viernes, 24 de septiembre de 2010

LAS CIENCIAS FISICO-QUÍMICAS EN LOS INICIOS DEL SIGLO XX (I)




Introducción


A finales del siglo XVIII, gracias fundamentalmente al trabajo de Lavoisier y su escuela, la Química había comenzado a adquirir el estatuto de ciencia. La medida y el control experimental habían sustituido a la observación cualitativa y el asombro que generaban los espectaculares procesos químicos se había mutado en análisis. Pronto surgieron las primeras regularidades, las primeras leyes, y con ellas volvió a avivarse la vieja indagación sobre la constitución y estructura de la materia.


También en el ámbito de la Física, como consecuencia del desarrollo de la ciencia de la Pneumática y la formulación de las primeras leyes del comportamiento de los gases, el modelo atómico había ido ganando adeptos.

No puede olvidarse, por otra parte, que la publicación de los Principia en 1687 había producido un impacto enorme, no sólo en el ámbito de la ciencia sino también de la cultura, y que la figura de Newton había adquirido proporciones míticas.


No es extraño, por tanto, que apareciera como desideratum de todas las ciencias, lo que se etiquetaría con el nombre de programa de Newton y cuya esencia no era otra que investigar el carácter de las fuerzas de la Naturaleza a partir de sus manifestaciones – obtener, en suma, su expresión matemática de modo similar a como él hizo en el caso de la gravitación apoyándose en las leyes de Kepler – para, con posterioridad, demostrar el resto de los fenómenos. Subyacía en esta concepción la idea de reducir los fenómenos a meras manifestaciones de materia y fuerza. Será, pues, el estudio de estas categorías el hilo conductor del desarrollo de la Física y la Química a lo largo del siglo XIX y más allá.

Materia y fuerza: Visión atomista e interacciones atómicas y moleculares

La visión atomista de la materia, hasta entonces limitada a una presencia fantasmal en el ámbito de la especulación filosófica, irrumpió con fuerza en el marco de la Física y la Química para, desde ellas, aunque no sin contradicciones, ir – al compás de los nuevos desarrollos científicos – ganando espacio a lo largo de todo el siglo XIX.

A lo largo de este proceso se iría perfilando, también, la naturaleza de las interacciones que explicaban la textura de los cuerpos macroscópicos, estableciéndose, así, puentes entre lo visible y lo invisible, entre el macrocosmos y el microcosmos.

Apuntamos a continuación algunos de los “momentos” más significativos de una historia que acabaría dando cima al proyecto de mecanización del mundo que tiene sus raíces más próximas en el Cartesianismo:

1. La obtención de las leyes ponderales de conservación de la masa (Lavoisier) y de las proporciones definidas (Proust).

2. La elaboración, por John Dalton, de una hipótesis atómica en la que sugiere, por un lado que las combinaciones químicas se efectúan mediante unidades discretas, átomo por átomo, y por otro que los átomos de cada elemento son idénticos. Este modelo permite no sólo formular la ley de las proporciones múltiples (Dalton) sino, también, fortalecer la convicción de que: […] Sin la hipótesis atómica las leyes de las combinaciones químicas seguirían siendo misteriosas al igual que lo eran las leyes de Kepler antes del trabajo de Newton.


3. La puesta en marcha de un programa de investigación con el objetivo conjunto de determinar los pesos relativos de las partículas últimas, tanto de los cuerpos simples como de los compuestos, así como, el número de partículas simples elementales que constituyen una partícula compuesta y el número mínimo de partículas compuestas que entran en la formación de una nueva partícula compuesta. ¡Todo un reto para la Química del momento!

4. El desarrollo de la ciencia de la Pneumática y la obtención de las leyes de Boyle y Charles para los gases. Estas leyes sugieren que, a diferencia de lo que sucede para sólidos y líquidos, todas las sustancias gaseosas, independientemente de su composición química, tienen un comportamiento físico similar. Se construye un modelo mecánico, de raíz atómica, para los gases, y el mismo Newton combina corpúsculos y fuerzas para tender el primer puente, de naturaleza cuantitativa, entre lo microscópico y lo macroscópico.

5. Las leyes volumétricas para las reacciones químicas entre gases avalan el comportamiento especial de estas sustancias. Los trabajos de Gay-Lussac, Cannizaro y Avogadro, usando como sustrato interpretativo la hipótesis atómica, permiten reconciliar todos los resultados mediante la introducción de las moléculas poliatómicas.



6. Se producen avances significativos en el estudio de la naturaleza del calor. Black, Thompson, Davy, Mayer y Joule, entre otros, acaban estableciendo, más allá de toda duda, que el calor no es ninguna sustancia material o fluido imponderable, sino energía asociada al movimiento de diminutas partículas de materia ordinaria. La teoría cinético-molecular se extiende, así, a nuevos ámbitos de la Física para adquirir, finalmente, una enorme capacidad explicativa, en manos de Maxwell y Boltzmann, con la interpretación estadística de las leyes de la termodinámica.


7. La noción de afinidad se introdujo para dar cuenta de los procesos que tienen lugar cuando en un compuesto se produce la eliminación de uno de los constituyentes de un compuesto en beneficio de un tercer cuerpo: se dice entonces, que éste último presenta una amistad, simpatía o predisposición afectiva, una afinidad en suma, por el segundo de aquellos, más fuerte que la que había provocado la primera reacción.

8. El uso de las descargas eléctricas y, más tarde, el de la pila como métodos para descomponer sustancias introdujo la electricidad en la Química dando un nuevo sesgo tanto al estudio de la estructura de las sustancias como al de la naturaleza de las interacciones entre los constituyentes últimos de éstas.
  •  En el primer caso, permitiendo el descubrimiento de nuevos elementos (el número de éstos crece espectacularmente pasando de los 33 que Lavoisier incluía en 1789 a los 70 que clasificará Mendeleiev en 1869).

  • En el segundo, estimulando teorías que aventuraban una explicación de la afinidad en términos eléctricos: Creemos [dirá Berzelius] saber ahora con certeza que los cuerpos que tienen tendencia a combinarse muestran electricidades opuestas que aumentan en intensidad a medida que se aproximan a la temperatura a la que tiene lugar la combinación, hasta que, en el instante de la unión, la electricidad desaparece produciéndose una elevación de temperatura que a menudo es tan grande como para producir una llama [...]. En nuestro actual estado de conocimientos, la explicación más probable de las reacciones de ignición y combustión es la siguiente: en todas las combinaciones químicas hay una neutralización de electricidades opuestas y, esta neutralización, produce fuego del mismo modo que se produce en la descarga de un condensador, una pila, o un rayo [...].


La carga eléctrica se convirtió así en la primera causa de toda actividad química. Sobre la base de dos fuerzas opuestas, atracción y repulsión, se podría construir un método simple de previsión de las reacciones químicas.

