lunes, 8 de noviembre de 2010

LAS BENÉVOLAS: EL NAZISMO PASADO POR EL TAMIZ DE HANNAH ARENDT



Leer los libros publicitados como "imprescindibles" después de que haya pasado el tsunami mediático ayuda a poner las cosas en su sitio. Viene esto a propósito de una obra, Las benévolas de Jonathan Littel,  que hace aproximadamente un año fue saludada como "un acontecimiento literario".

No puede negarse la potencia narrativa de muchos pasajes del relato y tampoco se puede ocultar que la crudeza de algunas descripciones de la barbarie nazi consigue transmitirnos un sentimiento que va más allá del horror, pero no me parece que el autor haya conseguido interesarnos en la peripecia vital de su tortuoso y tópico protagonista -un intelectual de sexualidad compleja al que, a mi juicio, retrata con escasa profundidad psicológica- y que veamos en él algo más que un recurso para ilustrar un conjunto de ideas cuyo rastro nos conduce a la politóloga y pensadora alemana  Hannah Arendt. 
  • El desasosiego que produce la "banalización del mal": la constatación de que ese horror fue perpetrado por "gente corriente" que no sólo aceptó convertirse en partícipe de un diseño de exterminio -integrándose en él como una pieza más del engranaje- sino que, en gran medida, acabó compartiendo los objetivos y fines de un régimen totalitario y genocida. Dice, a este respecto, el autor de Las benévolas: Lo que trato de mostrar, de todas formas, con un personaje como Max es que también, en un periodo de la historia, aliarse con los nazis, para muchos, fue una opción ética. No es que eligieran ponerse de parte de los malos. Igual que los comunistas, optabas por una cosa u otra.. . Los que eligieron a los nazis, lo hicieron siendo conscientes de que tomaban un camino para ellos ético, cuyos errores o imperfecciones debían ser mejorados.
  • Régimen que, lejos de estereotipos al uso poseía una racionalidad propia y una lógica interna que no podemos subestimar porque, ¡no lo olvidemos!, fue capaz de arrastrar a la mayor parte de un país de extensa y profunda cultura. Sobre ello comenta Jonathan Littel: Cuando me puse a investigarlo, me di cuenta de que su ideario también se basaba en raíces sólidas... Me pareció que era una visión del mundo muy construida, que no sólo se reducía a lo que un loco vociferaba por la radio, aunque eso también funcionara.

Asusta y espanta ser conscientes de que la barbarie apenas está contenida por una capa de civilización y que esa envoltura puede deshacerse cuando hace presa en nosotros el miedo o cuando eludimos la responsabilidad personal amparándonos en la obediencia debida o en el anonimato que nos procura el grupo, la "masa".

No hay comentarios: