jueves, 22 de septiembre de 2011

LA CRISIS DE LA FÍSICA CLÁSICA: OTRA FORMA DE VER EL MUNDO (II)




 

EL CUESTIONAMIENTO DEL MODELO CLÁSICO


A) La Teoría de la Relatividad

a. l Apuntes históricos

Los desarrollos de la ciencia de la Electricidad y el Magnetismo se habían concluido prácticamente, al menos en sus aspectos fundamentales, con la formulación de las ecuaciones de Maxwell (que describen la evolución espacial y temporal de los "campos electromagnéticos" mediante los que puede darse cuenta de las acciones eléctricas y magnéticas). A partir de ellas fué posible mostrar la propagación de esas acciones mediante ondas cuya velocidad coincidía con la de la luz. Una nueva síntesis, que recordaba la unificación newtoniana entre física celeste y terrestre, apareció en el horizonte inmediato: la escurridiza luz pareció finalmente quedar atrapada por el intelecto humano.

Ya hemos señalado con anterioridad como se integró esta teoría, en el modelo clásico. El edificio aparecía espléndido y acabado a pesar de que aún faltaran "algunos adornos". Uno de estos adornos, -el medio en el que se propagaban las ondas electromagnéticas, la luz: el "éter electromagnético" de extrañas propiedades (rígido a fin de soportar veloces ondas transversales y sutil para no actuar de freno a los observados movimientos de los objetos celestes)-, resultó difícil de acoplar (¡no había modo de encontrarlo!).

Por otra parte, la detección de este medio podría servir como prueba de existencia de un sistema inercial privilegiado (¡el espacio absoluto!) distinguible del resto de los sistemas inerciales porque sólo en él se cumplirían las ecuaciones de Maxwell. Las razones hay que buscarlas en el hecho de que, de acuerdo con el Principio de Relatividad de Galileo, las leyes de la Mecánica de Newton son invariantes (siguen siendo las mismas) en todos los sistemas inerciales (que se mueven con velocidad V constante) conectados por las leyes de transformación:

r = r' + V t
t = t'

y, por el contrario, las leyes del electromagnetismo (las ecuaciones de Maxwell) no lo son.

Recordemos que el hecho de que se verificara el Principio de Relatividad de Galileo (al menos para la Mecánica) mostraba las dificultades que existían en la identificación de un pretendido espacio absoluto. En efecto, todos los sistemas inerciales serían dinámicamente equivalentes y si existiera tal espacio absoluto sin movimiento, su existencia sería mecánicamente inverificable.

Tal imposibilidad no se aplicaría, sin embargo, a las experiencias ópticas ya que al no ser idénticas las leyes que rigen el electromagnetismo (y por tanto también la óptica) en los diferentes sistemas inerciales conectados mediante las transformaciones de Galileo tampoco lo serían sus acciones. El sistema inercial privilegiado (el correspondiente al espacio absoluto) sería, pues, aquél en el que el éter (medio soporte de la propagación de las ondas electromagnéticas) está en reposo y en el que la velocidad de las ondas resulta ser la "verdadera velocidad".

Los físicos de la época (finales del XIX y principios del XX) concentraron gran parte de sus esfuerzos a la detección de movimientos respecto al éter. Los resultados, contradictorios y extraños, suscitaron una polémica, (preludio de la que unos años más tarde constituiría uno de los núcleos de la teoría cuántica) en torno a la verdadera naturaleza (¿onda o corpúsculo?) de la escurridiza luz.

En el cuadro adjunto se recogen las evidencias a favor y en contra de los dos modelos básicos (corpuscular y ondulatorio) sobre la naturaleza de la luz.

