jueves, 19 de marzo de 2009

REFLEXIONES SOBRE POLÍTICA MUNICIPAL

Hace ya mucho tiempo que no me dedico a la política en sentido estricto y quizás por ello las reflexiones que vienen a continuación pequen de ingenuas. Asumo, no obstante, ese riesgo.

La distribución de poder municipal en la comarca del Valle de la Orotava ha seguido pautas diferentes en cada uno de los municipios: monopolio de poder nacionalista en La Orotava y alternancia entre estos y los socialistas en el Puerto de la Cruz y Los Realejos.

No conozco con demasiado detalle los entresijos de la pugna política en este último municipio y por ello mi comentario va a centrarse fundamentalmente en los dos restantes: el Puerto y La Orotava.

En el Puerto de la Cruz se han venido alternando al frente de la Corporación socialistas y nacionalistas, con mayorías ajustadas o insuficientes, y el balance de gestión -desde la época en que se perdió el monopolio como enclave turístico- no parece muy brillante. La continua alternancia es, por otra parte, todo un síntoma de la insatisfacción ciudadana con sus regidores a los que atribuyen la responsabilidad por el creciente deterioro sufrido por una ciudad que fue en su momento referencia turística del Archipiélago y a los que consideran incapaces de detenerlo.

La ciudad lleva, así, años sumida en una parálisis y en un estancamiento profundos que certifican, de hecho, la ineficacia de esa alternancia. No parece, pues, de recibo plantear, en la actual situación de crisis, una vuelta a la práctica de mociones de censura para repetir una historia ya conocida y una acentuación de la fractura ciudadana. Por el contrario, a mi juicio, lo que la ciudad necesita es un gobierno de concentración para solucionar problemas concretos y para fortalecer la voz de una zona, el Norte, debilitada y abandonada por un Cabildo y un Gobierno Autónomo que han apostado por el área metropolitana y el Sur. Estoy, además, convencido de que las legítimas y razonables diferencias ideológicas -esenciales y significativas a nivel de Comunidad o de Estado- son de menor relevancia en la gestión municipal y, en los actuales momentos de emergencia, aparcables.

Resultan pues, desde mi punto de vista, no sólo irresponsables, sino también de escasa visión política -a menos que obedezcan a intereses difícilmente confesables- los recientes llamamientos de D. Francisco Linares -Secretario de política municipal de Coalición Canaria- auspiciando la presentación de esa moción (sobre este asunto hablaremos más adelante) o las dificultades que en las instituciones insulares y autonómicas encuentra la corporación realejera para sacar adelante proyectos (según ha confesado su alcalde), en las altas instancias de su partido -Coalición Canaria- a las que no les gusta el gobierno de coalición de nacionalistas y socialistas.

Cualquier observador que aplicara ciertas dosis de sentido común vería con nitidez que un Norte cohesionado dificultaría la política centralista y sesgada al Sur que han venido practicando desde hace años el Cabildo y el Gobierno Autónomo. ¿Por qué razón no ha sido factible esa cohesión? ¿No resulta sospechoso que, ni siquiera en momentos en que todos los ayuntamientos del Valle tenían el mismo color politico -que coincidía con el del Cabildo y el del Gobierno Autónomo: nacionalista-, haya existido una acción concertada y mancomunada?

Las razones que explican este desencuentro quizás haya que buscarlas en la pugna que se desató por la hegemonía política y económica en el Valle, pugna que sin duda ha arrojado beneficios para La Orotava y Los Realejos, municipios hasta entonces colocados en un discreto segundo plano y con un desarrollo supeditado al empuje de la ciudad turística, pero que ahora es preciso aparcar.
La política no suele ser inocente -los intereses económicos menos aún- de forma que el sesgo hacia el Sur, auspiciado por el Cabildo y el Gobierno Autónomo, favoreció y alentó una batalla que le permitía no sólo debilitar, aún más, al Puerto de la Cruz sino, también, impedir que el Norte hiciera sentir su peso, demográfico, económico y político, para reequilibrar inversiones. Enzarzados en sus guerras intestinas el dinero voló a otros destinos.
Las consecuencias de esos desencuentros siguen padeciéndose y no parece, a la vista de las mencionadas declaraciones de Francisco Linares o a las quejas expresadas por el alcalde realejero, que vaya a acabar imperando la cordura y que los políticos norteños dejen de comportarse como "magos", los "magos del Norte" al decir de los capitalinos.
Otra política habría sido, y sería, posible si los tres municipios hubieran hecho valer su peso real en el concierto isleño obligando a ese reequilibrio; el concierto de soluciones y una política de acciones diversificadas y complementarias habría impedido el declive de un destino turístico que podría ofrecer algo más que sol y playa.
Creemos que aun se está a tiempo, pese a o, quizás, gracias a la crisis, de salvar los muebles y mirar de otro modo para actuar de otra forma: aunando esfuerzos.
¿Hay capacidad para liderar esta tarea?

1 comentario:

josé luis dijo...
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