9. La proliferación de elementos químicos provocó cierto desasosiego, porque chocaba con uno de los principios subyacentes en cualquier ciencia que se precie: la simplicidad. Esta necesidad compulsiva de unificación puede explicar la “descabellada” idea de W. Prout quien imagina la diversidad de cuerpos simples derivada supuestamente de un único elemento originario, el hidrógeno. En Mendeleiev, en cambio, hay una aceptación de la existencia de la diversidad de elementos y por ello no busca, como Prout, una materia primera con la que explicar esa diversidad; está convencido, y lo estará siempre, de la pluralidad irreductible de los elementos y de la imposibilidad de trasmutarlos. Tratará, por ello, de restablecer una cierta unidad en el campo de los elementos químicos buscando y hallando regularidades de comportamiento dentro de lo que conceptuará como familias. El éxito de esta búsqueda lo resume su Tabla Periódica y la existencia de esas regularidades induce a pensar en la realidad de estructuras internas capaces de dar cuenta de las mismas: la complejidad de los átomos se atisba así en el horizonte.


10. La naturaleza compleja de la luz, puesta de manifiesto por Newton al hacerla pasar por un prisma, estará en el origen de lo que, más adelante, se conocerá por espectroscopía. Físicos y químicos explorarán las características de la luz emitida por todo tipo de sustancias y, más en particular la de los diversos elementos químicos en fase gaseosa: los resultados muestran que a cada uno de ellos le corresponde un patrón de rayas luminosas único y característico.

11. La existencia de familias de elementos con propiedades similares, así como los datos procedentes del análisis espectroscópico de la luz emitida por las diferentes sustancias, suscitaron la sospecha de que debía existir una estructura interna en los átomos.


12. La naturaleza electromagnética de la luz había permitido no sólo incorporar la óptica al proceso de unificación de la electricidad, el magnetismo sino también desarrollar un modo plausible para la propagación de interacciones en términos de velocidades finitas. Los diversos éteres, que físicos y químicos habían introducido para explicar múltiples fenómenos, quedaron reducidos a uno sólo – el éter electromagnético – y este éxito permitió alumbrar teorías que pretendían interpretar los cuerpos materiales como vórtices y tensiones del éter: sustituir, en suma, la mecánica por el electromagnetismo.

  
13. A finales del siglo XIX y comienzos del XX se produce una eclosión de fenómenos ligados a la existencia de una estructura subatómica: desintegración radiactiva, radiaciones desconocidas, descubrimiento del electrón, etc. Será entonces, aunque pueda parecer paradójico, al cuestionarse la misma idea de átomo (como entidad indivisible), cuando se produzca una aceptación general de la naturaleza atómica de la materia. Marie Curie escribiría en 1900: Los átomos [de los elementos radiactivos], indivisibles desde el punto de vista químico, son de hecho divisibles, y, más adelante añadiría, refiriéndose a la explicación de la radiactividad en términos de la expulsión desde el átomo de partículas subatómicas: esto socava de forma grave los principios de la química.


En cualquier caso parecía claro que el átomo químico no era el estadio último de la física de partículas.





jueves, 23 de septiembre de 2010

LECTURAS III: EL HOLOCAUSTO COMO FONDO

Llevo unas semanas leyendo varios relatos que tienen como "telón de fondo" el Holocausto; sus títulos, al menos los dos primeros, son sobradamente conocidos -la novela Las benévolas de Jonathan Littell y el relato autobiográfico Si esto es un hombre de Primo Levi-, el tercero quizás no tanto -Unos por otros de Philip Kerr, la cuarta entrega de la saga novelesca Berlin Noir.

Pese a que en los tres casos se adopta la primera persona como recurso para narrar las historias, las "miradas" desde las que se contemplan los hechos son distintas porque distintos son también los protagonistas -el relato frío de uno de los verdugos, un oficial de las SS, en el primer caso, el testimonio descarnado de una de las víctimas, un judío italiano, en el segundo y la mirada desencantada de un protagonista "involuntario", un detective privado de pasado turbio, en el tercero.

Al margen de la diferente calidad literaria -alta en todos los casos- hay en ellos un intento por entender -no desde luego para comprender- qué movió a tantos hombres a transgredir todo límite. Libros que nos hablan, aunque nos resulte difícil de aceptar, sobre la condición humana, sobre nosotros... 

Acercarse a algo tan espantoso deja siempre un extraño regusto, una sensación de inquietud y la percepción de que se nos escapa "algo" que no acertamos a definir.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

DE EDUCACIÓN II

En una entrega anterior con el título De educación y de "chivos expiatorios", hablábamos, entre otros asuntos, de la cuota de responsabilidad de la Administración Educativa en el proceso de deterioro sufrido por la enseñanza en nuestro país. Voy a intentar, en lo que sigue, sustanciar dicha cuota.

¿Cómo han respondido los poderes públicos a los retos de una educación democrática? ¿Sobre qué ejes se ha articulado el cambio de la educación para pasar desde un sistema autoritario y dirigista a otro democrático y de mayor consenso? ¿Cómo se han gestionado los cambios profundos que en este tiempo se han producido en la sociedad española?

Es innegable que la estructura organizativa de los Centros educativos se ha democratizado y los órganos de dirección han dejado de ser nombrados a "dedo" para ser elegidos por los Claustros y Consejos Escolares; también es cierto que se ha estimulado, a través de sus organizaciones y de estos últimos, la participación de padres y alumnos. Y, por encima de todo, se ha acometido un proceso, ya irreversible, de extensión generalizada de la enseñanza a todos los niveles y de su obligatoriedad hasta los 16 años. Asuntos, todos ellos, abordados desde una óptica de progreso y avance social. Otros, como por ejemplo la enseñanza de la Religión, no han recibido en cambio una solución satisfactoria -¡el peso de la Iglesia es demasiado grande!

Todas estas actuaciones se han desarrollado con el telón de fondo de una sociedad en la que también se han producido cambios considerables, que enumerábamos en el citado artículo y entre los que, por su repercusión sobre la escuela, destacan los que tienen como protagonista a la institución familiar, mutada de raíz por la incorporación de la mujer al trabajo y su creciente autonomía, por la nueva arquitectura de las relaciones paterno-filiales y por la diversidad de formas que el núcleo familiar ha adoptado, desbordada por los nuevos retos de una sociedad más abierta e incapaz de cumplir, en algunos casos, tareas educativas básicas. A este panorama se añade la visibilidad que han adquirido ciertos sectores de la población, ahora incorporados al sistema -¡y antes invisibles por marginados!-, como consecuencia de la extensión y la obligatoriedad de la enseñanza.  

Estas mutaciones, como no podía ser de otro modo, han generado múltiples convulsiones en el sistema educativo que la Administración se ha encargado de acentuar al primar los aspectos asistenciales e integradores en detrimento de los que tienen como núcleo la transmisión y adquisición de conocimientos. ¿Era posible actuar de otro modo?

Creemos que sí, sobre todo porque estas acciones se han revestido de un ropaje y una fraseología hueca y mendaz -la fraseología de la Logse- con los que se ha intentado "vender" el mundo idílico de una reforma impecable escondiendo las "trampas" que encierra.