1. La luz viaja en línea recta
2. Efectos de interferencia y difracción
3. Polarización de la luz
4. La velocidad de la luz es independiente de la velocidad de la fuente
5. La velocidad de la luz es mayor en el aire que en el agua
6. Experimento de Fizeau y experimento de Airy (con el telescopio lleno de agua)
7. Aberración estelar (Bradley)
8. Experimento de Michelson-Morley

Modelo corpuscular

Correcto
No ofrece explicación convincente
No ofrece explicación convincente
Desacuerdo claro
Desacuerdo claro
Requiere un arrastre parcial de la luz por el medio
Correcto
Correcto

Modelo onda/éter

Válido si la longitud de onda << anchura del rayo
Correcto
Correcto
Correcto
Correcto
Requiere un arrastre parcial de la luz por el medio
Válido si la Tierra se mueve respecto al éter
Implica que la Tierra no se mueve respecto al éter

Conviene hacer aquí referencia a los importantes experimentos de Michelson (1881), y de él mismo en colaboración con Morley, en los que haciendo uso de un montaje interferométrico obtiene un inesperado y sorprendente resultado nulo para el movimiento de la Tierra a través del hipotético éter (ver Banesh Hoffmann "La relatividad y sus orígenes". Labor, págs. 76 y sig.).



Teóricos del Electromagnetismo como Fitzgerald, Lorentz, etc., proponen diversas soluciones (acortamiento real de longitudes en la dirección del movimiento y, en el caso de Lorentz, introducción de un tiempo local en el sistema de referencia móvil·cuyo ritmo sea más lento) con las que, manteniendo la fidelidad a la hipótesis del éter y al modo clásico de ver el mundo, se "salven las apariencias".

Para Lorentz es justamente la existencia de este éter con su acción sobre la "materia ordinaria" la que permite entender tanto el acortamiento real de longitudes como la dilatación real de los intervalos temporales medidos por relojes que ven alterados sus ritmos periódicos en los sistemas de referencia móviles.

Seguiría existiendo, sin embargo en esta concepción, un tiempo absoluto cuyo discurrir coincidiría con el de los relojes en reposo en el medio estacionario (en el espacio absoluto). La visión absolutista, pero también la relacional sobre el espacio y el tiempo parecen estar planeando en la concepción lorentziana.

En 1905, como ya apuntamos anteriormente, Einstein publica su famosísimo artículo "Sobre la electrodinámica de cuerpos en movimiento" donde, a partir de consideraciones sobre la absurda asimetría explicativa de fenómenos electromagnéticos corrientes y sobre la imposibilidad de detección de cambios en el valor de la velocidad de la luz medida desde diferentes sistemas de referencia (aunque sin conceder especial relevancia al resultado de Michelson), introduce modificaciones radicales en nociones hasta entonces admitidas sin discusión.

Einstein construirá toda su teoría de la Relatividad Especial sobre dos postulados que parecen, en términos de nuestras concepciones clásicas, contradictorios:

1) Las leyes de la física (las de la mecánica y las del electromagnetismo) son válidas en todos los sistemas inerciales.

2) La velocidad de la luz en el vacío es constante e independiente del estado de movimiento del cuerpo emisor.

A lo largo de ese artículo Einstein someterá, en primer lugar, a análisis el concepto de simultaneidad (ver Robert Resnick, "Introducción a la Teoría especial de la Relatividad". Limusa, págs. 47 y sig.), que en la formulación clásica parecía hallarse exento de contradicciones y aquí devendrá problemático, para, a continuación, obtener el conjunto de transformaciones entre sistemas inerciales que tenga como invariantes las leyes del Electromagnetismo (o de otro modo el Postulado 2 de constancia de la velocidad de la luz).

El propósito de cualquier teoría física es describir de una manera concisa una gran variedad de fenómenos. En muchos casos esto necesitará, como parte de la teoría, una prescripción para aplicar la teoría a sistemas que se encuentren en estados de movimiento diferentes. Una prescripción de este tipo, es decir, una especie de código de traducción, consistirá generalmente en un sistema matemático de leyes de transformación. Pertenece a la naturaleza de las leyes de transformación el cambiar la mayor parte de las cantidades y el dejar invariantes algunas de ellas. Estas últimas son los denominados invariantes de la transformación y sirven para definir su carácter. Una afirmación en el terreno de la Física de cuales son estos invaIiantes se denomina principio de relatividad, y las ecuaciones fundamentales de una teoría definen generalmente el principio de relatividad que le es aplicable. Bondi H. Rept. Progr. Phys., 22, (1959)

