martes, 28 de junio de 2011

UNAS NOTAS PARA OTRA HISTORIA DE LA OROTAVA XIII: La Asociación Cultural Valle de La Orotava y la Casa de la Cultura (II)



La constitución formal de la Asociación multiplica la actividad del grupo que la anima y en el plazo de días se ponen en marcha diversas iniciativas con las que se intenta conseguir dos objetivos: por una parte, el tejido de una red de relaciones con todas las instituciones –Asociaciones de Vecinos, Teleclubs, Colegios, etc.– desde las que se pueda difundir la cultura y, por otra, el compromiso del Ayuntamiento para destinar el Cuartel de S. Agustín como sede de la Casa de la Cultura.

El 16 de mayo se envía una carta A todas las Asociaciones de Vecinos, a los Teleclubs, a las Asociaciones de Padres de Alumnos y a todas las entidades populares en la que tras una somera introducción donde se da cuenta de la reciente constitución de la Asociación Cultural, se dice: La Asociación Cultural ha hecho de esta cuestión – la participación activa de los hombres y mujeres del pueblo – su “caballo de batalla”. Por esta razón nos hemos trazado como tarea fundamental el establecer estrechos contactos con todas aquellas entidades que en los pueblos y barrios del Valle luchan por la superación social y humana de las comunidades que representan. Nosotros entendemos que sin la cooperación y participación de las Asociaciones de Vecinos, de los Teleclubs, de los Colegios y Asociaciones de Padres de Alumnos, etc., los objetivos de esta Asociación Cultural serían inalcanzables. Nuestra intención es, por tanto, buscar una coordinación constante en todas aquellas cuestiones relacionadas con actividades culturales a fin de llevar a la práctica el objetivo que nos movió a crear la Asociación: ser un instrumento al servicio de los intereses culturales del pueblo.

Al tiempo que se sugiere el establecimiento de alguna forma de contacto regular, se explica el método de funcionamiento a través del trabajo colectivo de las vocalías ya constituidas y se señala que aún falta la coordinación de la Asociación Cultural Valle de La Orotava con todas las organizaciones de los barrios y pueblos. Es por esta razón por la que les proponemos, como primer paso, realizar una reunión donde conjuntamente discutamos la forma más idónea de coordinación.

La misiva acababa con la siguiente reflexión: Somos conscientes de que la problemática cultural es sólo una más entre otras muchas que sufren nuestros barrios y pueblos. Pero debemos tener en cuenta que si desde ahora no abordamos las deficiencias en materia cultural, lo único que estaremos haciendo es retrasar aún más sus posibles soluciones. En ese camino, el trabajo de todos será enormemente fructífero.

La presión sobre el Ayuntamiento para la definitiva compra del Cuartel de S. Agustín y su conversión en Casa de la Cultura continuó: cartas al Ministerio de Cultura, artículos en los periódicos y una Campaña de recogida de firmas.

En Junio de 1977 ve la luz el primer Boletín Informativo de la Asociación y en él se incluye un LLAMAMIENTO A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DEL VALLE DE LA OROTAVA que sirve como proclama de la Campaña de recogida de firmas y en la que puede leerse lo que sigue:

Toda comunidad tiene derecho a la Cultura. Durante mucho tiempo nuestra comunidad se vió despojada de ese derecho. Hoy día, como consecuencia del proceso democrático que se ha abierto, la posibilidad de una recuperación de ese derecho es un hecho real. Como respuesta a esa posibilidad surgió la Asociación Cultural Valle de La Orotava.

Legalizada el 13 de abril pasado, su existencia hasta el momento ha sido una continua lucha por poner en marcha unos objetivos que hablan de la creación de verdaderos focos de cultura, de la promoción de todo tipo de actividades (cine, teatro, música, artes plásticas...), de la integración de la generalidad de la población en la cultura, etc.

Llevar a cabo unos objetivos de este tipo requiere, como mínimo, disponer de unos locales (sala de reuniones, salón de actos, etc.) y ese hecho no se daba.

La declaración de la zona de S. Agustín como cultural y recreativa, y la posterior compra del cuartel por parte del Ayuntamiento al Ministerio del Ejército, hizo que la Asociación iniciara una serie de gestiones cerca del mismo con el fin de que este acelerase la apertura de unos locales donde el pueblo pudiera expresarse culturalmente.