Sin ánimo de ser exhaustivo listamos a continuación alguna de ellas: 
  • Igualitarismo a la baja, reduciendo a su mínima expresión los contenidos
  • Desnaturalización de la necesaria relación desigual entre profesores y alumnos y deterioro del clima en el que se tiene lugar el proceso de enseñanza y aprendizaje  
  • Diseño de procedimientos de evaluación que  adulteran y falsean el nivel de los conocimientos adquiridos
  • Mecanismos de promoción de curso que reducen el fracaso escolar por la simple vía de negarlo
  • Presión sobre los profesores para que el "balance de resultados" sea aceptable
  • Reconversión de los centros educativos cuyo eje era la formación en centros asistenciales que giran en torno a la socialización
El peaje que se ha tenido que pagar por esta política falsamente integradora ha sido considerable y sus víctimas de mayor relevancia -por el papel esencial que juegan en el proceso educativo- han sido los profesores, soldados que libran la batalla en primera línea sometidos al "fuego amigo" de una Administración Educativa que no los apoya y al "fuego hostil" no sólo de unos padres que quieren que les solventen sus carencias -¡sin reconocerlas!- sino, también, de una sociedad que desprecia la tarea de los que enseñan. ¿Es extraño que esta profesión se haya convertido en "profesión de riesgo" y que cunda el desánimo entre las filas de los enseñantes?

Negro panorama el que se dibuja y escasas las perspectivas de que cambie el dibujo.

martes, 21 de septiembre de 2010

¿QUÉ ES UN PRINCIPIO DE RELATIVIDAD? (I)



¡Dios mío, el andén se está moviendo!
Exclamación habitual cuando no percibimos que nuestro tren ha arrancado



Introducción

Suele ser frecuente confundir la relatividad, en el sentido en que este término se usa en Física, con el relativismo, doctrina filosofica según la cual “el conocimiento humano sólo tiene por objeto relaciones, sin llegar nunca al de lo absoluto” y, por ello, pensar que el contenido de la Teoría de la Relatividad refuerza la visión de que “todo es relativo y dependiente del observador” o, llevado al lenguaje más coloquial, “todo es según el color del cristal con que se mira”.
Y, sin embargo, nada hay más alejado de esta visión que el contenido real de la Teoría de la Relatividad.

En efecto, ¿qué es un Principio de relatividad?

La relatividad en Galileo: leyes de la mecánica e invarianza

Este principio aparece enunciado de forma explícita, de ahí su nombre, en la obra del físico italiano Galileo, Díalogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, con el objetivo de zanjar la polémica sobre el supuesto movimiento de la Tierra.

Dice así: Y aquí, como ultima muestra de la nula validez de todas las experiencias aducidas, me parece que ya el momento y el lugar de hacer ver el modo de experimentarlas todas de un modo sencillo. Encerraros con algún amigo en la mayor habitación que encontréis bajo la cubierta de una gran nave, y procurad llevar allí con vosotros, moscas, mariposas y otros animales voladores parecidos. Además manténgase en alto un cubo que, gota agota, vaya dejando caer el agua en otro recipiente de boca estrecha, situado debajo. Cuando la nave está quieta, observad atentamente que los animalillos voladores se mueven en todas las direcciones de la estancia con igual velocidad. Veréis que los peces nadan indistintamente hacia todos los lados. Las gotas que caen entrarán todas en la vasija situada debajo. Y vos, al tirar a un amigo, si las distancias son iguales no tendréis que lanzarla con más fuerza hacia una parte que hacia otra, si las distancias son iguales. Y si saltáis, como suele decirse, con los pies juntos, os desplazaréis igual espacio con independencia de la dirección. Una vez que hayáis observado diligentemente todas estas cosas aunque no haya ninguna duda de que mientras el bajel está parado tienen que suceder así, haced mover la nave con la velocidad que sea y veréis que (con tal que el movimiento sea uniforme y no fluctuante hacia aquí y hacia allí) no observaréis el más mínimo cambio en ninguno de los efectos mencionados y que, a partir de ellos, no podréis determinar si la nave avanza o está quieta […].

Expresa, de modo claro, lo que ahora, en esta época en la que son habituales los viajes en barco, avión o tren, es una experiencia cotidiana: podemos realizar en el interior de estos móviles todo tipo de acciones mecánicas con la misma naturalidad y confianza con la que las realizamos en “tierra firme”, de forma que sin mirar afuera, a otro objeto que imaginamos inmóvil, no podemos detectar si nuestro sistema de referencia se desplaza en relación a él o si por el contrario permanece quieto.

Enunciado en términos modernos expresaríamos el resultado anterior así: No existe modo de detectar, mediante experimentos mecánicos, si un sistema de referencia es inmóvil o se halla animado de movimiento rectilíneo uniforme, o dicho más formalmente: Las leyes de la mecánica son invariantes frente a las trasformaciones de Galileo –transformaciones éstas que conectan posiciones y tiempos expresados en uno u otro sistema de referencia– y que, para dos de estos sistemas que se movieran paralelamente uno a otro a lo largo del eje x con una velocidad V y cuyos orígenes coincidieran en el instante inicial, se escribirían así:


x = x´+ Vt

y = y´

z = z´

t = t´


Si repasamos cuanto hemos escrito más arriba observaremos que al hablar de las experiencias realizadas hemos añadido siempre el calificativo de “mecánicas”, ¿por qué?, ¿qué otras experiencias podemos realizar? ¿son las experiencias que hemos realizado únicamente “mecánicas”?. Una reflexión superficial nos indica que en realidad en todas ellas hay procesos que no son exclusivamente mecánicos: basta considerar que en las experiencias hemos hecho intervenir, entre otros, nuestro sentido de la vista. Tampoco estos fenómenos parecen haberse sentido afectados.

Y, sin embargo…

Nos parece que el espacio dedicado al tema y el esfuerzo de reflexión que supone leerlo con atención nos aconsejan dejar el análisis más detallado de estos últimos interrogantes para una posterior ocasión.

lunes, 20 de septiembre de 2010

RÁFAGAS IV

  • ¡No seas idiota! Tu hijo no te quiere como "colega"y al final vas a acabar consiguiendo que no te quiera ni como padre.
  • La melancolía por un tiempo que se ha ido -síntoma claro de nuestro envejecimiento- tiende a embellecerlo. Así, incluso las dictaduras pierden sus perfiles agresivos.
  • Vilipendiar la política parece estar de moda, seguir votando a los que sabemos corruptos y canallas no parece, sin embargo, tener importancia.
  • Hay que encontrar algún chivo expiatorio al que "colgar" los males y sinrazones de nuestro tiempo y al que culpar de las carencias que no aceptamos.

DE EDUCACIÓN Y DE "CHIVOS EXPIATORIOS"

Mucho se ha escrito sobre el deterioro acelerado que la enseñanza ha sufrido en nuestro país desde la puesta en vigor de la denostada LOGSE y del aterrizaje paralelo de psicólogos y pedagogos tanto en los centros de decisión de la política educativa como en los centros de aplicación concreta de esta política -las escuelas e Institutos de Secundaria.

Se ha llegado, en algunos casos, a establecer una relación causa-efecto entre la vigencia de la citada ley y la escasa calidad de la enseñanza. El asunto, a mi juicio, es más complejo y considero que atribuir todos los males de la educación española a esa norma es una simplificación; no lo es, en cambio, asignarle la cuota de responsabilidad que le corresponde por su incapacidad para dar una respuesta adecuada a los retos planteados por la educación en la sociedad democrática que sucedió al franquismo. Voy a intentar, en lo que sigue, una primera aproximación a un asunto, el de la enseñanza, en la que nos jugamos mucho.