Estas transformaciones recibirán el nombre de Transformaciones de Lorentz y su formulación es la que sigue para el caso sencillo de Sistemas de Referencia que se mueven paralelamente según el eje X y cuyos orígenes coincide en los instantes t =t' =O:


 LAS TRANSFORMACIONES DE LORENTZ - EINSTEIN



El resto del artículo lo dedica a extraer consecuencias físicas tanto para la cinemática (contracción aparente de cuerpos en movimiento inercial al ser medidos por un observador en otro sistema inercial, dilatación temporal) como para la electrodinámica (encontrando aquí la clave de las aparentes asimetrías con las que había dado comienzo a su artículo) y la mecánica (cuyas leyes hay que enmendar; aparece así una dependencia de la masa con la velocidad de la que parece inferirse la famosa ecuación E = mc2 que sólo se hará explícita en un artículo posterior).

En 1916 Einstein publica en Annalen der Physik el artículo "Los fundamentos de la teoría de la relatividad general" donde da cima a sus trabajos sobre como incorporar la Gravitación (o los sistemas acelerados) al esquema conceptual explicitado en su teoría especial de la Relatividad. En fecha tan temprana como Noviembre de 1907 Einstein exclamará: " Estaba sentado en una silla de la oficina de patentes en Berna cuando, súbitamente, se me ocurrió la idea más feliz de mi vida: isi una persona cae libremente, no sentirá su propio peso!".

Sobre esta idea Einstein articuló lo que suele denominarse Principio de Equivalencia y cuyo enunciado podemos expresar así: En un sistema de referencia de dimensiones reducidas que cae libremente en nuestro campo gravitatorio, las leyes de la física deben ser las mismas que para un sistema de referencia en un idealizado universo libre de gravitación (o en otras palabras: un sistema en caída gravitacional libre me permite eliminar la gravitación). La razón de esta especial propiedad reside en la igualdad entre la masa inercial y la masa gravitatoria y cuya expresión más obvia, pero no por ello menos enigmática, se manifiesta en la ley de caída de los cuerpos (discutida ya por Galileo en sus famosos Discorsi): todos los cuerpos caen el el vacío con idéntica aceleración.

Así, pues, 1) toda aceleración simula la gravedad y 2) la gravedad puede desaparecer en un sistema de referencia acelerado convenientemente.

No resulta sencillo trasmitir de modo intuitivo, visualizable, (no olvidemos la paulatina destrucción del confortable "cuadro clásico" que hemos ido llevando acabo) esta geometrización de la mecánica y esta mecanización de la geometría que la Relatividad General comporta. La idea básica es que: 1) cualquier cuerpo moviéndose en un campo gravitatorio (por ejemplo el terrestre que supondremos uniforme por simplificar) ejecuta trayectorias que, por un lado son independientes de la masa del objeto móvil (cualquier objeto lanzado desde el mismo sitio con igual velocidad inicial describe idéntica trayectoria) y por otro, que cualquiera de las infinitas trayectorias que puedan imaginarse variando las condiciones iniciales poseerá la misma curvatura (curvatura que obviamente sí es dependiente de la intensidad del campo gravitatorio) en el espacio-tiempo, es decir, 2) el movimiento de cualquier masa se verá guiado a lo largo de geodésicas, en todos los casos por igual, por la geometría (la curvatura) de ese espacio-tiempo de un modo que sólo pálidamente refleja la analogía del movimiento de un objeto constreñido a desplazarse sobre los círculos máximos de la superficie de una esfera.

