el efecto deseado porque en el ya citado artículo de Chela se lee: Desde la primera sesión, hasta hoy, cada película ha sido precedida de una presentación y seguida de un coloquio. Coloquio que, todo hay que decirlo, se transforma, la mayoría de las veces, en un nuevo monólogo del presentador, ya que, incomprensiblemente, los socios se abstienen de opinar y quedan satisfechos permaneciendo absolutamente mudos. Está claro que las pretensiones de los rectores del Cineclub para convertir este en una plataforma de agitación política no obtienen los resultados esperados.

Finalmente, en Septiembre de 1971, el entonces Secretario, Juan Antonio Pérez Méndez, certifica: Que obra en su poder escritos de fecha 31 de Mayo, 14 de Junio y 31 de Junio de 1971, en los que los Sres. que integran la Junta Directiva de esta Asociación Cultural presentan su dimisión alegando cada cual incompatibilidades bien de tipo profesional, bien de tipo estudiantil (ausencias).

Por tal motivo se acordó convocar Junta Extraordinaria, a fin de reestructurar dicha Directiva. Se produce así a la renovación de la Directiva del Cineclub que pasa a manos de una generación más joven –algunos de cuyos miembros ya habían estado colaborando con la Directiva saliente. Su composición es más homogénea y su actitud más abiertamente militante. Presidente: Antonio Delgado Arbelo, Vicepresidente: Domingo Domínguez Luis, Secretaria: Emma Rosa Hernández, Vicesecretaria: Carmen Ortiz Martín, Tesorero: Jesús Escobar (por su incorporación al servicio militar ejercería sus funciones José Delgado Albelo), Vicetesorero: Nicolás González Lemus, Vocales: Abel Jesús Hernández Belza, Francisco J. Rodríguez-Franco, Jesús Oliva Cruz, Modesto Linares Núñez.

La historia de esta etapa, corta etapa, la dejamos para la próxima entrega en la que nos ocuparemos, además, de la crisis que sacudió al pueblo al producirse la redada que buscaba desmantelar las organizaciones comunistas que habían crecido al amparo del Cineclub y demás núcleos antifranquistas.

1 comentario:

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