• Los cambios que ha experimentado la sociedad española desde el advenimiento de la democracia han sido considerables en todos los ámbitos -económico, social, político, etc.-; aquélla, la sociedad, se ha hecho más compleja y por tanto nos exige a los que vivimos en ella -y en consecuencia a los gobernantes- mayor capacidad para entender y lidiar con los problemas que se presentan. ¿Hemos estado a la "altura de las circunstancias?

• Una de las mutaciones de mayor impacto ha tenido lugar en el seno de la institución familiar que se ha visto alterada y modificada, entre otras causas, por la incorporación de la mujer al trabajo y su creciente autonomía, por la nueva arquitectura de las relaciones paterno-filiales y por la diversidad de formas que el núcleo familiar ha adoptado. Pensar que esta revolución no iba a cambiar el papel que esta institución tiene como elemento educativo y que ello no iba a afectar a los otros ámbitos donde también se desarrolla la actividad de enseñanza y aprendizaje es algo más que una ingenuidad. De hecho las dificultades para seguir ocupándose "de cerca" de los hijos han obligado no sólo a buscar alternativas diversas para rellenar el ocio de los vástagos sino, también, a delegar en otras instituciones -en particular en la escuela- tareas que antes se acometían en la vieja célula familiar.

• Por otra parte, la eclosión de la libertad no sólo ha diversificado los mensajes sino que, al eliminar la pauta única -las órdenes, la reglamentación-, nos ha convertido en responsables de nuestras elecciones. Es esto último lo que no parece estar plenamente asumido y de ahí el auge tanto del victimismo como de la culpabilización de los "otros" -políticos, profesores, médicos, abogados, funcionarios, sindicalistas, etc.- cuando "pintan bastos".

• Esta actitud de elusión de responsabilidades se ha visto, en cierto modo, alentada desde las esferas de poder que, con un discurso pretendidamente progresista, han asumido como indiscutible un tosco determinismo social que reduce a su mínima expresión la capacidad para actuar del sujeto -al que se disculpa, tolera y comprende una amplia muestra de comportamientos incívicos e inadecuados.

• Una etapa de dinamismo económico -basada como ahora sabemos en cimientos de escasa solidez- ha alterado estructuras arcaicas -¡cuasi feudales en nuestras islas!- dando visibilidad a franjas de población hasta entonces invisibles. Alentados por un sistema de mercado que prometía enriquecimiento fácil y rápido, la formación se ha visto como algo prescindible, demasiado pesado y lento. La educación no ha estado, así, pese a su gratuidad y obligatoriedad, a su democratización, en el centro del escenario; de hecho, se la ha percibido, desde sectores con escasa tradición ilustrada, como "una pérdida de tiempo" -han proliferado, así, los inadaptados del sistema, los "disruptivos".

• El rechazo radical a una educación nacionalcatólica, autoritaria, distante y represiva -marca de fábrica del franquismo- ha generado en el ámbito de la escuela, pero también en el de la familia, identificaciones y actitudes simplistas. Se han confundido papeles y funciones y muchos profesores y padres han pretendido convertirse en "colegas" de alumnos e hijos -¡como si eso fuera posible sin coste alguno!

• Democratizar y extender la enseñanza así como ocuparse en la escuela de funciones asistenciales que antes se resolvían en el seno del núcleo familiar, ha conllevado poner el acento en cuestiones ajenas a la transmisión y adquisición de conocimientos -los contenidos se han "dulcificado" perdiendo protagonismo frente a otros objetivos más etéreos -basta recordar los intentos de sustituir las claras calificaciones numéricas que sostenían al Sobresaliente, Notable, Aprobado, Suspenso o Muy Deficiente, por las melifluas notas de los "Progresa adecuadamente" o las ambiguas anotaciones literales, que maquillan una realidad desoladora.

No es extraño que, ante este cúmulo de modificaciones, el desconcierto se haya instalado en los centros educativos, como también lo ha hecho en la sociedad, y que esta última, incapaz de asumir la cuota de responsabilidad que le toca, haya buscado un chivo expiatorio en los protagonistas de la institución a la que ha transferido la solución a sus inquietudes: escuela y profesores están, pues, en el ojo del huracán. De los sinsabores de estos últimos nos ocuparemos en otra ocasión.

viernes, 17 de septiembre de 2010

RÁFAGAS III

  • Añorar la simplificación de unos tiempos de blanco o negro carece de sentido, de hecho no es otra cosa que una manifestación del miedo a la libertad.
  • ¿Cómo puede educarse adecuadamente una sociedad que se ve diariamente bombardeada por múltiples programas de telebasura?
  • Es cierto que la información está abrumadoramente fuera de la escuela, pero ¿está también la formación alejada de ella?
  • ¿Qué hacer con una información sobreabundante si se carece de criterios para valorarla y  jerarquizarla? ¿No es esa capacidad la que suministra la cultura?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

SEGUNDO SOLILOQUIO: A VUELTAS CON LA POLÍTICA MUNICIPAL OROTAVENSE


El Diario de Avisos publicaba una noticia en la que se hacía eco de la presentación del programa municipal del PSOE orotavense a las elecciones municipales de 2011. Acababa la reseña de la comparecencia de su líder, Manuel González, con el siguiente texto: Consultado acerca de la posibilidad de que el Partido Socialista se alíe con otras formaciones políticas de cara a las elecciones del próximo año, Manuel González dijo que esta opción está descartada. Dejó claró que el PSC-PSOE mantendrá "la misma estrategia que hace cuatro años" ya que cuenta "con puntos a su favor", y puso como ejemplo el tener unas siglas consolidadas, "que son las mismas con las que se presentaron a las elecciones de 1979"; contar con un proyecto "de sentido común y de progreso" y que, al mismo tiempo, "es diferente" al de cualquier otra formación.

Si se consulta la declaración hecha por la formación IpO, a la que ya hicimos referencia en nuestro anterior "Soliloquio", comprobaremos que las razones esgrimidas por ambas formaciones para defender su concurrencia en solitario a los próximos comicios municipales, coinciden: siglas consolidadas, proyecto "de sentido común y progreso" en este caso y por último, pero no por ello de menor importancia, proyecto "diferente al de cualquier otra formación".

Defensa de grupo, pureza y acentuación de la diferencia parecen ser los valores más importantes para los líderes de nuestras formaciones de izquierda; poco importa que con este equipaje -el mismo que se ha venido utilizando desde las ya lejanas elecciones de 1983- no se haya conseguido desalojar del poder municipal a la vieja AIO, hoy Coalición Canaria. ¿No es este el objetivo que debería perseguirse? ¿No es esto lo que exige una parte importante del electorado?

Las consabidas apelaciones al agotamiento del modelo político de ATI-CC, dando como razón su longevidad, no tienen consistencia cuando lo que se ofrece, ¡otra vez!, al electorado orotavense, desde la izquierda, es la misma empanada de siglas alternativas en lugar de lo que realmente está esperando desde hace tiempo: una única plataforma con un planteamiento pragmático y progresista -¡esta sí!, parafraseando al candidato socialista, "una alternativa política creíble, seria y responsable"

viernes, 10 de septiembre de 2010

LOS "LADRILLOS" DEL UNIVERSO IV

Materia, electricidad y luz (II): el átomo de Rutherford


Era casi tan increíble
como si disparasemos un proyectil de 38 centímetros
contra una hoja de papel de seda,
y del choque se volviera contra nosotros y nos hiriera.

