lunes, 9 de mayo de 2011

PERPLEJIDADES XVIII: LA POLÍTICA COMO ÁMBITO PARA LAS CONCIENCIAS DESDICHADAS Y LA MALA FE


  • La lectura del libro de Maurice Merleau-Ponty "Humanismo y terror" resulta de lo más pertinente en momentos como este en los que están en el centro de la discusión política acciones que resultan condenables desde el ámbito de las grandes ideas, desde los valores que sustentan nuestro modo de ser civilizados, desde la moral "pura", pero que, al menos, resultan problemáticas desde una perspectiva política. Ya decía Montaigne que el bien público requiere [al menos a veces] que se traicione, que se mienta y que se mate, por eso resulta hipócrita y falaz olvidar que, en cierto sentido, el hombre político -¡aquél que es digno de esa etiqueta!- es una conciencia desdichada.

  • Uno puede entender que el "gran público" aplique a los hechos, complejos o no, la lógica del sí - no -¡eso parece tranquilizarlo!- o que los que han sufrido en su entorno los zarpazos del terrorismo se nieguen a cualquier concesión a los causantes de su dolor, pero lo que no resulta aceptable es que alguno de los que han ejercido responsabilidades políticas en puestos como los de Ministro del Interior o Presidente -léase Mayor Oreja y Aznar- sostengan, sin ruborizarse, simplificaciones burdas y actúen de "mala fe" en asuntos como el fin del terrorismo etarra, con el único fin de erosionar al adversario político.
  • Hablaba más arriba de hombres políticos como conciencias desdichadas pero, ¿cómo calificar a un personaje capaz, como el Presidente de la Generalitat Valenciana, de usar a un fusilado durante la Guerra Civil -el abuelo de Zapatero- en su argumentario para denostar a su oponente? Calificarlo de miserable es quedarse corto. Parece que ganará las elecciones ¡qué país!

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