martes, 23 de agosto de 2011

EL SHOW DE LA SUPERCOPA Y OTROS EVENTOS DE UNA SEMANA AGITADA



La semana pasada fue pródiga en acontecimientos: una multitud de jóvenes católicos dispuestos a disfrutar en comunidad sus creencias y su fe al tiempo que asistían, en vivo y en directo, a un recital de sus jerarcas y de su líder máximo, ocuparon el espacio público; vimos, impotentes, abismarse los índices bursátiles, escuchamos por enésima vez las últimas ocurrencias de los voceros del PP y finalmente contemplamos, indignados y estupefactos, la resaca de los últimos choques Madrid- Barça,  las declaraciones de algunos profesionales del equipo de la capital y los silencios de los dirigentes y el entorno del club blanco.

Sin duda alguna esta última cuestión podría considerarse un asunto de tono menor sobre el que habría que pasar página; creo, sin embargo, que es todo un síntoma de los envilecidos tiempos que nos ha tocado vivir. 

Individuos a los que, quizás sin haberlo sometido a suficiente escrutinio, habíamos concedido crédito y criterio, atribuyéndoles dosis de madurez, los pierden al recitar, convertidos en marionetas, a modo de mantra, las consignas de su entrenador -un cretino empeñado en que hablemos de él a toda costa (objetivo que, desgraciadamente, consigue); otros de estos deportistas (?), con escaso seso, convierten el terreno de juego en un campo de batalla y, frustrados por la derrota, agreden a sus oponentes y todos ellos, imagino que a instancias del capo que los despersonaliza y usa a su antojo, no asisten a la entrega del trofeo -la falta de nobleza chirría hasta extremos nunca vistos.

Escasa capacidad crítica, consideración del adversario como enemigo del que nada es salvable, repetición de consignas, utilización de distintas varas para medir las acciones propias y las de los otros... ¿No resulta  todo ello cansino, por conocido?



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