Rutherford, Teoría de la estructura atómica


Al mismo tiempo que se diseñaban modelos para los átomos con estructura, numerosos hechos nuevos daban testimonio de esa complejidad interior que ya sugerían tanto los espectros discretos y singulares de la luz emitida por los diferentes elementos químicos como las regularidades periódicas que manifestaban esos elementos clasificados por familias en la Tabla de Mendeleyev. Súbitamente, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, radiaciones de todo tipo eran detectadas en los laboratorios más importantes; radiaciones que intrigaban a los investigadores y atraían el interés del gran público por sus extrañas propiedades. Los rayos X, los rayos α, β y γ , etc., además de constituir el núcleo de muchos de los artículos que se publicaban en las más releventes revistas científicas pasaron a ocupar, también, amplio espacio en los periódicos de la época.

El interior del átomo se convirtió en territorio a explorar y pasó a convertirse en lo que los científicos denominan una “caja negra” –un recinto que no podemos explorar directamente y cuyo contenido hay que inferir analizando los estímulos a los que se la somete y la respuesta que nos suministra.

Será el neozelandés E. O. Rutherford quien aplicará este modelo de investigación al átomo y a este fin bombardeará una fina lámina de oro con partículas α –el estímulo– para, posteriormente, someter a análisis la deflexión que experimentan estas partículas tras interaccionar con los átomos –la respuesta–.



De este análisis concluiría que un átomo con la estructura propuesta por Thomson era incapaz de explicar los resultados obtenidos; se vió obligado, pues, a construir un nuevo modelo en el que aparecía por primera vez la imagen de un núcleo con carga positiva y una corteza en la que, para conseguir, al menos en primera instancia, cierta estabilidad orbitaban los electrones: el modelo atómico planetario adquirió, así, su primera configuración. La naturaleza parecía adoptar soluciones similares tanto en el macrocosmos como en el microcosmos: sistemas planetarios en escalas sucesivas.



La historia no tendría aquí su final porque este átomo, construido de acuerdo con las leyes de la física clásica albergaba en sí mismo las causas de su destrucción: estaba inexorablemente condenado al colapso.


En efecto, las cargas eléctricas que Rutherford había puesto en movimiento alrededor del núcleo no son tan indiferentes a su movimiento como lo son los planetas alrededor del Sol y los cambios que experimenta su dirección de movimiento las convierten en partículas aceleradas que radian, de acuerdo con las leyes de Maxwell, energía. Esta radiación hace que su velocidad vaya disminuyendo y con ello la amplitud de su movimiento rotatorio hasta que, finalmente, acabarían precipitandose sobre el núcleo: la materia no sería estable y los objetos no mantendrían su forma y textura. En cierta forma este resultado era una nueva manifestación de otro problema, surgido en la interpretación clásica de la radiación del llamado cuerpo negro, al que los científicos habían etiquetado con el nombre de catástrofe ultravioleta.

La resolución del enigma que esta catástrofe ocultaba corresponde ya a una nueva etapa de la ciencia física que recorrerá todo el siglo XX.

Se inicia con la hipótesis cuántica de Plank, prosigue con la explicación corpuscular del efecto fotoeléctrico por Einstein y tiene en el átomo cuántico de Bohr la expresión seminal en lo que concierne al problema que nos ocupa: la construcción de un modelo satisfactorio para los átomos con estructura. Sobre las intuiciones del científico danés se irá articulando un nuevo y extraño modo de mirar el mundo en el que la mayor parte de los presupuestos que sustentaban la visión clásica –de los que ya hicimos recuento al iniciar esta serie de artículos– terminarán siendo abandonados.

Un mundo que hará exclamar a un famoso científico, J. B. S. Haldane: El universo no sólo es más extraño que como lo imaginamos, es incluso más extraño que lo que podemos imaginar.

jueves, 9 de septiembre de 2010

TIEMPOS ENCANALLADOS, TIEMPO DE CANALLAS


Desde hace ya algunos años se ha convertido en "lugar común" abominar de la política y los políticos y, probablemente, hay motivos suficientes para hacerlo -nadie duda que nuestros dirigentes actuales, en el gobierno y en la oposición, no han estado ni están a la "altura de las circunstancias"- pero no resulta razonable descargar en ellos una frustración que ha tenido y tiene, también, otros actores -un empresariado que tiene a su cabeza a un, como mínimo, pésimo gestor que no asume sus responsabilidades y que se atreve a aconsejarnos sobre como salir de la crisis económica, una cúpula eclesiástica anclada en los tiempos de Mari Castaña que pretende dictarnos como vivir, unos medios de comunicación alineados con una u otra opción política y desde los que se insulta y descalifica sin pudor alguno, etc., etc., y, lo que resulta más descorazonador, una sociedad que no sólo no penaliza a los "chorizos" - esos mismos políticos de los que abomina - sino que los vitorea y respalda si pertenecen a su partido o son de su "cuerda".   

Esta atmósfera viscosa, este rechazo a las formas actuales de hacer política y la nostalgia, en épocas de crisis, por unos tiempos de "blanco o negro", está haciendo aflorar, no sólo en sectores a los que la existencia o falta de libertad no les produce un cambio sustancial en su forma de vivir, un cierto embellecimiento del Franquismo. La democracia -que tanto costó traer- necesita prestigiarse y ello exige una vuelta al activismo cívico.

En tiempos encanallados, y estos lo están siendo, proliferan los canallas.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LOS "LADRILLOS" DEL UNIVERSO III



Materia, electricidad y luz (I): el átomo de Thomson

Mi corazón se sobresalta cuando veo un arcoiris en el cielo.
Wordsworth

            A comienzos del XX el desarrollo de diferentes ramas de la ciencia había alcanzado el grado de madurez suficiente para abordar asuntos que hasta entonces aparecían sumidos en las brumas del misterio. Uno de esos asuntos tenía que ver con la emisión, absorción y dispersión de la luz por las sustancias. La importancia ý el interés de estos fenómenos se entenderá fácilmente si decimos que de ellos depende la variedad multicolor de nuestro mundo, sin ellos el cromatismo que lo hace tan bello no existiría.




            La raíz de la comprensión de los mismos se hunde en la naturaleza compleja de los átomos, una idea que multitud de hechos, observaciones y reflexiones habían colocado, ya a finales del XIX, en el primer plano de la investigación científica y hacia la que convergían numerosas y dispersas teorías, articuladas o en fase de articulación, y de las que ya hemos escrito en artículos precedentes.

            Hagamos un breve recuento de las mismas:

  • La síntesis de Maxwell y las experiencias de Hertz habían permitido concluir que la luz no era otra cosa que una onda electromagnética cuya frecuencia – asociada al color con la que la percibimos – está comprendida en cierto rango al que se denomina espectro visible.
  • Las ondas electromagnéticas podían producirse mediante cargas aceleradas.
  • Los átomos, corpúsculos esenciales para entender el comportamiento químico de las sustancias, habían dejado entrever su naturaleza eléctrica y parecían estar constituidos por cargas.

