viernes, 20 de mayo de 2011

INDIGNADOS Y, AL FIN, ACTIVOS


Al fin, lo que era un informe sentimiento de hartazgo, ha eclosionado y, poco a poco, primero decenas, luego cientos y ahora miles de personas han abandonado su apatía y han tomado las plazas de sus ciudades.

La movilización, facilitada por la conectividad que posibilitan las redes sociales, ha ido tomando cuerpo y ha cogido con el "paso cambiado" a los partidos políticos, sindicatos y medios de comunicación; tras el estupor inicial asistimos ya, por parte de profesionales de la política, politólogos, sociólogos y demás "expertos", a un intento de asimilación y comprensión de un movimiento que hasta ahora se define más por lo que niega que por lo que afirma. 

Que la eclosión se haya producido en plena campaña electoral no es una mera coincidencia; por el contrario, es una muestra clara del rechazo que suscita una ceremonia política -la elección de los que tendrían que representarnos en las instituciones- que los propios partidos, con su comportamiento sectario y sus normas de funcionamiento que prácticamente imposibilitan la discrepancia, han acabado por vaciar de contenido.

Es cierto que la democracia es, con sus imperfecciones, el mejor de los sistemas políticos que hemos sido capaces de articular pero también lo es que la nuestra -¡y quizás también muchas otras!- necesita con urgencia pasar por la ITV.

Aquí listo algunas de las piezas deterioradas:
  • Creemos que ya pasó el tiempo en el que era necesario enraizar a las organizaciones políticas -¡de ahí las listas cerradas en las que la sigla del partido oscurece al militante!- y que ya va siendo hora de activar un sistema de listas abiertas que, al tiempo que responsabiliza al individuo y lo acerca a sus electores, le permite márgenes necesarios de libertad y autonomía dentro de su grupo.
  •  La profesionalización de la política tiene que tener límites y ya no es de recibo ver enquistados en las instituciones, legislatura tras legislatura, a las mismas personas.
  • Los corruptos no pueden tener hueco en las organizaciones democráticas.
A mi juicio, sin embargo, una de las mayores causas de erosión de la democracia es la extendida sensación de que la política está rendida y a merced del poder económico y financiero y que aquella nada puede hacer frente a este -la crisis en la que estamos sumidos, generada en gran medida por la voracidad del sector financiero y pagada por todos  salvo ellos,  parece sustentar esta percepción. Hay que exigir mayor intervencionismo de la política en ese ámbito en el que campan a sus anchas los difusos mercados: ¡esa es la tarea a la que tienen que dedicarse los políticos!

Este movimiento de indignación tiene, en última instancia, que reivindicar la política, en su sentido más noble, y recuperar, para el ciudadano, el control de sus vidas.

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