La búsqueda de Einstein a lo largo de ese período que va desde 1907 a 1916 se dirige a la obtención de las ecuaciones que reflejen cómo la materia (en su sentido relativista de masa-energía) distorsiona ("arruga") el espacio-tiempo. Expresado en un lenguaje más técnico diríamos que las ecuaciones de campo de Einstein escritas, de modo definitivo en ese artículo de 1916, no hacen más que relacionar el tensor curvatura y el tensor energía-impulso colocando entre ellos un signo de igualdad: ¡la materia crea la curvatura, la curvatura hace mover a la materia!. La materia dicta al espacio-tiempo cómo debe curvarse, el espacio dicta a la materia cómo debe moverse.


Es evidente que con el breve resumen anterior no hemos pretendido agotar las implicaciones que para nuestra reflexión tiene esta teoría. En todo caso sólo hemos destapado ligeramente el velo de la Teoría de la Relatividad Einsteniana a fin de entrever algunas de las consecuencias destructoras, que, para nuestras clásicas nociones de espacio, tiempo, materia y movimiento, comporta.

a. 2 Consecuencias filosóficas

Probablemente una de las consecuencias más profundas de esa teoría haya que buscarla en la negación del espacio absoluto sin movimiento de Newton. La física clásica consideraba toda la historia del mundo físico como una sucesión continua de configuraciones materiales instantáneas. Cada una de estas configuraciones representa "un estado del mundo en un instante dado", siendo cada una de estas configuraciones una "sección transversal instantánea" del proceso universal espaciotemporal. Puede hablarse del estado presente del Universo en cada instante porque el concepto de simultaneidad es absoluto.

Hay que hacer la necesaria consideración de que el descubrimiento de la finitud de la velocidad de la luz cambió la noción de "ahora visto, ahora existente", pero ello no modificó la noción fundamental de que para la física clásica "hay sucesos reales, no sólo en la luna y en la estrella polar, sino también en todos los cuerpos celestes, que son verdadera y objetivamente simultáneos con nuestra percepción presente del cielo". Tal noción no puede mantenerse después de la abolición de la simultaneidad para sucesos separados espacialmente. Las "secciones transversales instantáneas" son diferentes para los diferentes sistemas inerciales, el "ahora" inferido por mí es diferente para otros observadores que se muevan: no existe un instante cósmico universal y por tanto no puede definirse ningun "estado presente" absoluto para el universo, no hay un espacio universal en el que se hallen localizados todos los "sucesos verdaderamente simultáneos". El espacio-tiempo de la relatividad no es ya posible concebirlo como una suceslOn continua de espacios instantáneos, de hecho, como señala Capek, "estos espacios instantáneos no existen literalmente; o, expresado en lenguaje menos provocativo, se hallan contenidos en el continuum espaciotemporal dinámico, del que son tallados únicamente por medio de operaciones artificiales".


 Las palabras de Hermann Minkowski en 1908, a las que Einstein no concedió, en principio, demasiada atención resultarían proféticas: "Los puntos de vista sobre el espacio y el tiempo que deseo presentar ante ustedes, brotaron del seno de la física experimental, y de ahí proviene su solidez. Son radicales. Desde ahora el espacio en sí y el tiempo en sí estan condenados a las sombras y sólo una especie de unión de los dos mantendrá una realidad independiente".

¿Cuál es el significado de esta fusión relativista de espacio y tiempo que anuncia Minkowski pero que ya se halla implícita en las transformaciones de Lorentz?

A veces esta fusión es entendida como una "espacialización del tiempo" probablemente como consecuencia de las representaciones geométricas (espaciales) que el propio Minkowski introdujo en el artículo al que hemos hecho referencia con anterioridad. Hablar de un Universo de cuatro dimensiones y representar el eje temporal como un eje geométrico adicional induce al equívoco de considerar que en ese eje los sucesos "pasados", "presentes" y "futuros" se hallan yuxtapuestos (propiedad esencial del espacio) en lugar de aparecer en sucesión; eso es lo que parece inferirse de consideraciones como las que hace Cunnningham en su The Principie of Relativity:  Con Minkowski, el espacio y el tiempo se convierten en aspectos particulares de un concepto individual de cuatro dimensiones; se pierde la distinción entre ellos como modos separados de correlacionar los fenómenos, y el movimiento de un punto en el tiempo se representa mediante una curva estacionario en un espacio de cuatro dimensiones. Ahora bien, si todos los fenómenos de movimiento son considerados desde este punto de vista, se hacen fenómenos intemporales en el espacio de cuatro dimensiones. Toda la historia de un sistema físico queda planteada como un todo invariable.