El fracaso de las mismas –una incompetencia más en el haber de un incompetente Ayuntamiento– creó un temor: ¿realmente, entraba en los cálculos de este Ayuntamiento, ahora que las condiciones eran inmejorables, corregir esa política de desinterés por la cultura que siempre caracterizó, como mal endémico, a todas las anteriores Corporaciones?

Ante esta circunstancia, la Asociación Cultural Valle de La Orotava hace, desde aquí, un llamamiento a todos los hombres y mujeres del valle, para que asumiendo el problema como suyo propio, respalde, apoye y exija con su firma, el condicionamiento, por parte de este Ayuntamiento, de unos locales que como plataforma sirvan para el desarrollo de una verdadera cultura popular.

Sin este respaldo, sin este apoyo, sin esta exigencia no será posible la puesta en marcha de un verdadero movimiento cultural.

En la Comisión de Cultura de 23 de julio de 1977 –preside el Teniente de Alcalde José E. Villavicencio, concejal de la “hornada del 71”, y asiste el Vocal Manuel Rodríguez Mesa, de “la del 74”– es finalmente aprobada la solicitud en los términos que recoge el acta de la reunión: Se dio lectura a un escrito de los Sres. Presidente y Secretario de la Asociación Cultural Valle de la Orotava en solicitud de que se fije de forma definitiva y oficial lo que habría de ser en el futuro el inmueble adquirido por este Ayuntamiento al Ministerio del Ejército – Cuartel de S. Agustín– y que se haga en el sentido de satisfacer una necesidad de tipo cultural, como lo es la Casa de la Cultura, realizándose un proyecto de planificación de las diversas dependencias que componen dicho complejo, el que una vez realizado, se proceda al acondicionamiento de la dependencia delimitada como Salón de Actos con el compromiso de acondicionarlo la Asociación, de existir carencia de medios económicos del municipio y facilitándoles un local donde pueda instalar su sede la precitada Asociación y oficina para el desarrollo de sus actividades.

El tono con el que acaba el escrito de la Comisión delata al autor de la redacción –antiguo miembro del Cineclub y de similares empresas de animación cultural, adscrito al sector moderado y, como se colige de su puesto de concejal predemocrático, “posibilista”: La Comisión de Cultura tiene el honor de informar que, dada la específica misión dentro de la Corporación Municipal, no solo se manifiesta identificada con todas aquellas iniciativas que tengan por noble finalidad elevar el nivel cultural de nuestra Villa, sino que considera como obligación ineludible alentarlas y apoyarlas decididamente.

La etapa de Juan Antonio Jiménez, el último alcalde del franquismo, al frente del Ayuntamiento fue, sin duda alguna y cono ya hemos tenido ocasión de reflejar en otras entregas de esta historia, muy movida, como correspondió a ese periodo que etiquetamos como la Transición –la sensación de final de época e inicio de algo nuevo se había instalado en el consciente de la ciudadanía más activa y a su presión ya no era posible dar, salvo esporádicos coletazos, las viejas respuestas represivas. El Alcalde y los concejales se veían obligados a justificar sus actuaciones y a responder a las múltiples requisitorias que, desde diversos ámbitos, se les hacían –de ahí las reuniones del máximo mandatario y de sus colaboradores con distintos colectivos y grupos vinculados a la creciente oposición antifranquista y de ahí sus cesiones; las iniciativas ciudadanas los desbordaban una y otra vez y, desde su mismo ámbito, los “olisqueadores” del nuevo rumbo, abandonaban la cuarteada embarcación en la que habían navegado hasta entonces y hacían méritos para colocarse en la línea de salida de la nueva carrera que ya se atisbaba en el horizonte –en otro lugar nos hemos referido a diversos episodios de transfuguismo y travestismo que tuvieron como protagonistas a algunos concejales “renovadores” a los que pronto veremos en las listas de los recién creados partidos o agrupaciones políticas, Antonio Santos fue uno de los más activos en este proceso de “despegue” y a él se deben algunos artículos críticos con sus antiguos compañeros (resulta curioso comprobar que en esta actividad política de las postrimerías del franquismo - ¡y mucho menos antes!- apenas aparecen implicados, a excepción del mencionado Antonio Santos y Luis Melo, personas que poco más tarde van a ocupar puestos de relevancia en la AIO como Francisco e Isidoro Sánchez o Isaac Valencia).