Resultaba evidente, pues, la necesidad de “construir” un modelo para el átomo que yendo más allá de los rudimentarios, aunque útiles, átomos sin estructura de Dalton fuera susceptible de explicar la emisión y absorción de luz. No es extraño, pues, que pronto aparecieran en el mercado de la ciencia varios de estos productos. Nosotros vamos a detenernos en dos de ellos, construidos con los materiales que suministraba la ciencia clásica de finales del XIX, y, a fin de hacer comprensible su mecanismo de funcionamiento, simplificaremos el modelo al máximo.



En 1904 J. J. Thomson (descubridor, por otra parte, del electrón en 1896) propuso uno de los primeros átomos con estructura. Podemos imaginarlo como una esfera de carga positiva, distribuida en todo el volumen del átomo, en la que aparecen incrustadas, a modo de ciruelas en un pudding, bolitas cargadas negativamente –los electrones.


A fin de comprender de qué modo puede este átomo emitir y absorber luz imaginemos que el más sencillo de estos átomos constara de un único electrón ubicado, si el átomo se encuentra en equilibrio, en el centro de la esfera. Si por cualquier causa esta carga negativa se viera momentáneamente desplazada del centro –esto es, el átomo se encontrara en un estado de excitación– tendería a recuperar su posición original bajo la acción de una fuerza recuperadora eléctrica, de un modo que resulta ser idéntico a lo que le sucede a una masa que sujeta a un resorte se viera momentáneamente apartada de su posición de equilibrio.

 


Masa y electrón oscilarán rítmicamente a un lado y a otro de la posición de equilibrio con una frecuencia que depende de las características del sistema –intensidad de la fuerza recuperadora y masa del objeto oscilante–. El electrón se convierte, así, en una carga acelerada y como Maxwell nos enseñó emite radiación, ondas electromagnéticas, que a una frecuencia adecuada observaremos como luz. La pérdida de energía subsiguiente devuelve al sistema, el átomo, a su estado de equilibrio y la radiación cesa. ¡Nuestro átomo emite luz!.

En la explicación anterior hemos puesto en juego un recurso ampliamente utilizado por la ciencia: la explicación por analogía. Nuestra referencia, siguiendo la máxima de lord Kelvin (¡sólo entiendo un fenómeno si soy capaz de imaginarme un modelo mecánico del mismo!), ha sido un sistema – la masa sujeta al resorte– del que tenemos intuiciones directas. Volveremos a usarlo a continuación para tratar de comprender el proceso de absorción de la luz por las sustancias y, en último término, por los átomos, por nuestro modelo de átomo.

Pero, ¿cuál es la importancia de la absorción?. Para responder a esta pregunta retórica baste decir que ella es responsable de los colores con los que percibimos la mayoría de los objetos que se encuentran a nuestro alrededor, sin su acción el mundo andaría escaso de belleza.

Quizás el lector haya oído en alguna ocasión el término resonancia y pueda tener alguna intuición sobre su significado; de todas formas, acudiremos al precepto de lord Kelvin y trataremos de relacionarlo primero con alguna experiencia propia y luego con el modelo mecánico –la masa sujeta al resorte– que nos ha servido como analogía para entender el comportamiento del átomo de J. J. Thomson.


 Como veremos a continuación la experiencia de balancear a un niño o a una persona amada en un columpio requiere hacer uso de la resonancia; en efecto, el columpio es otro sistema que oscila periódicamente, es decir, su vaivén se repite a intervalos de tiempo regulares, de forma que si, ante los insistentes requerimientos del balanceado, queremos aumentar la amplitud de la oscilación, nuestros impulsos, que pueden ser pequeños, deben adaptarse a ese mismo ritmo –de otro modo la oscilación se atenúa–: decimos entonces que el columpio ha entrado en resonancia con nuestra acción periódica exterior. Sabemos, también por propia experiencia, que el resultado final puede ser catastrófico si el sistema adquiere una amplitud de oscilación excesiva. Todo sistema oscilante –columpio, masa sujeta al resorte, átomo de Thomson– tiene una frecuencia de oscilación característica, de tal forma que activado por una fuerza exterior entra en resonancia, incorporando la acción de la misma a su propia oscilación, cuando la frecuencia del estímulo coincide con ese valor característico del sistema oscilante. Así, al iluminar un objeto con luz blanca –compuesta de ondas de múltiples frecuencias– aquél sólo absorbe las frecuencias a las que sus sistemas atómicos resuenan y refleja el resto: son estas últimas las que alcanzan nuestros ojos y, por tanto, las que dotan de color al objeto.


 El modelo atómico diseñado por Thomson iba bastante más allá que las rudimentarias esferas de Dalton, pero tampoco iba a ser la respuesta definitiva a la búsqueda de los constituyentes últimos de todo cuanto existe. Por el contrario, iba a inaugurar el amplio muestrario de los átomos con estructura.

martes, 7 de septiembre de 2010

LECTURAS II

Sólo en pocas ocasiones la lectura de un libro es capaz de provocar en el ánimo del lector un estado que se inicia con un ligero temblor y que acaba convirtiéndose en convulsión.

La historia y la forma en que esta se cuenta han sido capaces, entonces, de hacer resonar sentimientos y sensaciones adormecidas y nos reconocemos en las páginas del relato -de un modo que va más allá de las meras similitudes superficiales- como si, desnudándonos, nos sintiéramos obligados a asumirnos tal como somos.


lunes, 6 de septiembre de 2010

SOLILOQUIOS SOBRE POLÍTICA MUNICIPAL OROTAVENSE



En más de una ocasión he tenido la sospecha de que Coalición Canaria en La Orotava ha conseguido infiltrar en las diversas agrupaciones de izquierda de nuestra Villa agentes que favorecen sus intereses electorales. ¿Cómo entender si no el que, una y otra vez, haya fracasado todo intento para construir una plataforma electoral unitaria de este signo?

Uno no se dedica ya a la política activa, al menos en su modalidad estandar, pero sí tiene memoria y podría relatar algunos de estos intentos fallidos que se remontan a épocas tan lejanas como las municipales de los años 87, 91, 95 ... pero que tienen antecedentes más próximos en los comicios de 2003 y 2007. En todos esos casos, bien el PSOE, bien la UPC o siempre los ancestros de lo que ahora es IpO o el mismo IpO,  esgrimieron razones ideológicas para frustrar toda iniciativa integradora.¿Cómo si la gestión municipal fuera un territorio en el que se dirimen cuestiones de profundo calado político y las diferencias entre estos grupos fueran irreconciliables?

Enquistados en sus sedes, llámese Casa del Pueblo, Espacio Alternativo "La Casa" o lo que sea, contentos al parecer con su "chiringuito y a gusto con sus afines, dedicados a "grandes causas" y publicando boletines que se asemejan a hojas parroquiales - por el sectarismo que en algunos casos destilan -, no han sido capaces en los últimos tiempos de explotar, por inconstantes, las graves insuficiencias de la gestión municipal del grupo gobernante en un asunto de tanta importancia como el del declive irreversible y acelerado del pequeño y mediano comercio. ¿Por qué, ante una situación de emergencia como la que vivimos, no existe alguna iniciativa política conjunta? ¿No es misión de los partidos políticos "de izquierda" defender los intereses de los sectores desfavorecidos? ¿Tiene sentido este silencio y esta resignación? ¿Donde están los dirigentes que estos tiempos piden?