Es cierto que la simultaneidad y la sucesión aparecen cuestionadas en la teoría de la relatividad y que en esa línea podríamos aventurar que el tiempo y la sucesión pierden sus status objetivo, pero, si se profundiza algo más en lo que realmente afirma la teoría de la relatividad, resulta no ser cierto que la simultaneidad y la sucesión de sucesos sean pura e ilimitadamente relativas.


Puede verse con facilidad que a) la simultaneidad y la sucesión de sucesos que se producen en el mismo lugar siguen manteniéndose para cualquier observador concebible, b) lo que sí es plenamente relativo es la simultaneidad de sucesos espacialmente separados o, expresado de otro modo, la yuxtaposición es relativa y c) la sucesión de sucesos distantes no es relativa si esos sucesos están conectados causalmente, sí lo es si tal conexión causal no puede establecerse porque su separación espacial es mayor que el producto de la velocidad de la luz por el intervalo temporal.

Concluiríamos del análisis precedente que "aunque no hay yuxtaposición de sucesos que sea yuxtaposición para todos los observadores (espacialidad absoluta), hay ciertos tipos de sucesión que lo siguen siendo en todos los sistemas de referencia y a ellos hay que atribuirles una auténtica y objetiva realidad independiente de la elección convencional del sistema de referencia (temporalidad absoluta)".

La noción de espacio (en el sentido clásico del término) se ve así más seriamente cuestionada que la noción de tiempo de tal modo que, parafraseando a Whitehead, "las relaciones espaciales deben extenderse a través del tiempo" pues "lo que llamamos distancia ya no es la relación entre "aquí-ahora" y "allí-ahora" sino entre "aquí-ahora" y "allí-entonces".

Este cuestionamiento de las nociones, no sólo espaciales y temporales sino también las que se refieren a la materia, del universo clasico se hace aún más radical en la Teoría General de la Relatividad cuando recordamos que entre las propiedades del espacio clásico se encontraba la de ser "receptáculo de la materia e independiente de ella y de sus cambios" y que en esta nueva concepción, como ya indicamos en el epígrafe anterior, "la materia y la curvatura local del espacio son una sola e idéntica realidad". La distinción e independencia entre espacio, tiempo y distribución cambiante de materia se ve negada y todas estas entidades aparecen, en la Relatividad General, fusionados en una realidad dinámica nueva: el continuum no euclidiano con curvatura espacio-temporal que varía de un punto a otro.


¿Qué sentido tiene ya hablar de masa, de corpúsculos, cuando esta masa ha perdido su persistencia y ya no es posible mantener su conservación al aparecer disuelta en una nueva entidad de la que forma parte su contenido energético? ¿Y qué decir de este concepto cuando ya ni siquiera podemos hablar de la masa como separada del espacio en la que se mueve sino, utilizando la expresión de Emile Meyerson, como "reabsorbida en el espacio (espacio-tiempo)"?

Al mismo tiempo, poco queda ya del concepto clásico del movimiento en el que se hacía uso tanto del "sujeto invariable de movimiento como del recipiente invariable del mismo". Ni uno sólo de los conceptos que apoyaban esa noción clásica queda en pié (entidades corpusculares sustanciales, espacio en el que se despliega el movimiento, tiempo como receptáculo de los cambios, continuidad espaciotemporal que se deduce de la homogeneidad de ambos, relación externa entre movimiento y materia)

Los atributos básicos del modelo pictórico clásico han quedado difuminados y no han resistido la radical crítica de las teorías especial y general de la Relatividad.

El asalto cuántico aún hizo más profunda esa destrucción.

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