jueves, 25 de noviembre de 2010

NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA III



En estas notas para “otra historia de La Orotava” habíamos dejado el relato en el momento en que el grupo que animaba el Cineclub tomó la decisión de desligarse del Colegio Salesiano y sacudirse así la “tutela religiosa”. En paralelo a ello se produce también otro hecho significativo que protagonizan algunas personas de la “misma cuerda”: la edición de un nuevo periódico sin tutela alguna. En septiembre de 1965 sale a la calle el primer número.

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La pugna en el seno del Cineclub, a la que hacíamos mención en nuestra entrega anterior, se saldaría con la «victoria» de las tesis rupturitas; se impondría, pues, una reorganización de la Junta Directiva que queda constituida, en noviembre de 1966, por las siguientes personas: Presidente: Justo Díaz Expósito, Vicepresidente: Melchor García Hernández, Secretario: Juan Felipe Hernández González, Vicesecretario: José Isidro Linares Bercedo, Tesorero: Domingo Abreu Rodríguez, Vicetesorero: Melchor Dorta Hernández y Vocales: Eulogio D. Méndez, Alfonso Trujillo Rodríguez, Manuel Rodríguez Mesa, Francisco García Hernández. Consejero religioso: Manuel Porlán.

Estos cambios en la dirección y los nuevos objetivos, que habían ido madurando a lo largo de la temporada anterior, son presentados así en la Memoria de la temporada 1966 - 67: La reorganización de la Junta Directiva y el propósito de exhibir films de riguroso estreno, constituyeron los dos agentes provocadores que determinaron el nuevo giro de nuestro Cineclub. Se trataba de la adhesión de un sector más amplio de público: el adulto.

Los tiempos exigían cuidar la expresión y confiar en la capacidad para leer entre líneas y, por ello, el hartazgo por el control –razón fundamental para buscar “otros aires”– se convertía en: El círculo, estrecho en sí, en que nos desenvolvíamos no era propicio. Resultaba anacrónico e insuficiente: los films eran de reestreno y a veces las cintas se hallaban en muy mal estado. El ambiente tampoco lo era. Las garantías que podíamos ofrecer de una buenas sesiones a ese público eran poco menos que bastardas en interés, ya que no en calidad. No obstante, ese mismo público que pretendíamos ganar, y que considerábamos acreedor de «garantías» era demasiado irregular. ¿Respondería?

El balance final resultaría, no obstante, claramente optimista y así concluía la Memoria: Queda así cerrada una nueva etapa muy significativa y que se caracterizó por su singular ambición y la consecución de lo propuesto.

Se abría un nuevo periodo que duraría 6 años y se clausuraba otro que merecía el siguiente, y quizás muy duro, juicio: Un año éste muy importante para nuestro Cineclub. Viene a significar algo así como "un reconocimiento oficial" de su mayoría de edad. Acabó con una serie de limitaciones, a todas luces perjudiciales para la continuidad del mismo. Limitaciones estas que marcaron, con un sello bien definido, las dos primeras etapas que, si bien podemos considerarlas como experimentales, una tercera en idénticas condiciones hubiera supuesto una estocada mortal para el mismo. El salto, revolucionario en sí, implicaba una serie de riesgos en los que campeaba, claro está, el económico. Sin embargo, el anquilosamiento de nuestro Cineclub había llegado a un punto en que se hacía necesaria la ruptura radical y absoluta de unos supuestos asfixiantes. Esta ruptura fue decisiva y se produjo sin muchas dificultades, aunque sí con pequeñas incidencias.

En la Memoria se apunta también la posibilidad de una muy pronta federación, máximo objetivo, hasta esa fecha, inalcanzado. Los films proyectados durante la temporada fueron: La piel suave, París, bajos fondos, La mosca, Los honores de la guerra, El crepúsculo de los dioses, El maquinista de la General, Judex, La mano en la trampa, Llueve sobre nuestro amor, El escándalo Rosemarie, Tiempo de amor. La tradicional Semana de cierre contó con los siguientes títulos: El momento de la verdad, La clave del enigma, Lemmy contra Alphaville, Relato íntimo, Mayor Dundee y Teresa Raquin.

Ya estaba claro que la cultura no era inocente y que su posesión liberaba (¡al menos eso creíamos entonces!). Había, pues, que importar, desde donde fuera posible, nuevo material, conseguir películas a las que no se tenía acceso en los circuitos comerciales. Asociarse a la Federación Nacional de Cineclub se convirtió en un objetivo que, por problemas económicos, tuvo que posponerse una y otra vez.

La política explícita –la implícita siempre había estado presente– formaba ya parte de nuestras preocupaciones y el espectro ideológico de los que trabajaban en el Cineclub, dentro y fuera de la Directiva, era amplio –desde liberales tibios hasta filocomunistas–, lo suficientemente amplio como para que se midieran los pasos y, así, unos atemperaran mientras otros empujaban para ir más lejos (resulta curioso constatar que, más tarde, cuando se intentó montar aquella utopía de gabinetes municipales en la sombra, auspiciados por la Junta Democrática, volviéramos a encontramos –¡esta vez sí! – como conspiradores, muchos de los que entonces preparábamos las sesiones del Cineclub o escribíamos en el nuevo periódico que con el nombre de AHORA acompañaba a nuestra actividad cinéfila). Por aquel entonces ya habíamos comenzado a leer a Marx, a Engels y a otros popes y epígonos; el marxismo había irrumpido en nuestras vidas y los textos de El manifiesto comunista o de Los orígenes de la familia la propiedad privada y el estado o La esencia del Cristianismo, entre otros muchos, nos habían procurado todo un nuevo conjunto de “verdades evidentes” que ejercerían una influencia marcada en las opciones vitales de algunos de nosotros.

Los inicios de la temporada 1967 - 68 ven, tras un largo forcejeo, la dimisión de su primer Presidente Justo Díaz Expósito. En su carta de despedida señala: Justo Díaz Expósito, tiene el honor de comunicar a la actual Directiva del Cine Club Orotava que a partir del día de la fecha - 26 de noviembre de 1967 -, dimite como directivo de dicha Asociación Cultural, de la que desde el primer momento fue su Presidente y sin cuya iniciativa personal los aficionados al Cine no contarían hoy con ESTE Cine Club.

Se hace cargo de la Presidencia el entonces Vicepresidente Eulogio Domingo Méndez – sin duda el principal animador de esta entidad hasta el año de su clausura en 1972 – y se reorganiza la Junta que, en 1968, queda compuesta por: Presidente: Eulogio D. Méndez, Vicepresidente: Francisco Miranda, Secretario: Juan Antonio Pérez Méndez, Vicesecretaria: Milagros Sánchez, Tesorero: Domingo Abreu, Vicetesorero: Melchor Dorta, Vocales: José Hilario Fernández, Quirina Miranda, Alfonso Trujillo, Francisco García; Consejero Religioso: Manuel Porlán.

El Cineclub Orotava viviría, con altibajos, una etapa de gran actividad cultural y política –¡hasta donde era posible!– acentuando su carácter de foro de discusión y debate al que se desplazaban y en el que intervenían gentes de toda la isla. Los domingos por la mañana adquirieron, desde entonces, "otro sabor".

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