lunes, 8 de noviembre de 2010

RÁFAGAS VII

  • ¡Qué acertada resulta, en los tiempos que corren, la frase que Felipe González pone en boca de Azaña!: Si cada español hablara de lo que sabe y sólo de lo que sabe, se haría un gran silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar. ¿Será esta la razón por la que calla Rajoy? ¿Estará, acaso, estudiando?  
  •  Al Papa y a la curia española aún le parecen escasos los privilegios -económicos, institucionales, educativos y de todo tipo- de los que goza su organización en nuestro país y para incrementarlos no ha dudado en agitar el espantajo de un laicismo agresivo y en hacer referencia a un anticlericalismo que, a su juicio, recuerda al que se desató durante la Segunda República. Toda esta palabrería engañosa esconde la nostalgia por unos tiempos en los que la Iglesia en colusión con la dictadura señoreaba sobre la vida y costumbres de una sociedad sometida.
  •  Parece que el denominado "turismo religioso" -¡qué sarcasmo!-  pinchó y que la afluencia de fieles al escenario del happening papal  no respondió a las expectativas. ¿A quién hay que atribuirle la responsabilidad? ¿Al actor? ¿Al director de montaje? ¿Al equipo de publicidad? ¿A lo viejo que resulta el argumento de la representación?

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