Escrito lo anterior he topado con las declaraciones que hace la Asamblea de IpO después de elegir a su candidato a las próximas municipales de 2011 en las que aparecen "perlas" como las que siguen: 

Se acuerda que José Antonio Lima Cruz sea el cabeza de Lista de nuestra candidatura para las próximas elecciones municipales de 2011, tras el proceso de rotación que marca nuestra organización como mecanismo de horizontalidad en la representación institucional.

Se acuerda, por otra parte, incurrir
(¡será concurrir!, digo yo) en solitario a las próximas elecciones municipales (como así ocurriera en los pasados comicios), ante el panorama partidista actual, emitiendo el siguiente posicionamiento:
  • Desde IpO nunca nos hemos opuesto a una unidad de la izquierda, pero somos concientes (y se ha demostrado) de que nuestro proyecto y nuestra visión de una izquierda real y transformadora distan mucho de los proyectos de los otros partidos políticos de nuestro municipio.
  • IpO nació y ha crecido como un proyecto autónomo, al margen de estructuras partidistas supramunicipales, con vocación de aglutinar a aquellas personas que deseen trabajar por un proceso de transformación social y político desde el ámbito municipal. Nació, además, como plataforma desde la que trabajar unitariamente para la consecución de estos objetivos y hoy sigue manteniendo ese carácter. Es por ello que mantenemos las puertas de nuestra asamblea completamente abiertas a aquellas personas que quieran trabajar, desde la izquierda, por un futuro de justicia social y democracia real en La Orotava.
  • Por ello, insistimos, IpO representa un proyecto político sólido (con casi quince años de existencia) con una trayectoria de coherencia y constancia que le ha permitido consolidarse como una fuerza con capacidad demostrada para aglutinar un proceso de cambio y transformación en nuestro municipio.
  • Asimismo acuerda, como línea política a seguir de cara a los próximos comicios municipales, seguir trabajando en la construcción de una alternativa de izquierdas transformadora que supere el rígido marco institucional, a través de proceso cotidiano de confluencia entre los sectores populares, de apoyo a los movimientos sociales y de izquierda del municipio y no centrado en los meros intereses electorales que se ponen en juego cada cuatro años.
  • Desde nuestro grupo estamos trabajando barrio a barrio para conseguir convertir La Orotava en un pueblo donde todas las personas puedan decidir de primera mano su presente y su futuro. Dónde los intereses económicos no estén por encima de nuestros derechos sociales, acabando así con el gobierno de Coalición Canaria desde abajo, desde los vecinos y vecinas de las que formamos parte.
¿De verdad piensan que toda esta fraseología tiene algo que ver con los problemas que preocupan a los vecinos de nuestro pueblo?

Ante unas proclamas tan sectarias e irreales como estas -en las que, aparte de trabajar unitariamente consigo mismos, se nos predica la "buena nueva" y se nos conmina a la conversión a su fe-, la sospecha que apuntaba al inicio de mi soliloquio pasa a ser una certeza.

¡Larga vida a CC y larga estancia en el poder!

LOS "LADRILLOS" DEL UNIVERSO II




Faraday: la materia como manifestación de la fuerza.

Por desgracia, conozco bastante bien casos 
en que la unión de dos seres que parecía
intimamente indisoluble quedó suprimida 
por la asociación ocasional de una tercera persona, 
y uno de los que antes estaban tan hermosamente unidos, quedó así expulsado.
Entonces los químicos son mucho más galantes –dijo Eduardo–:
añaden un cuarto elemento, para que no se produzca ningún vacío.

J. W. Goethe, Las afinidades electivas


 

            Apuntamos en el artículo precedente de esta serie la importancia que la pila eléctrica había jugado como palanca para romper las sustancias compuestas, haciendo pasar corriente por ellas, y conseguir así incrementar la nómina de elementos descubiertos. Queremos ahora detenernos en otra de las consecuencias que generó el uso de la electricidad como herramienta de investigación en Química.
           
En efecto, la capacidad de la electricidad para romper las uniones entre los elementos que forman un compuesto sugirió que la misteriosa afinidad química – término con el que se acuñó la mayor o menor capacidad de una sustancia para unirse a otra en los distintos compuestos – además de alimentar la fabulación literaria de románticos como Goethe, quien en su obra Las afinidades electivas, de la que hemos citado un fragmento, la utilizó como recurso para desarrollar una historia de amores y desamores, quizás tuviera que ver con las fuerzas de repulsión y atracción eléctrica: la investigación sobre la naturaleza de los fluidos eléctricos se entrelazó con la investigación química. Una pléyade de científicos famosos pasó así a ocuparse de un tema en el que, en ocasiones de forma explícita y en otras de modo más soterrado, es perceptible un recurrente leit-motiv: la búsqueda de una explicación unitaria de las fuerzas eléctricas y las fuerzas químicas.


 
            En el caso de Faraday, cuyas investigaciones sobre la electrolisis jugarían un papel fundamental en esta búsqueda, la apuesta unitaria llegará incluso mucho más lejos llegando a afirmar: […] es probable que todos los efectos que dependen de las propiedades de la materia inorgánica, incluso la mayoría de los relacionadas con la vida vegetal y animal, dependen en última instancia de la electricidad. A pesar de que la apuesta del científico inglés, reduciendo la materia, y más en concreto las partículas, a simples zonas de acumulación de fuerzas, resultaría ser excesivamente radical su objetivo último no nos resulta extraño pues en él reconocemos de forma nítida, aunque bajo nuevos rasgos, el sueño de una unificación total. De acuerdo con sus concepciones todo el mundo físico está constituido por una red de líneas de fuerza y el mundo de apariencias que observamos no es otra cosa que una manifestación de las distintas configuraciones de ese entramado de líneas de fuerza que subyace oculto e impenetrable a nuestra observación. De ahí que, a su juicio, todas las fuerzas –eléctricas, químicas, magnéticas o de cuaalquier otro tipo–, cuya manifestación aparentemente diversa experimentamos, puedan convertirse las unas en las otras.   



            Resulta paradójico, sin embargo, que fueran los propios trabajos de Faraday los que pusieran de manifiesto las primeras evidencias de la atomicidad de la carga eléctrica. En efecto, las leyes de la electrolisis – descomposición química producida por la corriente eléctrica – permitían establecer relaciones cuantitativas entre la cantidad de sustancia que se descomponía y la cantidad de electricidad que atravesaba la solución. Faraday, de hecho, midió la cantidad de electricidad que se requería para liberar por medio de la corriente un gramo de varias sustancias concretas y halló que la cuantía estaba relacionada con el peso atómico de la sustancia.



 La búsqueda de una explicación a un nivel más profundo sugería la existencia de una unidad fundamental de carga eléctrica sociada a cada átomo: el electrón se vislumbraba en el horizonte y con él la atomicidad de la carga. Sin embargo, Faraday, pese a expresarse en estos términos: Si adoptamos la teoría atómica o su fraseología, entonces los átomos de cuerpos que son equivalentes en su acción química ordinaria tienen las mismas cantidades de electricidad asociadas a ellos de forma natural, seguiría manteniendo sus reservas y añadiría a continuación: Debo confesar que me siento incómodo con el término átomo, ya que aunque resulte muy fácil hablar de ellos, resulta muy difícil formarse una idea clara de su naturaleza, especialmente cuando tomamos en consideración cuerpos compuestos.