La corporación jugaba a la defensiva y así resultaba posible que una comisión creada por jóvenes vinculados a la Asociación Juvenil Tauro organizara el primer Baile de Magos abierto en la Plaza del Ayuntamiento en las Fiestas Mayores de 1976; este evento adquiriría en años sucesivos una dimensión que, tras una larga y gloriosa época como foco de atracción en toda Canarias, acabaría por masificarse y desvirtuarse. La historia de esta Asociación Juvenil merece un análisis de mayor calado y está por escribir; en cualquier caso, muchos de sus miembros aparecen vinculados a la Asociación Cultural y a la reivindicación de la Casa de la Cultura –en unas notas manuscritas, elaboradas en mayo de 1977 tras la Asamblea Constituyente de la Asociación Cultural, bajo el título de La Orotava, la cultura y el Municipio, que probablemente dieron lugar a un artículo periodístico que no he conseguido encontrar, su autor, Francis Miranda, señala: En 1976, no recuerdo la fecha exacta, la Asociación Juvenil Tauro celebró en su local social una Mesa Redonda para poner sobre el tapeta el problema cultural y más concretamente la necesidad de una Casa de la Cultura. A la reunión asistió el Sr. Alcalde quien ilustró a los presentes durante 45 minutos sobre “problemas” municipales que no venían a cuento; se habló de la posible adquisición del edificio del viejo Liceo y del Casino. El Sr. Alcalde hizo hincapié en que se estaba en tratos para comprar la Casa de Lercaro y que existía la posibilidad de adquirir el Cuartel de S. Agustín (era zona afectada y una parte de él había sido propiedad municipal donada, posteriormente, al Ejército)

El tema del que nos estamos ocupando mantiene su actualidad a lo largo de todo el periodo de la Transición y así, en marzo de 1978, encontramos en El Día una Carta al Director en la que, bajo el título Desde La Orotava: ¿Cultura? ¿Qué cultura? y tras una introducción de tono crítico, el autor de estas notas -yo mismo- escribía: Sonreímos, entendemos, nos cabreamos, nos apenamos y nos mostramos sorprendidos por varias razones: I) Porque objetivamente la situación cultural de la zona es lamentable, tanto en el casco urbano, donde los centros que teóricamente tienen que ver con la cultura – Instituto, colegios, escuelas, sociedades culturales,... – apenas ejercen influencia a nivel ciudadano, como en los barrios periféricos, donde el abandono y la marginación son la norma. II) Porque la cultura estática, estrictamente “informativa”, que las conferencias de los “sabios” de izquierda y derecha así como la televisión propician, es insuficiente y hay que transformarla en cultura dinámica, en conocimiento crítico, de participación. III) Porque ese conocimiento y esa cultura liberan y ayudan a situarnos en y frente al mundo, permitiéndonos ser agentes activos y no simples receptores de órdenes tanto en el ámbito civil, como en el seno de los partidos. IV) Porque ese proyecto de cultura por y para todos puede tener como instrumento válido, a través del cual canalizarse, a una Asociación Cultural Valle de La Orotava que todos revitalicemos. V) Porque si queremos acabar de una vez con la palabrería hueca, hay que trabajar y conseguir que la Casa de la Cultura ubicada en el antiguo Cuartel de San Agustín sea un hecho. El reto que como ciudadanos tenemos, está claro, y la responsabilidad de los grupos políticos y entidades con interés en el tema, también; ese mismo año, en diciembre de 1978, en el primer número de El Aguijón encontramos, bajo el título La Casa de la Cultura un artículo de Manuel Hernández en el que vuelve a argumentarse sobre la necesidad de la misma y en el que se traza una breve historia de la batalla, a la que nos acabamos de referir más arriba, llevada a cabo por el colectivo que por entonces promovía la Asociación Cultural Valle de La Orotava.

El advenimiento de la democracia y más en concreto las elecciones municipales de 1979 van a generar una dinámica distinta que ejemplifica muy bién la peripecia, ya contada en otro lugar, de El Aguijón: concebido como un proyecto unitario, salta por los aires a raíz del número dedicado a las elecciones municipales. A partir de entonces el fraccionamiento de la izquierda es un hecho y gran parte del trabajo colectivo realizado en años anteriores no se acierta a poner en valor. Esta es, como suele decirse, otra historia.


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