El 22 de mayo ha certificado el avance imparable del PP y el hundimiento del PSOE; queda así expedito el camino para la vuelta de la derecha al poder en las próximas elecciones generales.
No es esto, sin embargo, de lo que quiero ocuparme en este comentario "a bote pronto", sino del resultado de los comicios en mi municipio: La Orotava.
El pasado sábado pronostiqué -¡tampoco había que ser un lince!- una mayoría absoluta de la formación nacionalista, a la que le adjudiqué un edil más (14) de los que finalmente obtuvo (13), y unos exiguos 5 concejales para la fragmentada izquierda (en este caso acerté, aunque no en la distribución - el que asigné a IU se quedó en el PSOE).
Aguardo con interés el análisis que, confío, harán las formaciones de la sedicente izquierda y espero que no atribuyan su fracaso a factores ajenos a su miope planteamiento -¿se conformará el PSOE con haberse mantenido, perdiendo unos 500 votos, vista la debacle general? ¿dejará IpO su ensimismamiento y reconocerán que su sectarismo los condena a una creciente pérdida de influencia y credibilidad? ¿que hará, ahora, IU además de denostar el sistema electoral vigente? ¿y los marginales Verdes? ¿cambiarán de chip y se aplicarán a diseñar, de una vez, una estrategia unitaria?
Un simple cálculo matemático -haciendo uso de los resultados electorales obtenidos- muestra que, si hubieran concurrido juntos, sus 7.716 votos les habrían reportado 7 representantes (¡casi podrían haber entrado así en el Ayuntamiento todos los cabezas de lista!, aspiración esta que parece ser clave en cualquier proyecto de unión). Por otra parte, ¿La unión no hubiera, quizás, concitado mayores adhesiones?
¿Es realmente imposible acordar un programa mínimo de gestión que satisfaga a los que esperamos "como agua de mayo" un relevo al frente del Consistorio villero?
En fin, como bien resume el "dicho": ¡a llorar al barranco!
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