              Los tiempos aún no estaban suficientemente maduros para una cosecha que, aunque se anunciaba, requería de otros operarios.





jueves, 2 de septiembre de 2010

LECTURAS I

Cansado de leer, en cierto modo, al "dictado" -por referencias de amigos o recomendación en las páginas literarias del periódico de cabecera- después de haber dado fin a la descarnada historia que narra Irene Nemirovsky en su inquietante obra "Suite francesa", decidí elegir un libro guiado sólo por la sucinta información que ofreciera la solapa o la contraportada -¡quería recuperar emociones ya olvidadas, cuando la lectura estaba asociada al descubrimiento y a la sorpresa!

Entré, pues, en una librería y en los expositores hojeé el material que exhibían. Así encontré la novela que estoy leyendo "Tren nocturno a Lisboa", de un autor hasta entonces para mí desconocido, Pascal Mercier. La historia es, en gran medida, el proceso de redescubrimiento que experimenta el narrador, un profesor suizo de lenguas muertas, a través de la búsqueda de un personaje que vivió en los años previos a la Revolución de los claveles, bajo la negra etapa del salazarismo -la época me resulta atractiva porque, en cierta forma, está ligada a mis propias vivencias y los personajes, el autor del relato y el  catalizador de la trama, despliegan personalidades de múltiples caras en las que a veces nos reconocemos y en otras nos gustaría reconocernos.

La experiencia me ha resultado interesante. Repetiré.


miércoles, 1 de septiembre de 2010

IMÁGENES

A menudo nos sorprendemos al constatar que la imagen que proyectamos en los demás apenas tiene que ver con la que, a nuestro juicio, nos corresponde - ¡no nos reconocemos en lo que de nosotros dicen!

Una reflexión sosegada, sin embargo, acaba por convencernos que en realidad este hecho es una mera manifestación de la radical imposibilidad de conocer al otro, que tanto juego ha permitido a los filósofos,  porque toda mirada está cargada de "historia" y lo que vemos y cómo nos ven se acomoda a ella.

LOS "LADRILLOS" DEL UNIVERSO I






Dimitri Ivanovich Mendeleyev: orden en el caos


La mayoría de los primeros filósofos creyeron tan sólo principios 
a aquellos que se dan bajo la forma de materia; 
pues afirman que el elemento y principio primero de todas las cosas
es aquel a partir del cual todas las cosas existen y llegan por primera vez al ser
y en el que terminan por convertirse en su corrupción, 
subsistiendo la sustancia pero cambiando en sus accidentes;
porque tal naturaleza se conserva siempre…
Aristóteles, Metafísica.

            Desde la gloriosa época en la que los griegos se preguntaron sobre todo lo que existe, la búsqueda de los materiales con los que está construido el Universo ha sido un motivo recurrente en el quehacer de los "amantes de la sabiduría".

            A comienzos del siglo XIX dos acontecimientos, en principio escasamente relacionados, iban a abrir novedosas vías de indagación de consecuencias incalculables: el químico escocés John Dalton enunciaría, de forma articulada, su hipótesis atómica en el tratado New System of Chemical Philosophy (1808 -1827) y el físico Alessandro Volta construiría, en torno a 1800, la primera pila eléctrica mediante la que se producía electricidad de un modo continuo.


            La teoría esbozada por el primero permitía no sólo dar una explicación unificada de las regularidades observadas en las reacciones químicas –las masas de reactivos y productos eran iguales y los elementos que formaban un determinado compuesto se combinaban manteniendo una proporción fija– sino, también, predecir otras. Inauguraba así un nuevo marco de observación desde el que los misteriosos fenómenos de la química, hasta bien recientemente ligados a la magia, adquirían una dimensión diferente. Se desató una febril actividad para “pesar” los átomos y para determinar la composición atómica de lo que acabarían denominándose moléculas: las raíces de la formulación química se hunden en las intuiciones de Dalton.

            El dispositivo construido por el segundo iba a convertirse, en manos de diversos investigadores, en una herramienta poderosa no sólo para explorar el mundo de la electricidad sino, también, como palanca para descomponer las sustancias compuestas en sus elementos. Será esta segunda aplicación la que, de una manera más inmediata, ayudará a la química a profundizar en la búsqueda de los ladrillos con los que se construye la diversidad material del mundo en que vivimos.

            Así, hacia 1870, cuando nuestro personaje clave publica su famosa Tabla periódica de los elementos, estos han pasado a ser, gracias entre otras cosas a la utilización de la pila de Volta, unos 60 frente a la veintena catalogada a finales del siglo XVIII por Lavoisier. ¡Demasiados ladrillos!, ¡demasiados átomos distintos!. ¿Puede acaso resultarnos extraño que en los ambientes científicos se encontrara instalada una sensación de incomodidad y disgusto? ¿no es comprensible que se persiguieran con denuedo las claves que permitieran introducir orden en el caos?. Uno de estos intentos, de claras resonancias presocráticas –William Prout postuló al hidrógeno como elemento primigenio, como primera materia de la que estaban hechos el resto– y recibido con escepticismo por la comunidad científica del momento sólo iba a mostrar su verdadero potencial cuando, más adelante, acabara afianzándose la visión evolutiva de toda la materia del Universo. Otro, más en la línea que alcanzaría su culminación en la Tabla de Mendeleyev, apostaba por buscar conexiones que permitieran agrupar los elementos.

¿Qué es esta Tabla Periódica cuya clave sólo alcanzaría a descifrarse en pleno siglo XX? ¿Qué misterio encierra?. De forma sintética podemos decir que la clasificación periódica de Mendeleyev no es otra cosa que la agrupación por familias de aquellos elementos químicos que poseen un comportamiento análogo en su actividad química. Su importancia radica no sólo en lo que consigue –introducir cierto orden en un caos previo– sino sobre todo en lo que sugiere –la regularidad de comportamiento de los elementos de una misma familia, inexplicable en términos de los toscos átomos de Dalton, exige la existencia de estructuras internas, ocultas, más complejas– .



No era ésta la única pista que sugería la existencia de esta complejidad interior ya que desde la espectacular descomposición de la luz que Newton había conseguido haciendo pasar un haz a través de un prisma, la materia había continuado enviando señales inequívocas de la existencia de un mundo aun por explorar y totalmente desconocido. El propio Mendeleyev se había aventurado en este territorio emergente de la espectroscopía y a la sombra de Kirchhoff y Bunsen había percibido que la complejidad de los patrones de la luz emitida por los distintos elementos químicos no podía proceder de los simples átomos de Dalton. Estos patrones, por otra parte, tenían una particularidad: la luz emitida por cada sustancia concreta poseía un espectro cromático que no sólo era privativo de esa sustancia sino que, además, era discreto, es decir, solo contenía ciertos colores.

Un submundo de dimensiones aún menores que los átomos parece atisbarse en el horizonte. El apasionante viaje al interior del átomo iba a iniciarse y en él la luz iba a jugar un papel esencial.